miércoles, 11 de mayo de 2022

Trust the Process

 Un Premio a la Perseverancia

Reza un eslogan, un lema, un mantra en Philadelphia "Trust the Process". Confía en el Proceso. Su origen se encuentra en el conocido equipo de baloncesto de esa ciudad, los Philadelphia 76ers, y uno de los periodos más controvertidos y difíciles de su historia como franquicia. Los Sixers tuvieron su último gran momento hace ya más de 20 años en el lejano 2001 (ya les he insistido muchas veces en que este año fue clave), año en el que perdieron las finales de la NBA ante los Lakers. Poco pudo hacer la plantilla liderada por el gran Allen Iverson, Mutombo y McKie contra los Lakers de Big Shaq y un joven Bryant. A partir de entonces comenzó un declive paulatino que dejó al equipo como una medianía en el purgatorio del baloncesto. 

La NBA es una liga que castiga muchísimo las medianías. Curiosamente, premia mucho más quedar en los últimos puestos que en la mitad de la tabla por aquello de que cuanto peor sea la posición en la clasificación mejor será el pick que puedas obtener en el Draft. Los Sixers, tras perder aquellas finales y dos temporadas de declive, encadenaron una década de medias tablas, siempre posicionándose entre el séptimo y el decimoprimer puesto con algún pico más alto o más bajo pero igualmente intrascendente. La franquicia se había sumido en la mediocridad y no se vislumbraba ninguna luz al final del túnel. 

Año 2013, con el contexto previo, Sam Hinkie se hace cargo de los Sixers de la Era Post-Iverson en un periodo de transición a la que, con el Tiempo, se conocería como la Era del Proceso. El equipo y la franquicia, acomodado en ese limbo de la medianía, precisaban de una reconstrucción profunda, y Hinkie sería el encargado de poner las primeras piedras para construir esta nueva casa. Pero empezar a construir nunca fue sencillo. 

Hinkie era un tipo bastante analítico, muy empapado de datos y estadísticas a la hora de tomar decisiones. Él mismo dijo en su primera conferencia de prensa que hablaban mucho de Proceso, no de resultado. Aseguró también que trataba de reunir siempre de forma consistente la mejor información para, de forma igualmente consistente, tomar buenas decisiones. Puntualizaba un sincero Hinkie que a veces funcionan y a veces no, pero todas deben ser reevaluadas. En ese momento y probablemente sin ser muy consciente de ello, sus declaraciones se convertían en línea de salida daban paso a una nueva era en la franquicia, una era que comenzaría con unas difíciles decisiones que se materializarían en unos años complicados. 

Fue Tony Wroten, en ese entonces base del equipo, el que hablaría de Proceso para referirse a la reconstrucción del equipo. Una reconstrucción de la que él no formaría parte por mucho Tiempo en cualquier caso, pues hoy en día el chaval anda perdido en algún lugar de Grecia tras sufrir una fatídica lesión que hizo que su carrera se dirigiese al baloncesto europeo. Aunque no padecer esta lesión quizá tampoco hubiese cambiado este destino. 

Ese Proceso estaba acompañado, para bien y para mal, de una cultura de reconstrucción basada en el tanking, práctica que consiste en plantar equipos poco competitivos en pista de forma intencional para beneficiarse de las reglas que premian a los equipos con mayor número de derrotas como es el caso de la NBA. Como ya expuse previamente, el baloncesto norteamericano y su Draft premian a los equipos con peores resultados con un pick mejor, por lo que si los Sixers estaban interesados en reconstruir su plantilla tenían que salir de su estancamiento en el limbo de la medianía. Y como siempre es más fácil salir por abajo que por arriba, comenzó una época oscura en la franquicia, pero también, como ha probado el Tiempo, necesaria. 

Jugadores como el mencionado Wroten tuvieron su lugar en el equipo porque necesitaba una plantilla que no fuese competitiva. No es de extrañar que muchos de los jugadores que formaron parte de los Sixers en esta era hayan acabado perdidos en las ligas europeas o como fondo de armario en la propia NBA o la G League. Ambas partes salían ganando. Este tipo de jugadores quizá nunca habría podido jugar en la NBA por otros medios, y el equipo tenía que finalizar en posiciones bajas de la tabla, por lo que necesitaba que su plantilla no fuese competitiva. 

Los Sixers encadenaron varios de los peores años de su Historia entre 2013 y 2017, finalizando dos veces consecutivas en penúltima posición de su conferencia seguida de un último puesto de conferencia y de nuevo un penúltimo puesto. El último puesto, en la 15/16, fue particularmente doloroso ya que se trató de un catastrófico 10-72, peor registro tanto de conferencia como de liga y una de las peores marcas en lo que a victorias-derrotas se refiere de todos los Tiempos en la liga. Entre los años mencionados el porcentaje global de victorias de los Sixers no llegaba 25%, lo que suponía que el equipo no era capaz de ganar ni siquiera uno de cada cuatro partidos de forma garantizada. Fue precisamente la temporada 15/16 la que puso el último clavo en el ataúd que Hinkie se hizo a sí mismo al comenzar el Proceso. Hinkie dimitió, como buen analítico, con una carta de renuncia de miles de palabras y con él se fue la Era del Proceso. Fueron años de sacrificios, pero fueron necesarios. 

Los malos resultados de aquellos años tuvieron su premio en forma de un futuro prometedor con llegadas al equipo como las de Joel Embiid y Ben Simmons, aunque este último ya no continúa en el equipo. Tal vez el proceso no terminó siendo como Hinkie ideó, y es probable que alguna que otra mala decisión tomada tras su marcha del equipo haya entorpecido un poco ese momentum que tenía el Proceso, pero el éxito al menos relativo del mismo es incuestionable. Los Sixers son a día de hoy una plantilla bastante competitiva y con opciones de ganar año tras año, aunque de momento se quedan solo en eso, en opciones. En 2018 y 2019 quedaron terceros de su conferencia, en 2020, el año del asterisco, quedaron sextos, y el pasado 2021 lograron un primer puesto de conferencia seguido de un cuarto puesto en la presente temporada. Su presencia en los playoffs es ahora consistente y lejos quedan ya los complicados años de la reconstrucción. 

Trust the Process fue el mantra de los años más oscuros de Philadelphia. El Proceso, no exento de partidarios y detractores, siempre estuvo inmerso en una constante controversia. La práctica del tanking siempre es como poco cuestionable y a veces reprobable. Y dentro de la franquicia había una corriente favorable y una de detractores. Pero hay muchas ocasiones en las que uno debe hacer lo que tiene que hacer. 

Hay una Filosofía muy interesante detrás del Proceso, o al menos a mi me gusta vérsela. Se trata de aquella que postula que se debe Destruir para poder volver a Crear. Todo un clásico por aquí. Los Sixers lo sacrificaron todo para poder crecer de nuevo como franquicia. Salir de la mediocridad obligaba a tomar decisiones difíciles, decisiones que, en cualquier caso, habría que tomar tarde o temprano. El Tiempo ha dado la razón a Hinkie, al Proceso y a quienes confiaron en el mismo. El Tiempo ha sabido premiar la paciencia y la persistencia de una franquicia que lo apostó todo a un futuro largoplacista. 

No es fácil renunciar a un presente relativamente cómodo por un futuro que puede ser o no ser mejor, a veces ese presente al que renunciar no tiene ni por qué ser cómodo, basta con que sea mediocre para que muchos quieran conformarse con él; pero todo sacrificio y esfuerzo acaba teniendo su premio. Confiar en el Proceso es algo que requiere de dos cosas, la primera es mucha paciencia y la segunda mucha persistencia. Y esto es, por supuesto, extrapolable a todo, porque fuera de la NBA y del proyecto de los Sixers también hay muchos Procesos en los que confiar.  

Tiendo a repetirme muchas veces esas tres palabras cuando algo va mal o no parece ir según lo previsto, a menudo precedida, si hay alguien para escucharlas o incluso para mi propia mente de un I love when people... Por lo que con el paso de los años este mantra también se ha vuelto recurrente para mi. I love when people Trust the Process es un línea que ha obtenido un permiso de residencia indefinido en mi cabeza. Y sería interesante que no fuese el único lugar en el que encuentra su sitio.

Todo el mundo tiene un deseo, un anhelo, una idea que quiere llevar a cabo, un sueño que desea cumplir o simplemente un propósito o responsabilidad con la que deben lidiar en algún momento. Sin embargo, las cosas nunca suelen ser fáciles, y es muy probable que surjan contratiempos, problemas, inconvenientes y nuevos obstáculos. Pero todo eso es parte del Proceso. Es posible que estos contratiempos puedan llegar a desmoralizar e incluso incitar a renunciar a la consecución del objetivo que se tiene en mente. Es por eso que siempre será necesario, sobre todo en los momentos más bajos, entender que es necesario Confiar en el Proceso. 

Sí, todos sabemos -aunque no todos comparten- que el Fin justifica los medios, pero los medios son siempre un elemento clave a la hora de conseguir ese Fin. Antes de llegar a él hay que pasar, depende de la Fortuna y el Destino, por muchas o pocas cosas, a veces mejores y a veces peores. Y al ser irremediable encontrarse piedras en el camino, es necesario estar preparado para ello. En el peor de los casos estaremos hablando de un camino largo y difícil en el que uno tiene que estar mentalizado y saber como sobrepasar y sortear todos los obstáculos con los que se encuentra.

El Proceso es algo que lo engloba todo. El objetivo, los medios y el fin por un lado y los sacrificios, obstáculos e inconvenientes por otro. Todo forma parte del Proceso. Aunque no sea sencillo, es necesario confiar en él y para ello será necesaria una perseverancia que muy pocos poseen. Cuando se habla de Proceso hay además un matiz importante y es que estamos hablando de algo largoplacista como lo es el ejemplo que se ha puesto en esta entrada. Casualmente son los objetivos largoplacistas los que tienen por costumbre ser los más importantes de toda una vida. Estudiar una carrera y titular puede ser uno. Encontrar la pareja de tus sueños, averiguar como hacérselo saber y que todo salga bien puede ser otro. Y lo más importante sin ningún tipo de duda, los sueños y ambiciones, a cualquier edad y de cualquier tipo, son siempre objetivos largoplacistas muy complicados pero siempre los más determinantes en la vida. 

Es muy complicado que todo salga bien de principio a fin, por lo que hay que estar dispuesto a aceptar todo mal que pueda aparecer. Hay que estar preparado a renunciar a muchas cosas y sacrificar otras tantas. Hay que ser plenamente consciente de que, al igual que los Sixers, llegará algún momento en el que tengas que tankear por así decirlo. Incluso hay que, por qué no, estar dispuesto a que el Proceso no termine como se espera, sabiendo que igualmente siempre habrá un premio a la perseverancia. En Philly el Proceso no terminó como realmente se había pensado, y aun así los resultados igualmente han sido buenos. Pero el final de un Proceso no es otra cosa que el comienzo de otro que forma parte de uno aun mayor. 

Estudios, trabajo, amor, dinero, sueños, aspiraciones, ambiciones... Todo tiene sus procesos, pero el desenlace de cada uno dependerá de la confianza que se deposite en ellos. El caso es que acaben como se espera o no siempre habrá uno nuevo al terminar cualquiera de ellos, y todos han formado, forman y formarán parte de uno solo. Siempre hay Tiempo y lugar para hacer algo grande. Tengan paciencia, persistan, perseveren. Hacerlo tendrá su recompensa de una forma u otra, incluso cuando no tengáis la capacidad de reconocerla o valorarla. Confiad en el Proceso. Trust the Process... I love when people Trust the Process.

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