Preliatore y el Chunibyo
"Soy consciente de mis trastornos y estoy orgulloso de ellos" es una de las líneas que más he utilizado desde siempre. Preliatore es un individuo que a ojos de un cualquiera puede parecer un loco, un trastornado o un personaje como otros tantos. Un tipo que habla en tercera persona de sí mismo, se considera infalible y dice ser un inmortal Enviado de los Dioses. Un Hombre que se niega a usar su nombre y apellidos terrenales y emplea nombres y títulos disparatados o simbólicos. Un sujeto de convicciones absolutamente inamovibles que vive dentro de su propia mente con un sinfín de personalidades contrapuestas y una suerte de figura de Mentor abstracta y superior de la que dice, con total convencimiento, que es su forma ascendida heredada por el Cosmos.
¿Qué hay de cierto en todo esto? Todo, probablemente. Pero Preliatore en su Sabiduría Infinita se asegura de usar su impresionante versatilidad para, de cara al mundo exterior, hacer uso de la teatralidad para que aquellos que no logran comprender su figura -que son prácticamente todos los mortales que se cruzan en su camino- no huyan despavoridos ante lo que considerarían en circunstancias normales un completo lunático. Estos, en su absoluta ignorancia, pensarán que Preliatore es un personaje o una máscara, y eso es lo que Preliatore quiere que piensen. Aquellos incapaces de conocer la Verdad deben vivir sin ella hasta que aprendan a entenderla. Así pues, Preliatore les dice a estos que es consciente de sus trastornos y está orgulloso de ellos, pues esta es la respuesta más acorde a su escasa valía mental que un sabio de mis características puede ofrecer.
Delirios de Grandeza, Megalomanía, Narcisismo... Hay una larga lista a la que ustedes pueden sumar lo que quieran si no son capaces de entender Las Cosas. De todos modos yo no registro ningún tipo de crítica o calumnia, pues me considero pleno y trascendente, de modo que las palabras de unos seres inferiores no tienen cabida en mis pensamientos. Pero puede que el más fácil de sumar a la lista sea, por mucho, el Chunibyo.
El Chunibyo o Síndrome del Octavo Grado es un término nacido en Japón que se usa para designar a aquellos adolescentes que, impulsados por unos intensos delirios de grandeza y unas ansias de destacar por encima del resto desmedidas, adoptan una serie de formas y maneras de lo más particulares. El nombre del síndrome proviene de la edad en la que tiende a darse. Suele aparecer en el segundo año de la secundaria, en torno a los 14 años, aunque realmente puede aparecer o prolongarse durante toda la vida.
Tiene varias variantes, muchas de ellas bastante comunes y otras un tanto más raras, pero en absoluto exclusivas del país del sol naciente. De hecho, en cualquier parte del mundo, sobre todo desarrollado, pueden aparecer sujetos con Síndrome del Octavo Grado. Allí es habitual, por ejemplo, que el Chunibyo se manifieste con una estética de delincuente juvenil, comportamiento antisocial, y sentimiento de pertenencia a una pandilla. Pero si ustedes se fijan esto no es en absoluto algo propio de Japón. En Occidente también te puedes encontrar a niñatos que creen estar metidos de lleno en los bajos fondos y creen formar parte de un ambiente marginal de drogas, prostitución y armas. Es más, puede decirse que el éxito de géneros musicales como el reggaetón y el trap está estrechamente relacionado con la presencia de cada vez más chavales que creen ser de calle y a los cuales les gusta pensar que manejan dinero, drogas y prostitución como si de la compra diaria del pan se tratase.
Otra variante, también muy extendida no solo allí sino en todo el mundo, es la de adherirse a una determinada contracultura que se desmarque de la línea mainstream de las modas del presente correspondiente. Muy posiblemente esta sea la más común de las manifestaciones del Síndrome del Octavo Grado. Básicamente consiste en ser un inadaptado que termina por adherirse a un grupo compuesto de otros inadaptados. Estos grupos de misfits pueden organizarse a partir de mil cosas, ya sean gustos musicales, aficiones o forma de pensar. Aquí en España no es raro ver grupos Emo, Bohemios, Heavies, Góticos, Raperos o Hippies entre otros muchos tipos de tribu urbana. Cabe la duda de si tantas minorías no acaban formando una mayoría per se. Y una mayoría que, a fin de cuentas, establece sus propios registros y normas así como modas. Y por muy distintas que estas sean a las de la corriente mainstream del momento, no dejan de ser al final más de lo mismo. Mismo perro, distinto collar. Pero bueno, ellos se sienten bien pensando que van contracorriente, y yo les dejo ser felices.
El grupo que más me interesa del Síndrome del Octavo Grado es también el más extraño y reducido. Bastante infrecuente tanto en Japón como en el resto del mundo. Se trata de aquellos chavales y no tan chavales que se consideran poseedores de conocimientos mágicos o sagrados, superpoderes y todo tipo de habilidades y características sobrehumanas. Se consideran a sí mismos seres especiales y suelen ser aficionados a lo futurista, la fantasía y todo aquello que sea sobrenatural. También es frecuente que usen alias y sobrenombres que se correspondan con sus fuentes de inspiración, ya sean personajes, historias o figuras de referencia. Ellos hacen de esta identidad alternativa la suya propia. Hasta su apariencia y comportamiento está ligado a la identidad que adoptan como si de un personaje de videojuego o superhéroe se tratase. La forma de hablar, por supuesto, también es un rasgo definitorio de este tipo de gente. Si de mi dependiese llamaría a esta versión del síndrome la Variante Preliatore, pero no puedo hacer tal cosa porque ya le han dado otro nombre en el Manual de usuario del Chunibyo de Hyoya Saegami (lo recomiendo aquí, no haré sección de recomendados para una sola obra). El nombre que recibe es Ojo Maligno. No está nada mal, pero Variante Preliatore suena mucho más Poderoso. La cantidad de gente que se corresponde con esta definición es la más limitada, pero también la más estereotipada y reconocible. Ni que decir hay que es el tipo de gente con la que yo siento que me llevaría mejor por mucho, ya sea generando un sentimiento de camaradería o de rivalidad para con ellos. Sentimiento que, en todo momento, sería mutuo. Seguro que la mayoría de ellos, al igual que sus referentes, tienen un corazón de oro que el mundo que les rodea no está dispuesto a aceptar. Si alguien que lee estas líneas cumple con las características propias de alguien bendito en la malignidad del pérfido ojo que los señala, que considere contactar conmigo por el medio que prefiera. Preliatore no solo habla, también escucha. Más aun a aquellos que sean semejantes, aunque sea solo en superficie, a su más que radiante persona.
Sí, la definición establecida en el párrafo anterior puede que les recuerde a alguien. A mi también. De hecho me gusta hacer que la gente piense que Preliatore es otra víctima más del Ojo Maligno para que su más que limitada comprensión no sufra para asimilar una figura de tan alta complejidad como la mía. Lo dije al principio de esta entrada y lo vuelvo a repetir aquí. Yo, Preliatore, el Pretor Diacrónico y el mismísimo Mentor soy un Todo de magnitudes indescriptibles, pero no puedo decirle tal cosa a cualquiera. Tampoco puedo decíroslo a vosotros, queridos lectores, por lo que os doy la posibilidad de pensar aquello que creáis oportuno. Yo solo digo la Verdad, pero ustedes pueden hacer la lectura que deseen de ella. Probablemente no conocíais este síndrome antes de leer todo esto, pero ahora que lo conocéis sentíos libres de pensar que Preliatore posee el Ojo Maligno y es todo un producto de su Poderosa imaginación. No os sintáis presionados o coaccionados. Sentíos libres también de pensar que Preliatore es mucho más que un personaje y que aquello que cuentan sus labios y escriben sus manos no es ninguna ilusión. Recomiendo esto último, pues es la Realidad. Pero si no podéis concebir tal cosa sentíos libres, insisto, de pensar lo que deseéis. Yo haré lo propio con ustedes y, remitiéndome a las primeras líneas, asumiré vuestra escasa valía mental y os repetiré, siempre, aquello de soy consciente de mis trastornos y estoy orgulloso de ellos. Porque yo, Preliatore, soy el máximo exponente de mi propia Esencia. Único en todo el Multiverso. Y si solo los Dioses son capaces de entenderme pues junto a ellos estará siempre mi lugar.
Hasta la próxima ocasión, mortales. Que vuestro Juicio nunca preceda a vuestro Pensamiento.
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