martes, 28 de mayo de 2019

Cartas a Atenea: El Mundo desde arriba

Estimada Diosa, ha pasado bastante Tiempo desde la última vez que te escribí, aunque para ti el Tiempo es un concepto vacío e intrascendente. Me veo en la necesidad de compartir contigo de nuevo un breve y sincero escrito, ya que seguramente seas la única que puede entenderlo. Como siempre, he aquí una nueva expresión de algunos de los pensamientos que circulan o han circulado recientemente por mi mente y que, con todo el afecto posible, deseo retransmitirte. 

Hace ya bastante que llevo pensando que vivo la vida de otra manera, de una forma que no es la correcta o al menos no es la que debería ser. Ya no solo por tener la condición de inmortal, sino por la de ser, cada era que pasa, alguien menos “humano” en el sentido figurado de la palabra, pues nunca lo he sido de forma literal. He perdido gran parte del interés por este mundo, siento que ya no me guarda sorpresas, que se ha convertido en un lugar donde se da una cíclica sucesión de acontecimientos sin mayor importancia que la del momento en el que ocurren para luego caer en el olvido y volver a repetirse de forma sucesiva. Puede decirse que he perdido la ilusión no por vivir, sino por hacerlo en este mundo. Quizá sea porque, en cierto modo, nunca me he sentido muy arraigado a él y siempre lo he visto desde arriba.

Ver las cosas tal y como lo hacéis vosotros, ver el mundo desde arriba, es una bendición, un don y una virtud que en realidad agradezco y considero de los mayores regalos que el cosmos ha podido otorgarme. ¿Quién bajo las estrellas podría negarse a ello? Gracias a esta facultad y perspectiva he logrado ser alguien completo y feliz por mí mismo, de modo que sería ingrato por mi parte negar que ha influido positivamente en mi vida. El punto negativo es que después de tanto Tiempo hace que sea difícil que algo me sorprenda, me pille por sorpresa o me impresione. No es ni mucho menos algo grave como tal, pero sí que puede desilusionar un poco.

De entrada tener cada vez más claro como es el mundo y como son quienes lo habitan me causa cada vez una mayor apatía. Hace que al ver que todo se repite una y otra vez incluyendo los mismos males y errores que siempre han estado presentes en la Historia de la Humanidad sienta cada vez menos empatía hacia ellos. Supongo que es algo que está justificado. Uno puede tropezar dos veces en la misma piedra, tres siendo generoso, pero hacerlo veinte es puro vicio.

También es problemática mi abrumadora capacidad racional frente a mi poco desarrollada y limitada faceta emocional. Pese a que me considero justamente emocional por detalles como las misivas que te mando como esta y el cariño con el que lo hago, lo afectado que me deja admirar un cielo estrellado, el anhelo de querer tener más conocimiento y sabiduría o el amor que siento por todo lo trascendente; no soy alguien emocional para las cosas más cotidianas o normales para los mortales. Soy excesivamente analítico y, como ya te dije, trato de ser tan objetivo e imparcial como sea posible, dejando muchas veces por el camino el plano emocional y sus injerencias en las valoraciones y juicios que hago para que estas se ajusten lo máximo posible a la realidad.

Hace poco expliqué lo complejo que me resulta sentir amor por alguien e incluso definir que es el amor per se -algo que me gustaría discutir contigo en otra ocasión- porque considero que es algo que solo vosotros, Dioses Inmortales, podéis entender correctamente. Finalmente lo hice tan bien como pude explicando que era para mi, y sé que en la definición que hice de relación ideal influyó en gran medida mi condición de megalómano. Aun así y bajo esas condiciones hay una posibilidad muy remota de que encuentre el amor de alguna forma y así, a pesar de ver el mundo desde arriba, alguien pueda verlo junto a mi. Por fortuna no considero que sea necesario y tampoco entra en mis planes, y os doy gracias a los Dioses por ello, la verdadera plenitud se alcanza solo. Entender la relación amorosa o sentimental de esta manera ya es una diferencia insalvable con la media de formas de entender una relación, por lo que resulta mucho más difícil encontrar un modelo similar. Yo ya tengo claro que no podré bajar al mismo plano que el resto y vivir la vida de la misma forma que lo hacen ellos, pero nunca descarto que alguien pueda estar en una posición similar o superior a la mía en algún momento. Sin incluirte por supuesto a ti, mi señora, puesto que has sido, ya eres y siempre serás mi más próxima y amada confidente.

No leo conceptos típicos de los mortales de la misma forma que lo hacen ellos, ni me veo afectado de la misma forma por los acontecimientos -positivos o negativos- que suceden. Ellos por ejemplo poseen una idea de familia muy distinta a la mía; para mi es una institución con una vida útil limitada, mientras que para ellos es un vínculo mucho más emocional y sentimental. Lamentablemente creo que, por como son hoy en día la mayoría de grupos familiares -disfuncionales, fragmentados, unidos por intereses particulares...- creo que mi definición es mucho más precisa y próxima a la Verdad que la suya como de costumbre. Algo parecido pasa con las ambiciones. Las mías están lejos de ser materiales pues solo busco Verdad y Justicia, saber lo máximo posible y una vida tranquila y distraída. Las suyas están en la mayoría de los casos relacionadas con la fama y la fortuna, no sentirse solos y estar siempre acompañados aunque las relaciones interpersonales que les impliquen sean meros intereses desechables. A casi nadie le disgustaría una vida con total plenitud económica e inmenso reconocimiento, pero a muchos de los que la ansían no son conscientes de lo malo que ello puede conllevar. Además, bien sabemos los dos que cuando un mortal obtiene lo que desea, siempre quiere más o se las apaña para no sentirse completo con lo que tiene, causándole una infelicidad palpable.

Otra ventaja de ver el mundo desde arriba y probablemente una de las mejores es que nada de lo que suceda podrá salpicar jamás la integridad propia. Ellos sin embargo se regodean en su miseria como a mi me gusta decir. Cualquier problema puede quebrar sus frágiles espíritus, mientras que yo siempre permanezco imperturbable ante cualquier devenir. Así me sucede realmente con todo, como si fuese ya un Ascendido, cosa que siempre he querido lograr.

Por cosas como esas vivo de otra forma, de una muy distinta. No tengo la misma ilusión que antes por vivir en este mundo y probablemente la poca que me queda vaya a menos con el paso de las eras como es lógico. Pero no todo es blanco o negro, nunca lo es. Aunque el brillo en mis ojos ya no es el que fue, no ha desaparecido aún. Para ser totalmente justo y como seguro has percibido en todo este rato creo que el problema no es este mundo como tal, sino la relación que tengo con mis presuntos semejantes que en el fondo poco o nada tienen que ver conmigo. No estoy del todo desesperanzado porque eso es solo una pequeña parte de lo que es el mundo, pero aún así y por como se ha configurado en los últimos siglos no deja de ser uno de los puntos más importantes de cara a vivir en estos Tiempos.

Es curioso como conforme te escribo, menos pesimista se vuelve mi mentalidad a este respecto. Quizá sea tu influencia o quizá lo reconfortante de escribirte estas palabras, pero en este momento no tengo una visión tan señalada de forma negativa sobre vivir desde arriba. He llegado a la conclusión de que, viviendo desde las nubes, debo dejar de preocuparme tanto por como convivir con lo que hay bajo ellas y apuntar hacia algo que esté más alto. Es el momento de pensar en lo que hay más allá, en lo que hay en las estrellas, en los confines del espacio y la luz hasta los límites desconocidos de la realidad. Allá morará también la Verdad que tanto busco, y en el camino hallaré sujetos increíbles, grandes momentos y experiencias inolvidables. Todavía quedará en la Tierra algún lugar digno de ver y alguna persona digna de conocer, pero hacerlo con asiduidad se torna cada vez más complicado e improbable.

Cada vez son más accesibles todo tipo de informaciones -que pueden ser ciertas o no-, es más sencillo comprender cualquier cosa en este mundo y más fácil conocer cualquier detalle acerca de cualquier ser, objeto o lugar. Cosas como estas han hecho de este mundo un lugar más simple y con menos encanto. No obstante me gustaría abarcar la totalidad de lo que puede ofrecer y tras eso, proceder de la misma forma con el resto del Universo, hasta donde pueda llegar. ¿Sabes, hermana? Quizá habría estado bien vivir una vida como la de los demás en la que experimentar todo lo que experimentan ellos, pero habiendo visto durante siglos como suceden las cosas prefiero quedarme con lo que me ha tocado, que al fin y al cabo es lo que mejor se ajusta a mi y a mis prioridades: la tranquilidad y el conocimiento. A veces puede dar la sensación de que ni siento ni padezco, pero prefiero eso a sentir y padecer por cualquier pequeñez; a veces puede ser difícil recuperar algo de ilusión, pero siempre me queda saber que la realidad es mucho más grande que este pequeño mundo que ya veo desde las alturas; y a veces quizá sienta que me pierdo muchas cosas por ser como soy, pero no es nada comparado con ser feliz gracias a ello. Tanto me da, tanto me quita. Tanto tengo, tanto pierdo. Pero a la hora de la Verdad, todo se ve más bonito desde las nubes, y más hermoso aún debe ser desde las estrellas.

Es todo cuanto deseaba decirte, Atenea. Escribirte esto ha contribuido a que mi ilusión no se desvanezca y crezca con respecto al punto de partida de este escrito. Mil gracias como siempre te doy, mi amada Diosa y hermana, por atenderme y entenderme a la perfección; y mil gracias también por como como de costumbre ayudarme a encontrar una buena y bonita conclusión en el transcurso de la carta.

Tan dedicada y atentamente como siempre, con amor, Preliatore.

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