Destellos de Inspiración
Termina el año, sin pena, sin gloria y sin tan siquiera un mísero artículo o entrada en el Pretor. Conforme las ideas y los proyectos se acumulan en mis cada vez más repletos borradores, hay algo que no cesa de preocuparme: El Tiempo pasa. Y no de largo, eso está claro. Si no fuese porque soy alguien de convicciones muy marcadas es muy probable que en todo este Tiempo en el que no se ha publicado nada ya hubiese sacado a la luz muchas de las que considero grandes ideas que tengo almacenadas en esos borradores. Pero no lo he hecho, y no lo he hecho porque solo el contenido que pasa el corte de la máxima calidad termina saliendo a la luz.
En ese limbo infinito de las ideas sin publicar hay artículos y entradas en estados muy avanzados. Grandes reflexiones y también bastantes autoalabanzas, como no. Pero si no han visto la luz del Sol es por un simple motivo. Verán, yo solo escribo cuando estoy inspirado. Es una forma que tengo de garantizar la calidad de lo que escribo, y también de que yo disfrute con ello. De algún modo, si no escribo mientras soy presa de un arrebato de Inspiración, siento que aquello que escribo no tiene magia, y tampoco calidad. Es más, siento que no debería estar escribiéndolo, que pierdo el hilo de lo escrito y que las ideas que apenas instantes antes consideraba brillantes se desvanecen en una insondable y amnésica oscuridad. Cuando quiero darme cuenta, todo ha sido olvidado, se ha perdido. Y finalmente decido no continuar. No al menos hasta que regrese la Inspiración.
Este es uno de esos momentos de Inspiración, y por eso confío en que este articulo saldrá a la luz esta misma noche. Primero porque será muy breve, y segundo porque esta vez, en esta noche, el beso de las musas es muy apasionado. Porque ¿Qué es al final del día la Inspiración, sino una amante apasionada?
Sí, tal vez sea apasionada, pero también extremadamente caprichosa. Puede agarrarte con violencia, entrar con fuerza en tu mente y gobernar con decisión cada uno de tus pensamientos. Puede presentarse de muchas formas, aparecer como una idea, un recuerdo, una imagen... Y al poco Tiempo desaparecer, quizá para siempre, en las profundidades del Olvido. Como si nunca hubiera existido.
Es por esto que un artista siempre debe apreciar estos momentos. Aprender a identificarlos para así entregarse en cuerpo y alma a estos destellos de Inspiración mientras ésta decida estar presente. Yo, que me considero un artista de lo escrito, no debo ser menos. Insto pues a todo aquel que viva o disfrute de las artes a atesorar hasta el más pequeño momento de iluminación inspirada.
Aprovecharé pues estas últimas líneas para implorarle a las musas un próximo año, y en general todo un futuro, en el que el cálido abrazo de la Inspiración haga de sus visitas algo mucho más asiduo. De ello dependerá lo mucho o poco prolífica que sea mi futura producción. Y también la satisfacción que obtenga de mis ideas y lo lejos que éstas puedan llegar.
Nos veremos pronto, mortales. Si así lo quieren los Dioses...
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