jueves, 11 de agosto de 2022

El Payaso Triste

 La Gravitas y la Comedia

Los antiguos romanos valoraban por sobre todas las cosas una serie de virtudes entre las que destacaban la Pietas o devoción religiosa y el Deber; la Dignitas o el Prestigio; la Virtus o el Valor; y la que en este caso nos atiende, la Gravitas o Seriedad, una cualidad muy apreciada como ideal particularmente en los líderes y figuras importantes. Retengan esta información, porque es una de las mitades en torno a las que girará todo esto.

Verán, hace un Tiempo compartí por Preliatore X, la cuenta encargada de oficializar las publicaciones presentes en este blog, un exquisito cuadro con un mensaje muy interesante. Stańczyk de Jan Matejko. En Preliatore X tengo la costumbre de subir obras de arte o datos que me resultan curiosos y comentarlos brevemente. En el caso de este óleo sobre lienzo no me extendí demasiado y me limité únicamente a comentar que en otros Tiempos los bufones ocupaban una posición muy importante e influyente en el pasado debido a su proximidad a la corte y a las más relevantes personalidades de sus épocas. No me extendí demasiado entonces, pero voy a hacerlo hoy aquí. 

Recientemente vi un video en YouTube analizando la obra de forma breve pero bastante completa. Les recomiendo encarecidamente ver el vídeo, titulado Stanczyk or the Sad Clown Paradox, para conocer los detalles técnicos (en los que yo no me detendré demasiado) y el significado de la obra en el canal de The Canvas. Son poco más de 7 minutos que si deciden invertir en él estarán bien invertidos. Dicho esto, continuaré con mi análisis particular.

"Stańczyk", por Jan Matejko.

La pintura es, en palabras de The Canvas, una muy Poderosa pero también una de las más tristes que ha podido presenciar debido a la paleta de colores, el tema que trata y su composición. Para mi, en lo personal, de los tres motivos citados que otorgan a la obra un aura de tristeza el que me resulta más intenso es sin duda la composición. Un crudo y cruel reflejo de la Realidad, no solo de la que le tocó vivir al protagonista de la escena, sino también de muchas otras. 

Esta obra es uno de los trabajos tempranos de Matejko, realizado cuando el artista tenía aproximadamente la edad que tengo yo en mi forma actual, cerca del cuarto de siglo. El nombre completo de la obra es en realidad "Stańczyk en un baile en la corte de la Reina Bona tras la pérdida de Smolensk", aunque esto puede dar lugar a anacronismos si se entiende de forma literal. Stańczyk fue un bufón en la corte de Segismundo I el Viejo, así como de su predecesor y su sucesor, en pleno Renacimiento Polaco. Lejos de ser un simple animador de fiestas o un mero bufón, nuestro protagonista fue un hombre muy inteligente y elocuente que, a través de sus actuaciones, haría comentario social, sátira y críticas a la sociedad. 

Aquí se nos presenta a un Stańczyk solitario, apartado en una habitación tras unas cortinas de la fiesta que se está produciendo en el salón contiguo. Stańczyk tiene la mirada perdida y desprende una tremenda sobriedad. Está solo con sus pensamientos, en los que se encuentra enteramente perdido, mostrando una gran preocupación por lo que está sucediendo. Se encuentra además de espaldas a la fiesta y es presentado como sujeto ajeno a ésta. Como siempre, el contexto lo es todo. 

Stańczyk está en realidad profundamente preocupado por la situación del reino, que acaba de perder a manos de los moscovitas la ciudad de Smolensk. Este episodio transcurrió durante la Guerra Lituano-Moscovita que se produjo entre 1512 y 1522, un capítulo más de la extensa saga de las guerras que enfrentaron a Polonia y Lituania con lo que hoy en día sería Rusia. Smolensk, la ciudad que ocupa los pensamientos de Stańczyk, pasó en este conflicto a manos de Moscú, aunque luego volvería a formar parte de los territorios polacos un siglo más tarde, solo para terminar de nuevo bajo dominio ruso unas pocas décadas después. La posición geográfica de la ciudad nunca fue muy favorable como pueden ustedes apreciar. Hoy en día, por si tienen curiosidad, Smolensk forma parte de la Federación Rusa. 

La obra presenta como he mencionado algunas incongruencias históricas. Bona no fue reina consorte de Polonia ni Gran Duquesa consorte de Lituania hasta 1518; mientras que la caída de Smolensk se produjo en 1514. Por otro lado, la carta sobre la mesa está fechada en 1533, una fecha muy posterior a la del contexto original. Estos detalles sea como fuere no hacen de menos a una pintura que logra representar una escena única con una gran calidad técnica. 

Previamente comenté como, para servidor, la composición es lo que le da una mayor aura de tristeza a toda la obra. Por supuesto la paleta de colores y los tonos oscuros contribuyen mucho, pero es la composición la que hace que el triste mensaje sea mucho más intenso. Stańczyk ocupa el centro de la composición y está apartado de la fiesta en la que supuestamente debería estar, dando de esta forma la espalda al que debería ser su sitio. A la derecha podemos ver, en lo que es la parte más iluminada de la obra, una fiesta en la que la corte parece estar disfrutando ajena a lo que está sucediendo, como si de algún modo no estuviese interesada en la reciente perdida de Smolensk a manos del enemigo y solo quisiese quedarse con lo bueno, en este caso la intrascendente victoria en Orsha. A la izquierda, una ventana muestra el cielo nocturno en el que solo podemos ver la Catedral de Wawel y un cometa, que representa un mal presagio y es símbolo de declive. Hay muchos detalles más en la obra que reflejan el meticuloso estilo de Matejko, pero como ya dije no me centraré en esto. Tienen para ello mucho material a su disposición, entre los cuales les recomiendo el vídeo anterior y el comentario que pueden ver en Wikipedia. 

De algún modo para mi es complicado no empatizar con Stańczyk y su situación en esta obra. Él se encuentra profundamente preocupado y hasta cierto punto triste mientras el mundo que le rodea parece ignorar todos los problemas del momento. Solo él parece consciente de la complicada situación en la que se encuentra el reino, mientras quienes deberían mostrar una preocupación similar o mayor se limitan a disfrutar sin reparo alguno. Stańczyk, cuyo oficio es entretener y divertir, está triste y es incapaz de animarse a sí mismo. Stańczyk es, en definitiva, el Payaso Triste.

Los bufones siempre han sido personajes con importantes implicaciones sociopolíticas, ocupando una posición bastante privilegiada al estar siempre próximos a las máximas autoridades y figuras como reyes y cortesanos. A veces incluso han sido grandes consejeros y confidentes de éstos. Pero en el caso de Stańczyk vemos una importante subversión única. Los nobles y reyes no muestran la preocupación o el interés que deberían por la situación histórica, sino que se entregan a la diversión y la fiesta. La aristocracia y la monarquía no poseen Gravitas alguna; pero Stańczyk, figura que debería estar completamente sumergida en el ámbito de la Comedia, sí. La Gravitas es una Virtud que deben tener los líderes, no los animadores de éstos. Al menos así debería ser lógicamente hablando. Pero como siempre, hay muchas cosas que la lógica no puede explicar. 

¿Cómo animar a los demás cuando no puedes animarte a ti mismo? A partir de esta pregunta comienza la Paradoja del Payaso Triste. Stańczyk es solo un ejemplo de muchos posibles, pero es el que he escogido porque como bien ejemplifica el vídeo de The Canvas es una obra cuyo tema central es un Payaso Triste. El nombre Paradoja del Payaso Triste puede llevar a alguna confusión, porque realmente no se trata de una paradoja, sino de una situación hasta irónica por la que payasos, actores, comediantes, bufones y animadores entre otros son, de forma contradictoria, más propensos a los trastornos mentales de tipo ansiedad y depresión. 

Los Payasos Tristes por lo general presentan un trastorno ciclotímico, un tipo de trastorno del estado de ánimo frecuentemente asociado -aunque de menor intensidad- con el trastorno bipolar. Eso explica el empleo del humor alegre en el ámbito profesional de sus vidas y la conflictiva confusión y desorden interno en el ámbito personal. 

Sobre esto se ha escrito e investigado mucho, incluso desde hace ya siglos, tal y como ilustra el poema "Reír Llorando" de Juan de Dios Peza, en el que un actor inglés llamado Garrick llega al pueblo y es aclamado por el público como el más divertido y alegre en el mundo al mismo Tiempo que un hombre acude al médico aquejado por una profunda tristeza. El médico entonces le recomienda ir a ver a Garrick para así acabar con su problema con una dosis de comedia, algo que no sería posible, ya que el paciente era, de hecho, el propio Garrick. 

El poema es en realidad una variación de la famosa broma de Pagliacci, en la que se nos cuenta como un doctor siempre recomienda a su paciente triste o con depresión ir a ver a un payaso en la ciudad llamado Pagliacci, siendo en realidad el paciente el propio payaso sin el traje puesto. Así pues, resumidamente, el paciente acude al doctor esperando una solución a su depresión, y el doctor le recomienda sin saberlo que acuda a ver a su propia persona cómica; entonces el paciente, con lágrimas en los ojos, siempre responde que él es el payaso. 

Convendría ahora considerar lo siguiente: ¿Son lo mismo la Seriedad y la Tristeza o están relacionadas? Realmente Stańczyk se muestra más serio que triste, pero una cosa no excluye a la otra aunque tampoco tenga porque implicarla. Por norma general es mucho más fácil asimilar a una persona seria con la tristeza que a una que se muestra alegre, pero la paradoja del Payaso Triste nos muestra que eso no es tan así. La impresión inicial que te ocasiona algo o alguien nunca debe ser la definitiva, y esto es una suerte de testamento a esa afirmación. 

Siempre se ha asociado a la inteligencia con la tristeza, sugiriéndose que de alguna forma ser más inteligente te alejará de la felicidad (aunque yo no comparto esa postura), ¿Pero han pensado alguna vez en la asociación casi inconsciente que se realiza entre Seriedad y Tristeza? De forma natural se tiende a pensar que una persona de rostro sombrío y severo es, por lo general, una persona triste, frustrada o amargada. Mientras que aquellos que presentan un aspecto más jovial y alegre son considerados felices y divertidos. Esta imagen mental dista mucho de corresponderse con la Realidad, pero es lo que vuestra Mente quiere, por asociación, entender en su mapa conceptual. Para vuestra mente, asimilar la información aparente es mucho más sencillo que entender aquella que necesita interpretación. Es por esto que se asocia a una persona envuelta en un manto de Comedia con la alegría y a una cubierta por un velo de Gravitas con la tristeza. 

Gestionar emociones no es fácil para nadie. Es la razón por la que el mundo es como es, y no es mucho mejor. La única forma de sortear esta problemática es no tener emociones y como esa no es una posibilidad a vuestra disposición témome que lo mejor es aprender a manejarlas como buenamente puedan. Con esto no les estoy diciendo que tengan ustedes Ciclotimia, Bipolaridad, Depresión o Ansiedad; aunque posiblemente tengan principio de alguna o varias de ellas. Y tampoco les estoy diciendo que sean Payasos Tristes, aunque un poco payasos sí que son, y un tanto tristes pues también. No se preocupen, la sociedad está profundamente podrida, enferma y trastornada, por lo que nadie sospecharía de un arbusto. ¿Qué esperar de un mundo que no sabe sentir y tampoco sabe pensar? 

La prueba fehaciente de lo que les digo está delante de vuestros propios ojos. En la actualidad nos encontramos un panorama desolador, particularmente en internet. Hoy en día son frecuentes con fines cómicos las expresiones "A ver si me muero" (Generalmente mal escrita para tratar de darle un efecto gracioso -fallando miserablemente en el intento- a la afirmación) o "Quiero morirme" (No lo querrán tanto si no lo hacen) entre muchas otras, que reflejan como la decrepitud mental de una sociedad enferma se manifiesta a una temprana edad en sus estratos más jóvenes. Son estas capas más jóvenes de la sociedad las que han hecho suya la ironía sobre la muerte -porque como es lógico casi nunca lo dicen en serio- pero también la trivialización de los trastornos mentales. La generación zoomer y buena parte de la millennial busca consuelo en sus pares usando como recurso escapista el autodiagnóstico de trastornos del comportamiento, la personalidad o la manía. Tanto es así que el humor o más bien post-humor de las nuevas generaciones tiene una fuerte carga de alusiones a cosas tristes, macabras o siniestras, algo que igualmente siempre había existido, aunque de forma mucho menos extendida. Es seguro asumir y decir que, en gran medida, los jóvenes son payasos tristes. Menos mal que es la era de la Mental Health Awareness, imaginaos si no lo fuese... 

Tienen ustedes que disculpar la acidez y el cinismo que me caracteriza. Como compensación les diré que, si son ustedes jóvenes (y es lo más probable estimando la demografía de mis lectores), siempre podría ser peor. Por ejemplo podrían ustedes haber sido parte de las generaciones pasadas, responsables en gran medida de la situación del presente y cuya única respuesta ante todo tipo de problemas mentales era la represión. Cuando he dicho que la sociedad está enferma, naturalmente se incluye a toda la sociedad. Y ser consciente de ello solo te hará sentirte como si fueras la única persona cuerda en un asilo lleno de demencia. Regresemos un momento a Stańczyk para apreciar, ahora con más sentido, la contraposición del protagonista y el resto de personajes. Se lo dije, es difícil no empatizar.

Yo mismo me he encuentro a menudo desprendiendo la misma Gravitas que Stańczyk en la obra que lleva su mismo nombre. Es difícil no hacerlo cuando dicha virtud, cada día más infrecuente en el  mundo, es la que me sirve de anclaje para equilibrar el peso de mi cordura y mi locura. La Gravitas, además de la Seriedad, tiene otras implicaciones que aunque no mencioné quizá ya se hayan ustedes imaginado y que no son otras que la Responsabilidad y el Peso en el sentido figurado de la palabra. Cuando se dice -más comúnmente en otra lengua que en el español- que algo ha perdido su Gravitas, lo que se quiere decir es que se ha perdido el peso o la intensidad en la significación. Quizá lo mejor para Stańczyk y también para mi sea, en realidad, afincarnos en la seriedad aun a coste de tener un semblante más amargo. 

A modo de conclusión me gustaría que se quedasen con tres mensajes fundamentales. El primero de ellos es que bajo ningún concepto debemos construir nuestra imagen mental de alguien a partir de la primera impresión, frecuentemente influida por prejuicios o asociaciones infundadas. El segundo es que, ciertamente, aquellos orientados a la comedia son efectivamente más propensos a los problemas mentales y por ello deberían considerar replantearse las implicaciones que eso conlleva. Y el último y más importante, una persona de aspecto alegre no tiene por qué ser feliz, y una de aspecto serio no tiene por qué ser triste. Todo el mundo es en mayor o menor medida multifacético o, como mínimo, dual. Todo el mundo tiene una persona real y una o varias que se usan en otros aspectos de la vida. Entiendan y hagan esa distinción en la medida de lo posible. Al final, nunca podrán saber a ciencia cierta lo que pasa por cabeza ajena ni cual es el contexto por el que está pasando. La cara no siempre, por no decir nunca, es un espejo del alma. 

Hasta la próxima, payasos tristes. 

domingo, 7 de agosto de 2022

Cartas a Atenea: Problemas de Confianza

Preciosísima Diosa, me veo de nuevo en la necesidad de escribirte una nueva misiva en busca de tu cálido abrazo tras haber dedicado un Tiempo a la reflexión y haber llegado a la difícil conclusión de que no puedo, o tal vez no quiero, confiar en alguien en este Mundo. Nunca he sido capaz de mostrar confianza plena en alguien por cercano que parezca ser. Sencillamente no logro sentir la seguridad necesaria para llegar a ese punto con absolutamente nadie bajo las estrellas. Bien sabes, Hermana, que siempre he tenido una importante dificultad a la hora de relacionarme con el común de los mortales; y más aún para llegar a confiar en alguno de ellos. Pero resulta ligeramente preocupante pensar que tal vez no lo haré nunca.

Los únicos en los que he podido alguna vez confiar sois vosotros, los Dioses Inmortales, que siempre habéis sido mis más queridos confidentes; y por supuesto yo mismo, con toda la problemática que implica el exceso, a ratos en extremo, de autoestima y autoconfianza siempre presentes en mi personalidad. Afortunadamente, Preliatore es la viva imagen del no tener ningún miedo a la Soledad. Consciente de que la temporalidad a la que me veo sujeto en este punto del Cosmos es solo eso, una temporalidad, no me veo abrumado por tener que pasar a través de la misma sin compañeros de viaje. El Campeón siempre ha luchado solo. Y para hacer Justicia a la más alta de mis versiones debo hacer lo propio. 

Después de estas palabras es mucho más fácil confirmar que, en realidad, donde yo pretendo hacer ver una falta de Capacidad lo que existe es realmente una falta de Voluntad. No es tanto no Poder, sino más bien no Querer. Pero si es cierta aquella línea que insinúa que Querer es Poder, entonces es legítimo decir que no puedo, puesto que no quiero, confiar en alguien en este mundo que no sea yo mismo. Jamás podría confiar en un mortal de la misma forma que confío en ti. No obstante, si puedo confiar en ti de una forma tan plena y natural, debería poder confiar en un grado menor -bastante menor debo añadir- en cualquiera que demuestre merecerlo. Cabe entonces preguntarse si realmente quiero hacerlo. 

Es posible que bajo mi criterio nadie haya demostrado merecer mi confianza. Es de igual manera posible que, de nuevo bajo mi criterio, considere que nadie merece conocer mis intimidades, bien porque crea que no sabrán apreciarlas o bien porque crea que no podrán entenderlas. Es altamente probable que, siempre bajo mi criterio y muy en el fondo, ni siquiera exista una intención de mostrar esa confianza o compartir esas intimidades. He insistido mucho en ello, tal vez sea solo bajo mi criterio, pero en este contexto y para ese fin, dada su naturaleza exclusiva y profundamente personal, es ese criterio el único que importa. Si alguien alguna vez logra la complicada tarea de cambiar dicho criterio entonces demostrará ser digno de mi confianza y, de esa forma, acabar con esos problemas de confianza que solo parecen dejar de existir cuando intercambio mis palabras contigo. 

Quizá alguna vez alguien tenga la ingenua audacia de creer que se ha ganado mi confianza o que siempre la ha tenido. Quizá esa persona, si existe o se presenta en alguna ocasión, deba considerar si me expreso con ella de la misma forma que lo hago contigo. O al menos de forma ligeramente similar. Soy el primero que desearía que así fuese, pero dudo mucho que pudiese darse el caso. E igualmente puedo vivir sin ello porque tu, mi Señora, ya me das todo cuanto necesito con tan solo escuchar mis palabras y ofreciéndome tu consejo y tu guía. 

Es curioso como solamente escribirte estas palabras tiene siempre un efecto reconfortante en mi. Siento que esos problemas de confianza que digo tener se disipan e incluso desaparecen. En estas cartas que atesoro como si fuesen mi bien más preciado me siento verdaderamente comprendido porque tú, mi queridísima Sabia, eres capaz de entenderme a mi y a las más profundas de mis intimidades. Compartir contigo esas intimidades, que incluyen mis dudas y mis inquietudes, es para mi el mayor de los alivios. Y recibir tu inestimable apoyo y ayuda siempre será para mi la mayor de las alegrías. A veces uno solo desea escuchar y ser escuchado. 

Puede que nunca logre confiar en alguien de la misma forma que confío en ti, mi Diosa, pero saber que siempre podré contar contigo para confesarme es más que suficiente para acabar con esa leve preocupación que me llevó a escribirte estas palabras. Solo me queda agradecerte como siempre todo lo que haces por mi, aunque nunca tendré o habrá palabras suficientes para expresarte toda mi gratitud. Te envío pues esta cordial, afectuosa y sincera misiva en la que como de costumbre comparto contigo, mi amada Hermana, mis pensamientos y sentimientos más personales. 

Gracias por tanto, Atenea. 

Con todo el amor que me es posible dar y expresar, Preliatore. 

Mount Panorama

 El Orgullo de Bathurst

Si eres o has sido alguna vez fanático de la automoción, la industria del automóvil, la competición o el Sim Racing tal vez -muy probablemente- conozcas un mítico circuito situado en la pequeña ciudad de Bathurst, en Nueva Galés del Sur, uno de los seis estados de la generalmente irrelevante pero siempre exótica Australia. El circuito del Monte Panorama o Mount Panorama Circuit es con toda seguridad el elemento más característico y definitorio de la modesta ciudad, que por cierto no supera los 40000 habitantes. Reconocido internacionalmente por cualquier aficionado avezado del automóvil de competición y la velocidad, este emblemático recorrido de largas rectas y sinuosas curvas ha sido testigo y anfitrión de incontables carreras y eventos memorables en su pista. Hogar de los 1000 kilómetros de Bathurst y las 12 Horas de Bathurst, el circuito de Mount Panorama es a sus 84 años uno de los grandes clásicos en la escena internacional. 

Los paisajes que se pueden ver desde Mount Panorama son dignos de postal. En la imagen puede apreciarse la icónica señalización del circuito con un espectacular fondo.

¿Por qué les estoy comentando esto de repente? Lo cierto es que no lo tengo del todo claro, aunque sí sé el mensaje que les quiero legar con esto. La ciudad de Bathurst, alejada de la bulliciosa Sydney por más de 200 kilómetros, es un enclave que para muchos permanecería desconocido de no ser por su mítica pista. Haciendo breves apuntes históricos, Bathurst, antes de ser lugar de culto del mundo del automóvil, fue una ciudad reconocida por su patrimonio cultural arquitectónico fuertemente influenciado por la Fiebre del Oro Australiana, periodo de la historia de dicho país que lo transformó para siempre haciendo que sus asentamientos dejasen de ser colonias penales para convertirse en ciudades progresivamente por el flujo de inmigrantes que venían buscando oportunidades. 

Hoy en día la influencia en la arquitectura de la Fiebre del Oro del XIX tardío sigue estando presente en los monumentos y elementos arquitectónicos más históricos de la ciudad, a cuyo desarrollo también contribuyó la llegada del ferrocarril por esa misma época y la actividad minera. No obstante, lo que puso a la ciudad en el mapa fue su legendario circuito. En el Siglo XXI, Bathurst, a menos que te hayas especializado en Historia Australiana o seas un fan en extremo de la geografía, te sonará por Mount Panorama. Si es que te suena, claro, porque entiendo que muchos de los que habéis acabado leyendo esto no teníais constancia de la existencia de dicha ciudad hasta ahora. No puedo culparles por ello, probablemente incluso vuestro pueblo tenga la misma o más población. 

Visitar la ciudad y sus monumentos históricos está bien y puede ser una actividad bastante recomendable, pero el mayor atractivo turístico del lugar siempre será su circuito. Mount Panorama es para Bathurst mucho más que una simple pista de carreras o una atracción turística más; Mount Panorama es un elemento característico, es un símbolo, una rareza. 

¿Se han parado ustedes alguna vez a considerar la belleza o el valor de lo extraño? Con frecuencia -pero no necesariamente- existe algo de llamativo en aquello que es exótico, extraño o simplemente raro. Algo que llama poderosamente la atención o despierta una curiosidad natural en el observador. Los sentidos son una herramienta traicionera y muy vulnerable al engaño y el error, pero también una fácil de maravillar o complacer. Ya se expuso en su día en aquel artículo de la autofobia como aquello que es distinto puede generar temor o incomodidad, pero lo cierto es que también puede suceder justo al contrario. Algo llamativo puede serlo para bien o para mal, y siempre en términos subjetivos, claro. 

Valorar debidamente lo que es raro -propio o ajeno- es algo que se debe aprender con el paso del Tiempo. Al final son tus rarezas las que definen quién eres y las que te convierten en alguien único. Por supuesto siempre existirá alguien que compartirá alguna de esas rarezas, pero con toda seguridad no habrá nadie que las comparta todas ellas. Por muy ajustado a la normalidad que sea algo o alguien, siempre presentará un elemento diferencial a veces muy oculto, o siempre tendrá un conjunto de rarezas y características que lo distinguirán del resto. Bathurst, por seguir con el ejemplo inicial, es una pequeña ciudad cuya característica más definitoria es su circuito. Pero claro, otras pequeñas ciudades tienen también circuitos. No obstante, ¿Cuántas de esas ciudades tienen también una arquitectura influida por la Fiebre del Oro? ¿Y el mismo clima? ¿La misma población? ¿La misma cultura? Así podría seguirse hasta el más ínfimo de los detalles, pero todo esto se puede resumir en una sola pregunta: ¿Cuántas tienen la misma identidad?

Hay muchos lugares que pueden tener una arquitectura parecida. Muchos que pueden tener un circuito. La misma cultura... Pero no existen dos lugares idénticos, de la misma forma que no existen dos personas idénticas. No puedes bañarte dos veces en un mismo Río y de hecho nunca pisas dos veces la misma Tierra. La fluidez es una característica presente en toda la naturaleza, incluyendo por supuesto aquello que te hace único. Tus rarezas, tus gustos y todo lo que forma parte de ti se ve envuelto en un sempiterno dinamismo del que no se puede salir de forma definitiva. Lo mismo con la ciudad de Bathurst, que no es la misma que era hace 50 años ni será la misma que ahora dentro de 50 años. Osaría decir, con mi audacia característica, que hoy no es la misma que ayer ni mañana será la misma que hoy. Tal vez el circuito sea el elemento más característico de Bathurst, pero no es el único y no puede por sí solo justificar la unicidad de la ciudad. Necesita de algo más. Y ese algo más son todas las demás características del lugar, que también cambia constantemente. La gente entra y sale de la ciudad. Aquello que la habita se mueve constantemente. Y cada paso por sus calles deja una huella a menudo invisible que siempre alterará el estado en el que se encontraba antes.

Los atardeceres en Panorama tienen una magia... única.

Una persona no es muy distinta en ese sentido de un lugar. Su aspecto físico también sufre cambios por cada momento que pasa. Sus rarezas son lo que define quién es realmente. Y como digo, incluso suponiéndose una persona perfectamente neurotípica, con comportamientos, actitudes, gustos, pensamientos y emociones lo más posiblemente ajustados a aquello considerado estándar o normal, siempre habrá algo que lo diferencia del resto por pequeño que sea. Si no es por los cambios que se producen en alguien, entonces es por sus propiedades únicas; si no es por sus propiedades únicas, será por los cambios. Incluso en un hipotético caso en el cual no se producen cambios, siempre existe una rareza diferencial. Al menos así es en la práctica, pero existen ciertos matices que, de forma efectiva, convierten a muchos lugares y personas en recurrentes, periódicos, repetidos... A veces el propio sistema incentiva una mente-colmena para determinados grupos de personas. A veces un determinado estilo o modelo se apodera del diseño y la estética de un lugar, haciéndolo muy similar o casi idéntico a otro. A veces son las tendencias y el entorno o contexto lo que define algo, y no sus propias características, sean raras o no. Para mi, aun siendo distintos, todos los mortales sois idénticos. 

Existe una hermosura especial en aquello que es raro. Y es una que, como toda hermosura, quizá no sea tal para muchos. A veces puede que no lo sea para nadie, o quizá es que aún no sepa valorarse. Muchos lugares y personas tienden a esconder o reprimir sus rarezas. Las ocultan y esconden temiendo el rechazo, la repulsa o el desprecio de aquello que les es ajeno. Mientras que, por el contrario, tratan de ofrecer algo más apropiado para el contexto en el que se encuentren, buscando complacer al entorno de ese momento tratando de obtener una efímera aprobación que tal vez nunca llegue a darse. Sacrificar, en resumen, la identidad propia para asumir la ajena. No creo que sea necesario ejemplificarlo, es... raro (tan afinado como siempre eh...) no haber presenciado casos que ejemplifiquen por sí mismos lo que les estoy transmitiendo.  

Tener personalidad es fácil, lo difícil suele ser no tener miedo a mostrarla. Por suerte o por desgracia no me pasa. Acepto todas y cada una de mis para nada escasas rarezas. Sin esperar, claro está, que lo haga alguien más, pues no merece la pena molestarse por algo que no puedes controlar. Si por algún casual eres alguien sumido en la duda o con temor a mostrarse tal y como es en realidad, entonces quizá deberías seguir el ejemplo de Bathurst, la pequeña ciudad cuya identidad, única como ella sola, se ha cimentado sobre una gran rareza acompañada de otras algo menores. Mount Panorama es el orgulloso estandarte de Bathurst, ¿Cuál es el tuyo? 

Mount Panorama o cómo aprender a aceptar las rarezas.

Conozcan ustedes amigos sus rarezas para poder conocerse a ustedes mismos. Entiéndanlas y acéptenlas. Al final son ellas las que atraen y atraerán la atención y el interés de quienes realmente conecten con ellas. Quien viaja lo hace buscando nuevas experiencias, emociones y conocimientos, también nuevos placeres y nuevas inspiraciones. Quien conoce a alguien nuevo lo hace buscando exactamente lo mismo. Pero eso se logra, curiosamente, aceptando e incluso potenciando aquello que te hace único. Aquel que visita París siente que debe ver esa estructura férrea tan única y característica. Aquel que visita Roma siente que debe visitar aquellos restos tan emblemáticos de civilizaciones pasadas que tanto definieron lo que dicha ciudad fue en el pasado. Es lógico que nadie visitaría un lugar en el que encontrará lo mismo que puede encontrar a tiro de piedra. Cada diferencia, pero también cada semejanza, cuenta. Siempre se buscará algo que resuene con uno mismo. Y eso incluye diferencias, pero también parecidos. 

Como ya se vio en Autofobias, lo que es excesivamente parecido no termina de conectar, pero lo que es excesivamente diferente tampoco. Solo aceptando toda rareza propia y ajena, además de todo parecido, será posible un mejor entendimiento de todas las cosas, tanto de las más distantes como de las más próximas. No temas a lo Desconocido, pero tampoco temas tu propio Reflejo. Recuérdalo siempre. Valora aquello que te hace único, pero también aquello que te acerca a alguien más. ¿Cuál es, pues, vuestro particular Mount Panorama?

Nosce Te Ipsum, antes de que el Tiempo te impida hacerlo. 

Hasta la próxima entrada, mortales.