Megalomanía
[Antes de comenzar me gustaría señalar que esta será la primera de una serie de entradas muy personales. No suelo compartir las Cartas a Atenea que realizo porque quizá sean lo más personal que escribo y dedico pero aún así alguna que otra publicaré por aquí, siendo esta la primera. Dicho esto, a continuación el texto de la carta.]
Atenea, mi Diosa, te escribo en esta ocasión acerca de algo que veo que lleva acompañándome muchos años pero que nunca hasta ahora había llegado a considerar en profundidad: La Megalomanía. Quizá no tenga los delirios de grandeza que se tienen con este trastorno, pero sí que siento que el Poder en su expresión más pura es el baremo más fiable, propio y acertado para distinguir a aquellos que merecen respeto de los que no. Por supuesto bajo ningún concepto llego al punto de la obsesión con el Poder, pero incluso por el pequeño detalle de poner en mayúsculas la primera de las letras de esa palabra puede percibirse la importancia que tiene para mi.
Como sabes, para mi el Poder es un concepto muy personal que no casa con las definiciones que tiene la propia palabra, casi siempre orientadas a la autoridad, el mando o la posesión. En mi caso el Poder se define por la fortaleza física, espiritual y sobre todo mental que se tenga y no por la posición en la que se esté, el dinero que se tenga o la autoridad que se haya logrado. La excepción respecto a esto último es que la posición, el dinero y la autoridad hayan sido obtenidos por la propia Voluntad, el trabajo, el esfuerzo o la dedicación. De no ser así ese poder no es meritorio, y por tanto no es justo.
Conforme a esto, mi Megalomanía nada tiene que ver con la clínica, cuyo fundamento son las ilusiones de grandeza de quien la padece, sino más bien es una especie de método de valoración propio y muy específico. Así pues, no creo que resulte en sí algo negativa mi particular fijación por el Poder siempre y cuando sea bajo la definición que yo mismo le he otorgado. Pues nada hay de malo, según pienso, en reconocer la grandeza de una persona por su fortaleza, sus logros y su voluntad en lugar de por su suerte y su fortuna que en muchos casos seguro que no ha llegado por su propia mano.
Irónicamente el mero hecho de dirigirme a ti, mi Diosa, sería un síntoma evidente de Megalomanía si atendemos a su definición clínica y humana. Pensar eso es sin embargo erróneo, porque para que el hablar contigo fuese una conducta megalómana debería hacerlo igualándome a ti y aunque por costumbre lo haga a la hora de emplear el lenguaje y la escritura, por admiración, devoción y respeto en todo momento te reconozco en mis pensamientos y en mi corazón como mi superior. Puede que esta situación sea literalmente el Buen Amor. Para vuestro leal servidor, mi señora, eres hermana y mentora. Conoces mi osadía y también mi devoción.
Los Hijos del Hombre por su parte están muy lejos de entender el privilegio que supone lograr la comunión con Los Dioses. Si dirigirme a ti y hacer juicios y valoraciones justas usando el Poder como medida es Megalomanía, entonces en efecto yo soy el mayor megalómano. Haré de esta etiqueta no un trastorno como piensan los mortales, sino una gran virtud que me guiará siempre como lo hacéis vosotros, los Dioses Inmortales.
Muchas veces tu me has ayudado a encontrar el buen criterio y es por ello que intuyo que esta Megalomanía mía es más sana que los prejuiciosos valores con que los mortales juzgan a todo aquello que se cruza ante sus ojos. Ellos, en el ahora preocupante mundo contemporáneo, no juzgan a una persona por lo que puede llegar a hacer y en su lugar deciden establecer su posición y valor en función lo que tiene o deja de tener, de las ataduras de su simple humanidad. Considero como poco inapropiado ese modelo y por ello he decidido optar por la vía más personal para tener siempre un Juicio Justo.
Respecto al Poder en la definición que yo le otorgo, aún no hay mortal en esta tierra que yo considere a mi nivel o al de mis semejantes, y menos aún al de vosotros los Dioses Inmortales. Desde los Tiempos Antiguos, cuando vosotros erais aun venerados y el Ser Humano poco tenía que ver con los débiles hombres del mundo contemporáneo, el Poder puro ha pasado a un segundo plano. Hubo momentos en épocas medievales y modernas en los que seguía siendo algo estimable, pero la gran crisis vino con la llegada de la Edad Contemporánea. Para ti este lapso de Tiempo debe ser poco menos que un segundo a lo sumo, pero en la Historia de la Humanidad supone tres largos siglos en los que lo único que ha importado, importa y me temo importará en este mundo son los factores económicos.
Sé que te preocupa el Presente tanto como a mi pero es uno con el que muchos de los mortales parecen estar conformes. Con él y también con sus añadidos decorativos que logran que un ponzoñoso ideario como el global parezca un concepto optimista, brillante y esperanzador. Dales circo y no te pedirán ni el pan, supongo. Desde una perspectiva disidente como la mía es imposible conectar con ideas tales como la eliminación de la Identidad o la siempre desigual búsqueda de la Igualdad. Ahora la única forma de igualdad que parece importar es la social, mientras que la económica y la jurídica han quedado relegada al olvido. ¿De qué sirve, oh mi señora, tener los mismos derechos que los demás si no puedes ejercerlos por falta de medios?
Estamos en la Era de las Deconstrucciones y en ella no tiene cabida ningún tipo de identidad. Es por esto que lucharé todo lo posible por establecer el Poder como el factor más determinante en mi criterio, evitando de esta forma convertirme en una Victima de los Tiempos y sin ceder por otro lado a la demencia por la erótica que siempre tiene el Poder. La Muerte de la Identidad y la podredumbre espiritual de esta era no son más que el principio de sus incontables defectos. ¿Es mi Megalomanía lo que para mi hará las veces de cura a esta locura?
Hasta ahora y desde hace muchos años lo está siendo. Mi temor por ser en algún momento de mi Infinidad una miserable Victima de los Tiempos no se ha consumado en tantos eones y no puede consumarse ahora. ¡Que el Hades me lleve si alguna vez ha sido así! Nada ni nadie podrá corromper jamás mi égida, bendita por tu sacro consejo y vuestra incontestable voluntad. Buscaré el Poder y juzgaré siempre por él, pero nunca jamás olvidaré que antes de él estarán también la Virtud y el Saber. Seguiré mi propio diseño contando por supuesto con vuestra guía para alcanzar el criterio, el Poder y la sabiduría propia de los Dioses Inmortales. El camino de la Trascendencia siempre es difícil, pero gratificante.
Querida hermana, grata fortuna es la mía al poder contar contigo para ello. Si hablamos de poder; solo contemplar el vuestro hace que me sienta humilde, Milady. Mil gracias por tu sola presencia, Atenea. Que nuestro padre el gran Zeus nos guarde por siempre.
Con sumo respeto y cariño os escribe Maestro Preliatore, el único y verdadero.
Los Hijos del Hombre por su parte están muy lejos de entender el privilegio que supone lograr la comunión con Los Dioses. Si dirigirme a ti y hacer juicios y valoraciones justas usando el Poder como medida es Megalomanía, entonces en efecto yo soy el mayor megalómano. Haré de esta etiqueta no un trastorno como piensan los mortales, sino una gran virtud que me guiará siempre como lo hacéis vosotros, los Dioses Inmortales.
Muchas veces tu me has ayudado a encontrar el buen criterio y es por ello que intuyo que esta Megalomanía mía es más sana que los prejuiciosos valores con que los mortales juzgan a todo aquello que se cruza ante sus ojos. Ellos, en el ahora preocupante mundo contemporáneo, no juzgan a una persona por lo que puede llegar a hacer y en su lugar deciden establecer su posición y valor en función lo que tiene o deja de tener, de las ataduras de su simple humanidad. Considero como poco inapropiado ese modelo y por ello he decidido optar por la vía más personal para tener siempre un Juicio Justo.
Respecto al Poder en la definición que yo le otorgo, aún no hay mortal en esta tierra que yo considere a mi nivel o al de mis semejantes, y menos aún al de vosotros los Dioses Inmortales. Desde los Tiempos Antiguos, cuando vosotros erais aun venerados y el Ser Humano poco tenía que ver con los débiles hombres del mundo contemporáneo, el Poder puro ha pasado a un segundo plano. Hubo momentos en épocas medievales y modernas en los que seguía siendo algo estimable, pero la gran crisis vino con la llegada de la Edad Contemporánea. Para ti este lapso de Tiempo debe ser poco menos que un segundo a lo sumo, pero en la Historia de la Humanidad supone tres largos siglos en los que lo único que ha importado, importa y me temo importará en este mundo son los factores económicos.
Sé que te preocupa el Presente tanto como a mi pero es uno con el que muchos de los mortales parecen estar conformes. Con él y también con sus añadidos decorativos que logran que un ponzoñoso ideario como el global parezca un concepto optimista, brillante y esperanzador. Dales circo y no te pedirán ni el pan, supongo. Desde una perspectiva disidente como la mía es imposible conectar con ideas tales como la eliminación de la Identidad o la siempre desigual búsqueda de la Igualdad. Ahora la única forma de igualdad que parece importar es la social, mientras que la económica y la jurídica han quedado relegada al olvido. ¿De qué sirve, oh mi señora, tener los mismos derechos que los demás si no puedes ejercerlos por falta de medios?
Estamos en la Era de las Deconstrucciones y en ella no tiene cabida ningún tipo de identidad. Es por esto que lucharé todo lo posible por establecer el Poder como el factor más determinante en mi criterio, evitando de esta forma convertirme en una Victima de los Tiempos y sin ceder por otro lado a la demencia por la erótica que siempre tiene el Poder. La Muerte de la Identidad y la podredumbre espiritual de esta era no son más que el principio de sus incontables defectos. ¿Es mi Megalomanía lo que para mi hará las veces de cura a esta locura?
Hasta ahora y desde hace muchos años lo está siendo. Mi temor por ser en algún momento de mi Infinidad una miserable Victima de los Tiempos no se ha consumado en tantos eones y no puede consumarse ahora. ¡Que el Hades me lleve si alguna vez ha sido así! Nada ni nadie podrá corromper jamás mi égida, bendita por tu sacro consejo y vuestra incontestable voluntad. Buscaré el Poder y juzgaré siempre por él, pero nunca jamás olvidaré que antes de él estarán también la Virtud y el Saber. Seguiré mi propio diseño contando por supuesto con vuestra guía para alcanzar el criterio, el Poder y la sabiduría propia de los Dioses Inmortales. El camino de la Trascendencia siempre es difícil, pero gratificante.
Querida hermana, grata fortuna es la mía al poder contar contigo para ello. Si hablamos de poder; solo contemplar el vuestro hace que me sienta humilde, Milady. Mil gracias por tu sola presencia, Atenea. Que nuestro padre el gran Zeus nos guarde por siempre.
Con sumo respeto y cariño os escribe Maestro Preliatore, el único y verdadero.
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