¿Por qué tan afrancesado?
Esta breve entrada -porque será breve- será si me lo permiten una de las más particulares del blog. Hoy, fecha señalada en el país vecino, aprovecharé para explicar el porqué de mi filia hacia el país de Francia. De paso felicitaré debidamente a esa gran nación.
Así es chavales, me confieso francofilo. Es algo que muchos que me conocen o ya saben o puede que supongan, pero es algo que nunca me he parado a explicar, así que voy a hacerlo en este artículo.
Puede decirse que como tal no hay ningún motivo en concreto por el que tenga esa francofilia y que es una cuestión de admiración y aprecio más que otra cosa. Cuando empezaba mi adolescencia, sin ningún motivo aparente, empezó a gustarme mucho Francia, como país y sobre todo como entidad histórica. Su geografía, su arte, sus personalidades y sus grandes figuras también son puntos a favor. Pero vayamos por partes.
Empezando por Francia como entidad histórica no se puede decir que en los últimos tiempos, y me refiero no a unos pocos años sino a hace ya poco más de un siglo, no haya sido la superpotencia que fue en su momento. Pero es que es precisamente su época entre los siglos V y XIX la que hace que me guste tanto. Y por supuesto el principio de la Edad Contemporánea.
Sí, desde la Guerra Franco-Prusiana la situación no ha sido muy favorable, pero es innegable que, se diga lo que se diga, el esfuerzo bélico en ambas guerras mundiales por ejemplo fue considerable. Aunque en la Segunda no se tenga un buen recuerdo de ella por su presta caída; la resistencia y la Francia Libre hicieron bastante durante el resto de la guerra. Pero retrocedan en el Tiempo hasta las épocas medievales y modernas, pues ahí donde encontrarán una de las razones de mi Francofilia.
Si tuviera que hacer una lista de países por orden de preferencia posiblemente la dividiese en “Tiers” y Francia se encontraría en un “Mid Tier 1” junto a España e Inglaterra. Porque sí, pese a ser Francia mi favorita entre las tres, es imposible restarle grandeza a sus grandes aliados y a la vez rivales históricos, la mía patria España y la gran Inglaterra. En un nivel superior, el “High Tier 1” encontraríamos como entidades históricas al Imperio Romano (y toda la Civilización Romana en general), la Civilización Griega, Sumeria y el Antiguo Egipto. Dejaré la lista para otro momento.
Mis preferencias no sorprenden, las Civilizaciones de la Antigüedad siempre serán para mi las más grandes. Por supuesto la lista es mucho más larga e incluye numerosas naciones y entidades históricas, algunas más previsibles y otras un tanto más extrañas, pero expongo aquí las más famosas. El caso de Francia, España e Inglaterra probablemente está influido sin que lo pueda evitar por la cercanía que tienen dichas naciones respecto a mi y entre sí. No en vano he nacido en una de ellas y las otras dos están prácticamente al lado. Pero no es esta una cuestión de etnocentrismo aunque las tres formen parte por así decirlo de la Vieja Europa, porque otras naciones que me parecen sumamente respetables son Irán, Rusia (Sobre todo Novgorod), China o Japón, que pillan muy lejos de aquí. Es una cuestión de preferencias, casi temáticas, por los elementos que se encontraban aquí en las épocas medievales y modernas.
Empezando por la Edad Media, la figura de los Caballeros siempre me ha gustado muchísimo. Sé perfectamente que con el paso de los siglos ha sido muy idealizada y que muchos de ellos no eran como se les pinta, pero siempre he encontrado en el arquetipo de caballero una figura muy respetable y noble. Un individuo con principios, con valores, con moral, en definitiva con un código y una conducta ejemplar. Muchos de estos tipos podían ser en realidad e históricamente mercenarios, violentos y necios, pero no por ello debe obviarse que los verdaderos caballeros existieron y que, por pura estadística, también debió haber muchos como los he definido yo.
En ese sentido, encontramos en Francia, España e Inglaterra una gran cantidad de figuras de este estilo. Algunas de ellas pueden ser míticas, otras pueden ser legendarias con un fondo real, y otras simplemente son históricas, pero igualmente impresionantes.
En España tenemos al Cid Campeador que, lejos de ser el héroe legendario que los cantares de gesta proponen, probablemente fuese un mercenario. Pero ojo también una máquina, un Poderoso y capaz guerrero de destreza sin parangón tildado de Leyenda por los cristianos y por sus seguidores o de Tirano por los musulmanes. Todo varía según la fuente que lo mire. Así que si bien el Cid era un mercenario, era también un guerrero de valía inigualable cuya figura, aunque haya sido exagerada por las leyendas, debió ser impresionante a todos los efectos.
También en España encontramos la figura de Don Pelayo. Poco se sabe a ciencia cierta de este noble visigodo excepto que con él comenzó la Reconquista tras su victoria en Covadonga. Probablemente las cifras de las batallas en las que se vio involucrado estén casi seguro infladas por la Crónica de Albelda. Sin embargo no se le puede quitar el mérito de estar en clara inferioridad y triunfase ante un enemigo que le superaba.
En Inglaterra empezamos a encontrar más figuras de ese corte. La leyenda caballeresca más conocida de entre todas las que hay en el mundo quizá sea una nativa de Inglaterra y en menor medida Francia, la del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. La Historicidad de Arturo y el resto de elementos que le rodean está muy traída por los pelos y es muy debatida, pero es innegable que todo lo que sobre él y sus caballeros se cuenta es muy interesante. El Lore que rodea a Arturo y los caballeros es de lo mejor que uno puede encontrarse atendiendo a la época a la que nos remiten las referencias. De todos modos, poco o nada se sabe con fiabilidad de Britania tras la caída de Roma. En caso de ser una figura histórica como tal debe suceder algo similar a lo que pasa con el Cid, por lo que estaríamos ante uno de esos guerreros que solo se ven una vez en la vida.
En Francia por último tenemos varias figuras así, muy conocidas todas ellas. Roldán, por ejemplo, es otro de esos personajes que si bien tuvieron una realidad histórica, las leyendas han hecho su parte de embellecimiento con él. Sería por así decirlo una especie de Cid Francés. Más allá de lo que cuentan de él las leyendas, los cantares y la Materia de Francia, poco se sabe también de él en realidad y a lo sumo, lo que generalmente se aventura sobre él a ciencia cierta es su relación con Carlomagno y que murió en Roncesvalles, emboscado por unos vascones.
Otro de estos personajes que encontramos en Francia es Bertrand du Guesclin, ya en el contexto de la Guerra de los Cien Años, probablemente en componente bélico esta sea de mis épocas históricas favoritas, el canto de cisne de la caballería. Bertrand fue, y esto sí está atestiguado, un excelente estratega y comandante cuyas batallas fueron rotundos éxitos. Puede que alguno conozca aquella frase “Ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi Señor”. Pues bien, encuentra su origen en este hombre y en lo que hizo al Rey Pedro de Castilla, al que facilitó una muerte segura para que su hermano Enrique accediese al trono. La tradición cuenta que Bertrand agarró a Pedro I para que Enrique de Trastámara lo apuñalase. Curiosa la influencia que tuvo en uno de los acontecimientos más relevantes de la Historia de España.
También en este contexto encontramos la figura de Juana de Arco, la Enviada de Dios. Es otro de mis personajes históricos favoritos con gran diferencia. Mi devoción y admiración por esta chavala y su historia son tan grandes como justas. Su papel en las fases finales de la Guerra de los Cien Años fue decisivo y vital para la victoria francesa definitiva y las batallas que libró son tan memorables como épicas. Toda su historia me encanta de principio a fin. Seguramente sea, de los personajes que he nombrado, el que más ha influido en mi Francofilia, por su historia y como personalidad.
Ya en la Edad Moderna nos encontramos una época en la que no me gustan tanto los personajes pero sí la Historia de las Naciones, que comienzan a surgir como tales en estas fechas. En un primer lugar la superioridad y la hegemonía de España son evidentes. A la postre sin embargo el ascenso de Inglaterra y Francia hará que se disputen entre sí la hegemonía del poder en Europa con todavía una fuerte importancia de España, sobre todo en la Guerra de Sucesión Española.
Probablemente la Francia de Luis XIV sea la más destacable de este período, pero debe reconocerse que la prensa ha engordado mucho los éxitos de esta monarquía, que lejos de ser la fulgurante cabeza del poder hegemónico en Europa era un constante despilfarro en fiestas y excesos. Eso sí, al César lo que es del César, durante su reinado se produjo la consagración del Absolutismo en Francia y se dio el cambió de Poder Hegemónico de España a Francia. Aunque esto ya era un hecho tras el Tratado de los Pirineos y el fin de la Guerra de los Treinta Años.
La época moderna fue una muy convulsa para Europa, que en aquellos Tiempos nada tenía que ver con la de ahora. Estaba mucho más fragmentada, dividida y enfrentada. Alemania e Italia aún no eran ni proyectos de existencia, y los Imperios de la Europa Oriental eran mucho más grandes de lo que son sus sucesores actuales. En la Europa Occidental encontramos algo similar a lo que sí que podemos apreciar en los mapas actuales, con España, Francia e Inglaterra ya conformadas y medianamente definidas, otra de las razones por las que son de mis favoritas es, como pueden ver, su antigüedad.
Será el principio de la Edad Contemporánea la que más influya en mi francofilia, y no es por su Historia durante esta época o por otros tantos de sus detalles. Puede decirse ahora que lo pienso, que la raíz de mi francofilia tiene nombre y apellidos, y se llama Napoleón Bonaparte.
Nada puedo decir yo para resumir su inmensa figura que no se haya dicho ya antes, así que me limitaré a explicar por qué tengo esa admiración hacia él. Hará ya más de un lustro, durante mi temprana adolescencia, estudié muchísimo la figura del Pequeño Cabo y me causó una enorme fascinación en todo momento. Fue entonces cuando puede que esa francofilia mía empezase a fraguarse a partir de la historia de un solo hombre, el mortal más poderoso que hubo sobre la tierra allá por los primeros años del XIX.
Es curioso, porque en España su figura es mucho más odiada que admirada. Y algo similar ocurre en muchas partes de Europa más. Pero guste reconocerlo o no, eso es por puro orgullo. A nadie le gusta ser invadido y mucho menos a pueblos presos del oscurantismo y el absolutismo más rancio. Incluso en esta la mía nación, considero que las medidas que Napoleón proponía y que recomendaba -más bien imponía por medio de sus hombres- a su hermano, así como las del propio José I me parecían mucho más adecuadas y aceptables que las que el pueblo español añoraba y pretendía hacer regresar de la mano de Fernando VII. El problema de Napoleón es que fue un adelantado a su Tiempo. Eso y que su ambición le traicionó más de una y más de dos veces.
Pero lo que nadie podrá jamás discutir, odie o admire al Emperador de los Franceses, es que su talento es uno que no ha tenido aún sombra y su habilidad y dotes de mando rara vez pueden o podrán igualarse. Fue como he dicho un hombre adelantado a su Tiempo. Un máquina.
En España e Inglaterra siempre se le verá con una visión mucho más negativa de la que tiene servidor, pero los juicios de la mayoría no serán imparciales y estarán sesgados por cierto recelo histórico. Hay que entender también que a principios de la Edad Contemporánea su figura resultaba chocante con el mundo que lo rodeaba, al igual que la Revolución Francesa en general, que fue el momento en que comenzó nuestra era.
Hablando de la Revolución Francesa y las posteriores oleadas revolucionarias también tengo que señalar que contribuyeron mucho al aprecio que tengo por Francia. Fueron los primeros en dar el paso en Europa, y es algo que se les debe respetar y honrar. No me apasiona tanto como el breve Imperio Napoleónico, pero también es un factor que me despierta admiración.
Para rematar debo decir que puede que fuese Napoleón la figura que despertó en mi el interés por estudiar Historia finalmente, por lo que su influjo en servidor no ha sido poco a lo tonto. Ya no es solo la cuestión anecdótica de la Francofilia, sino también aquello a lo que me dedico algo que ha sido influido por Napoleón.
La llegada del Siglo XX no sentó muy bien a mis tres amigas. España estaba ya en su declive final y no era ni una sombra de lo que fue. Para colmo, a partir de los años 30 se vería sumida en un período de atraso considerable durante la dictadura. Francia y el ahora Reino Unido empezaron también con síntomas de agotamiento que terminarían por convertirse en una aplastante realidad tras dos guerras mundiales que las dejaron al borde del colapso total. A finales de Siglo XX y principios del Siglo XXI encontramos una situación parecida en las tres naciones, porque siguen siendo muy relevantes a nivel internacional, sí, pero no se pueden comparar a lo que fueron en su día. La situación de estancamiento es común en todos los países europeos occidentales y la organización política y sus sociedades están en una situación muy similar desde hace ya unas cuantas décadas.
Sé perfectamente que ninguna de ellas está exenta de una leyenda negra y cada una tiene sus cosas considerablemente negativas. En la actualidad son las mismas en todas ellas prácticamente. Crisis económica por aquí, problemas sociales por allá... La Globalización y la Postmodernidad no perdonan tampoco a las viejas glorias. Me sabe incluso mal que se hayan convertido en entidades políticas en la órbita de los Estados Unidos sometidas a una presión e influencia constante por su parte.
Pese a todo es muy admirable que sigan siendo grandes aún con el paso del Tiempo, que no perdona jamás. Hay quién no quiere ver a estas naciones con la grandeza que les es debida. Paradójicamente es algo que sucede entre sus propios habitantes que, influidos por un espíritu progre y liberal, renuncian a la identidad nacional e histórica en favor de una comercial y multicultural, un sucedáneo completamente vacío.
Hay muchos más motivos por los que admiro mucho a Francia. Por ser breve como prometí diré que son su geografía, tan buena, rica y variada como la española; su arte y su cultura, fascinantes -y esto es indiscutible- donde los haya; e incluso reconozco y confieso tener cierto fetiche por las mujeres francesas, aunque puede que incluso en esto esté influido por una de ellas... El acento y la lengua también contribuyen a esa erótica desde luego. Otra de las cuestiones es hasta el Deporte. Me crié con la Francia que ganó el Mundial y el Eurocopa, así que tiene cierto sentido aunque no solo destaque en Fútbol y sea una gran potencia olímpica.
Sin más, desear un Feliz 14 de Julio con cierto retraso, pues conforme escribía esto ya hemos entrado en el día 15. Y desear también por cierto la mejor de las suertes en la Final del Mundial que se celebrará hoy ante Croacia.
Joyeux 14 julliet, France chérie.
Mis preferencias no sorprenden, las Civilizaciones de la Antigüedad siempre serán para mi las más grandes. Por supuesto la lista es mucho más larga e incluye numerosas naciones y entidades históricas, algunas más previsibles y otras un tanto más extrañas, pero expongo aquí las más famosas. El caso de Francia, España e Inglaterra probablemente está influido sin que lo pueda evitar por la cercanía que tienen dichas naciones respecto a mi y entre sí. No en vano he nacido en una de ellas y las otras dos están prácticamente al lado. Pero no es esta una cuestión de etnocentrismo aunque las tres formen parte por así decirlo de la Vieja Europa, porque otras naciones que me parecen sumamente respetables son Irán, Rusia (Sobre todo Novgorod), China o Japón, que pillan muy lejos de aquí. Es una cuestión de preferencias, casi temáticas, por los elementos que se encontraban aquí en las épocas medievales y modernas.
Empezando por la Edad Media, la figura de los Caballeros siempre me ha gustado muchísimo. Sé perfectamente que con el paso de los siglos ha sido muy idealizada y que muchos de ellos no eran como se les pinta, pero siempre he encontrado en el arquetipo de caballero una figura muy respetable y noble. Un individuo con principios, con valores, con moral, en definitiva con un código y una conducta ejemplar. Muchos de estos tipos podían ser en realidad e históricamente mercenarios, violentos y necios, pero no por ello debe obviarse que los verdaderos caballeros existieron y que, por pura estadística, también debió haber muchos como los he definido yo.
En ese sentido, encontramos en Francia, España e Inglaterra una gran cantidad de figuras de este estilo. Algunas de ellas pueden ser míticas, otras pueden ser legendarias con un fondo real, y otras simplemente son históricas, pero igualmente impresionantes.
En España tenemos al Cid Campeador que, lejos de ser el héroe legendario que los cantares de gesta proponen, probablemente fuese un mercenario. Pero ojo también una máquina, un Poderoso y capaz guerrero de destreza sin parangón tildado de Leyenda por los cristianos y por sus seguidores o de Tirano por los musulmanes. Todo varía según la fuente que lo mire. Así que si bien el Cid era un mercenario, era también un guerrero de valía inigualable cuya figura, aunque haya sido exagerada por las leyendas, debió ser impresionante a todos los efectos.
También en España encontramos la figura de Don Pelayo. Poco se sabe a ciencia cierta de este noble visigodo excepto que con él comenzó la Reconquista tras su victoria en Covadonga. Probablemente las cifras de las batallas en las que se vio involucrado estén casi seguro infladas por la Crónica de Albelda. Sin embargo no se le puede quitar el mérito de estar en clara inferioridad y triunfase ante un enemigo que le superaba.
En Inglaterra empezamos a encontrar más figuras de ese corte. La leyenda caballeresca más conocida de entre todas las que hay en el mundo quizá sea una nativa de Inglaterra y en menor medida Francia, la del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. La Historicidad de Arturo y el resto de elementos que le rodean está muy traída por los pelos y es muy debatida, pero es innegable que todo lo que sobre él y sus caballeros se cuenta es muy interesante. El Lore que rodea a Arturo y los caballeros es de lo mejor que uno puede encontrarse atendiendo a la época a la que nos remiten las referencias. De todos modos, poco o nada se sabe con fiabilidad de Britania tras la caída de Roma. En caso de ser una figura histórica como tal debe suceder algo similar a lo que pasa con el Cid, por lo que estaríamos ante uno de esos guerreros que solo se ven una vez en la vida.
En Francia por último tenemos varias figuras así, muy conocidas todas ellas. Roldán, por ejemplo, es otro de esos personajes que si bien tuvieron una realidad histórica, las leyendas han hecho su parte de embellecimiento con él. Sería por así decirlo una especie de Cid Francés. Más allá de lo que cuentan de él las leyendas, los cantares y la Materia de Francia, poco se sabe también de él en realidad y a lo sumo, lo que generalmente se aventura sobre él a ciencia cierta es su relación con Carlomagno y que murió en Roncesvalles, emboscado por unos vascones.
Otro de estos personajes que encontramos en Francia es Bertrand du Guesclin, ya en el contexto de la Guerra de los Cien Años, probablemente en componente bélico esta sea de mis épocas históricas favoritas, el canto de cisne de la caballería. Bertrand fue, y esto sí está atestiguado, un excelente estratega y comandante cuyas batallas fueron rotundos éxitos. Puede que alguno conozca aquella frase “Ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi Señor”. Pues bien, encuentra su origen en este hombre y en lo que hizo al Rey Pedro de Castilla, al que facilitó una muerte segura para que su hermano Enrique accediese al trono. La tradición cuenta que Bertrand agarró a Pedro I para que Enrique de Trastámara lo apuñalase. Curiosa la influencia que tuvo en uno de los acontecimientos más relevantes de la Historia de España.
También en este contexto encontramos la figura de Juana de Arco, la Enviada de Dios. Es otro de mis personajes históricos favoritos con gran diferencia. Mi devoción y admiración por esta chavala y su historia son tan grandes como justas. Su papel en las fases finales de la Guerra de los Cien Años fue decisivo y vital para la victoria francesa definitiva y las batallas que libró son tan memorables como épicas. Toda su historia me encanta de principio a fin. Seguramente sea, de los personajes que he nombrado, el que más ha influido en mi Francofilia, por su historia y como personalidad.
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“Juana de Arco escuchando las Voces”, por Eugene Romain Thirion. La obra nos presenta a la heroína y su reacción ante la visión que recibe de San Michael Arcángel. |
Ya en la Edad Moderna nos encontramos una época en la que no me gustan tanto los personajes pero sí la Historia de las Naciones, que comienzan a surgir como tales en estas fechas. En un primer lugar la superioridad y la hegemonía de España son evidentes. A la postre sin embargo el ascenso de Inglaterra y Francia hará que se disputen entre sí la hegemonía del poder en Europa con todavía una fuerte importancia de España, sobre todo en la Guerra de Sucesión Española.
Probablemente la Francia de Luis XIV sea la más destacable de este período, pero debe reconocerse que la prensa ha engordado mucho los éxitos de esta monarquía, que lejos de ser la fulgurante cabeza del poder hegemónico en Europa era un constante despilfarro en fiestas y excesos. Eso sí, al César lo que es del César, durante su reinado se produjo la consagración del Absolutismo en Francia y se dio el cambió de Poder Hegemónico de España a Francia. Aunque esto ya era un hecho tras el Tratado de los Pirineos y el fin de la Guerra de los Treinta Años.
La época moderna fue una muy convulsa para Europa, que en aquellos Tiempos nada tenía que ver con la de ahora. Estaba mucho más fragmentada, dividida y enfrentada. Alemania e Italia aún no eran ni proyectos de existencia, y los Imperios de la Europa Oriental eran mucho más grandes de lo que son sus sucesores actuales. En la Europa Occidental encontramos algo similar a lo que sí que podemos apreciar en los mapas actuales, con España, Francia e Inglaterra ya conformadas y medianamente definidas, otra de las razones por las que son de mis favoritas es, como pueden ver, su antigüedad.
Será el principio de la Edad Contemporánea la que más influya en mi francofilia, y no es por su Historia durante esta época o por otros tantos de sus detalles. Puede decirse ahora que lo pienso, que la raíz de mi francofilia tiene nombre y apellidos, y se llama Napoleón Bonaparte.
Nada puedo decir yo para resumir su inmensa figura que no se haya dicho ya antes, así que me limitaré a explicar por qué tengo esa admiración hacia él. Hará ya más de un lustro, durante mi temprana adolescencia, estudié muchísimo la figura del Pequeño Cabo y me causó una enorme fascinación en todo momento. Fue entonces cuando puede que esa francofilia mía empezase a fraguarse a partir de la historia de un solo hombre, el mortal más poderoso que hubo sobre la tierra allá por los primeros años del XIX.
Es curioso, porque en España su figura es mucho más odiada que admirada. Y algo similar ocurre en muchas partes de Europa más. Pero guste reconocerlo o no, eso es por puro orgullo. A nadie le gusta ser invadido y mucho menos a pueblos presos del oscurantismo y el absolutismo más rancio. Incluso en esta la mía nación, considero que las medidas que Napoleón proponía y que recomendaba -más bien imponía por medio de sus hombres- a su hermano, así como las del propio José I me parecían mucho más adecuadas y aceptables que las que el pueblo español añoraba y pretendía hacer regresar de la mano de Fernando VII. El problema de Napoleón es que fue un adelantado a su Tiempo. Eso y que su ambición le traicionó más de una y más de dos veces.
Pero lo que nadie podrá jamás discutir, odie o admire al Emperador de los Franceses, es que su talento es uno que no ha tenido aún sombra y su habilidad y dotes de mando rara vez pueden o podrán igualarse. Fue como he dicho un hombre adelantado a su Tiempo. Un máquina.
En España e Inglaterra siempre se le verá con una visión mucho más negativa de la que tiene servidor, pero los juicios de la mayoría no serán imparciales y estarán sesgados por cierto recelo histórico. Hay que entender también que a principios de la Edad Contemporánea su figura resultaba chocante con el mundo que lo rodeaba, al igual que la Revolución Francesa en general, que fue el momento en que comenzó nuestra era.
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“Napoleón cruzando los Alpes”, por Jacques-Louis David. |
Hablando de la Revolución Francesa y las posteriores oleadas revolucionarias también tengo que señalar que contribuyeron mucho al aprecio que tengo por Francia. Fueron los primeros en dar el paso en Europa, y es algo que se les debe respetar y honrar. No me apasiona tanto como el breve Imperio Napoleónico, pero también es un factor que me despierta admiración.
Para rematar debo decir que puede que fuese Napoleón la figura que despertó en mi el interés por estudiar Historia finalmente, por lo que su influjo en servidor no ha sido poco a lo tonto. Ya no es solo la cuestión anecdótica de la Francofilia, sino también aquello a lo que me dedico algo que ha sido influido por Napoleón.
La llegada del Siglo XX no sentó muy bien a mis tres amigas. España estaba ya en su declive final y no era ni una sombra de lo que fue. Para colmo, a partir de los años 30 se vería sumida en un período de atraso considerable durante la dictadura. Francia y el ahora Reino Unido empezaron también con síntomas de agotamiento que terminarían por convertirse en una aplastante realidad tras dos guerras mundiales que las dejaron al borde del colapso total. A finales de Siglo XX y principios del Siglo XXI encontramos una situación parecida en las tres naciones, porque siguen siendo muy relevantes a nivel internacional, sí, pero no se pueden comparar a lo que fueron en su día. La situación de estancamiento es común en todos los países europeos occidentales y la organización política y sus sociedades están en una situación muy similar desde hace ya unas cuantas décadas.
Sé perfectamente que ninguna de ellas está exenta de una leyenda negra y cada una tiene sus cosas considerablemente negativas. En la actualidad son las mismas en todas ellas prácticamente. Crisis económica por aquí, problemas sociales por allá... La Globalización y la Postmodernidad no perdonan tampoco a las viejas glorias. Me sabe incluso mal que se hayan convertido en entidades políticas en la órbita de los Estados Unidos sometidas a una presión e influencia constante por su parte.
Pese a todo es muy admirable que sigan siendo grandes aún con el paso del Tiempo, que no perdona jamás. Hay quién no quiere ver a estas naciones con la grandeza que les es debida. Paradójicamente es algo que sucede entre sus propios habitantes que, influidos por un espíritu progre y liberal, renuncian a la identidad nacional e histórica en favor de una comercial y multicultural, un sucedáneo completamente vacío.
Hay muchos más motivos por los que admiro mucho a Francia. Por ser breve como prometí diré que son su geografía, tan buena, rica y variada como la española; su arte y su cultura, fascinantes -y esto es indiscutible- donde los haya; e incluso reconozco y confieso tener cierto fetiche por las mujeres francesas, aunque puede que incluso en esto esté influido por una de ellas... El acento y la lengua también contribuyen a esa erótica desde luego. Otra de las cuestiones es hasta el Deporte. Me crié con la Francia que ganó el Mundial y el Eurocopa, así que tiene cierto sentido aunque no solo destaque en Fútbol y sea una gran potencia olímpica.
Sin más, desear un Feliz 14 de Julio con cierto retraso, pues conforme escribía esto ya hemos entrado en el día 15. Y desear también por cierto la mejor de las suertes en la Final del Mundial que se celebrará hoy ante Croacia.
Joyeux 14 julliet, France chérie.
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