¿Todo debe ser puesto en duda?
Algunos de vosotros, quizá los menos o quizá los más, habréis escuchado alguna vez la frase «todo debe ser puesto en duda» o en su defecto su equivalente en Lengua Latina: De Omnibus Dubitandum Est
Para el que no lo sepa -que muchos hay con toda seguridad- esta máxima proviene de la obra homónima de Søren Kierkegaard. Esta obra trata sobre las consecuencias de asumir la Duda Cartesiana, desde la primera hasta la última. Un tema bastante jugoso, pero no es lo que he venido a comentar con esta entrada. Quizá otro día (probablemente).
Hay gente que tiene -inconscientemente- asumido este concepto en lo más profundo de las entrañas de su ser. Posiblemente a este tipo de gente se lo haya inculcado algo o alguien, de modo que no suscitan mucho interés para mi, están prácticamente programados. Luego existen individuos, algo mejor formados dicho sea de paso, con una tendencia a ponerlo “todo” en duda. Pero claro, esta gente tiene menos inocencia que el entrecomillado que le he puesto al “todo” que ellos entienden (y eso ya es menos que poca). Son sujetos que conforman un severo problema al Grandioso Orden del Universo. Negarán siempre una postura adversa haciendo uso de este precepto, pero os aseguro que sus palabras estarán envueltas en contradicción y condenadas al vacío.
¿Por qué puedo asegurar tal cosa? Es sencillo, cuando una persona de este tipo decide atacar una postura adversa poniéndola en Duda lo hará basándose en lo que para ella serían Verdades Universales y desestimando todo aquello que le resulte contrario a las mismas por medio de éstas. ¿Conclusión? Tanto el primer tipo de individuo como el segundo, por formado y versado que esté, quedará en un estancamiento insalvable, retenido para siempre en preceptos inmóviles. Su mente estará limitada y no tendrá evolución ninguna en lo que reste de su existencia, jamás podrán crecer; ni ellos, ni las ideas que dicen seguir. Cuando uno cuestiona lo ajeno y nunca lo propio se suicida ideológicamente.
Puede que hayas llegado a la misma conclusión que yo entonces, y es que en realidad estos tipos no lo ponen todo en duda, solo ponen en duda aquello que les resulta chocante, adverso, opuesto, contrario o simplemente fuera de su comprensión entre miles de adjetivos más. Así pues eso de poner todo en duda es algo que está lejos de ajustarse a lo que hace esta gente. Y si dicen hacer eso es completamente falso, lo acabo de demostrar.
¿Existe alguien que lo ponga en duda absolutamente todo? Sí, los hay, los menos por suerte. Y digo por suerte porque esta máxima trae consigo una enorme condena que reside en ese malévolo “Todo”.
Todo es una de esas palabras exageradamente grandes y que (cuando se habla con seriedad) nunca deberían usarse a la ligera. Todo es todo, la totalidad, el absoluto conjunto. Es por ello que, al ponerlo todo en duda y atendiendo a lo que ello implica también se pondría en duda lo que es verdadero y cierto ya que todo es -como he dicho- todo. Dicho de otra manera, aquel que lo pone todo en duda nunca conocerá la Verdad en cualquiera de sus formas o representaciones. ¿Está entonces cometiendo un error aquel que haga esto? Desde su perspectiva por supuesto que no, pero objetivamente es evidente que sí.
A titulo personal siempre he pensado que eso de dudar es necesario, pero no vital. Y que sumergir todo en un mar de dudas es un desastre estrepitoso para cualquiera que se sienta con ganas de entender, comprender y conocer, porque entrará en un circulo vicioso en el que las conclusiones nunca serán una opción pues caerán en la duda también. Diría que uno debe saber dudar, porque ni todo debe ser puesto en duda, ni todo debe considerarse como verdadero (aunque espero por todos los Dioses Inmortales que nadie sea tan estúpido como para tragarse lo primero que pilla como verdadero).
Si ponerlo todo en duda o no poner nada en la misma situación es algo inadecuado, es bastante probable que lo que falla sea la palabra clave. Hace no mucho Tiempo encontré en Twitter una cuenta la mar de interesante, Diógenes Errático se hacía llamar. Tenía sus luces y sus sombras pero innegablemente tenía un contenido propio y de calidad, al menos original desde luego. En su biografía tuvo puesto “De Omnibus Disputandum” durante una época a modo -imagino- de referencia a la frase de Søren con la que he abierto la entrada. Como habrás supuesto su significado no es otro que “Todo debe ser Disputado”.
Posiblemente sea una máxima mucho más propia y adecuada que la primera ya que disputar algo no implica cuestionarlo. Así pues, en todo aquello que conlleve debate se debe disputar antes que cuestionar, sirve para afianzar y ganar terreno siempre además de para propiciar una evolución tanto en la propia postura como en la adversa sin necesidad de incurrir en la sucia descalificación causada por el absurdo fanatismo de la Duda Metódica llevada a su extremo más literal y absoluto. De Facto, cualquiera podrá estar más cerca de la Verdad y del Saber si disputa aquello que previamente está establecido en lugar de limitarse a ponerlo en duda, ya sea basándose en opiniones o presuntos absolutos previamente asumidos como ideales y perfectos. A fin de cuentas para disputar algo no es necesario ponerlo en duda y por ende resultará mucho más productivo, alejado del estancamiento y del vicioso circulo de la cuestión.
En resumen, puede que disputar sea mucho más efectivo que dudar pero ahora bien, tampoco hay que hacerlo con absolutamente todo, porque el fin último de eso sería el Caos. Digamos que casi todo debe ser disputado. No es que esto se un ataque frontal a ese precepto de ponerlo todo en Duda, de hecho hay grandes nombre de nuestra historia que han realizado su camino bajo el paraguas de De Omnibus Dubitandum Est. Karl Marx sin ir más lejos dijo de esta frase que era su lema allá por 1865 cuando sus hijas se lo preguntaron. Parece ser sin embargo que la mayoría de sus seguidores y autodenominados marxistas no han seguido mucho que digamos dicho lema, porque solo cuestionan aquello que es opuesto a su teoría pero nunca su propia teoría, que se ha quedado atascada en el Siglo XIX/Siglo XX (principios) y que al no verse nunca revisada debidamente por el grueso de los marxistas es una teoría anacrónica. Una de las razones del fracaso del Marxismo no es otra que su poca capacidad evolutiva como consecuencia de esto. Es el más claro ejemplo de que lo que digo es certero. Quizá no sea una mala idea disputarla y ponerla en duda para que se adapte a su momento actual. Aunque quizá sea pedirles demasiado a muchos de los que se hacen llamar marxistas. Después de todo a día de hoy eso del comunismo es un producto y un valor de mercado prostituido hasta la nausea, una mera herramienta que los Mercados usan para tener bajo control a los más jóvenes. Curioso que no se den cuenta.
Si su ídolo político levantara cabeza se llevaría seguramente las manos a ella. Por la cuenta que le trae no solo a ellos, sino a muchas más teorías, pensamientos, preceptos y leyes (científicas o jurídicas); más les vale empezar a seguir este nuevo lema. Aquello que se queda estático, a menos que vital e inalterable por fuerza o en un estado perfecto, está condenado a un trágico acabamiento. La solución es, entre otros muchos más factores, someterlo a un debate real.
(Casi) Todo debe ser Disputado.
De Omnibus Disputandum.
Puede que hayas llegado a la misma conclusión que yo entonces, y es que en realidad estos tipos no lo ponen todo en duda, solo ponen en duda aquello que les resulta chocante, adverso, opuesto, contrario o simplemente fuera de su comprensión entre miles de adjetivos más. Así pues eso de poner todo en duda es algo que está lejos de ajustarse a lo que hace esta gente. Y si dicen hacer eso es completamente falso, lo acabo de demostrar.
¿Existe alguien que lo ponga en duda absolutamente todo? Sí, los hay, los menos por suerte. Y digo por suerte porque esta máxima trae consigo una enorme condena que reside en ese malévolo “Todo”.
Todo es una de esas palabras exageradamente grandes y que (cuando se habla con seriedad) nunca deberían usarse a la ligera. Todo es todo, la totalidad, el absoluto conjunto. Es por ello que, al ponerlo todo en duda y atendiendo a lo que ello implica también se pondría en duda lo que es verdadero y cierto ya que todo es -como he dicho- todo. Dicho de otra manera, aquel que lo pone todo en duda nunca conocerá la Verdad en cualquiera de sus formas o representaciones. ¿Está entonces cometiendo un error aquel que haga esto? Desde su perspectiva por supuesto que no, pero objetivamente es evidente que sí.
A titulo personal siempre he pensado que eso de dudar es necesario, pero no vital. Y que sumergir todo en un mar de dudas es un desastre estrepitoso para cualquiera que se sienta con ganas de entender, comprender y conocer, porque entrará en un circulo vicioso en el que las conclusiones nunca serán una opción pues caerán en la duda también. Diría que uno debe saber dudar, porque ni todo debe ser puesto en duda, ni todo debe considerarse como verdadero (aunque espero por todos los Dioses Inmortales que nadie sea tan estúpido como para tragarse lo primero que pilla como verdadero).
Si ponerlo todo en duda o no poner nada en la misma situación es algo inadecuado, es bastante probable que lo que falla sea la palabra clave. Hace no mucho Tiempo encontré en Twitter una cuenta la mar de interesante, Diógenes Errático se hacía llamar. Tenía sus luces y sus sombras pero innegablemente tenía un contenido propio y de calidad, al menos original desde luego. En su biografía tuvo puesto “De Omnibus Disputandum” durante una época a modo -imagino- de referencia a la frase de Søren con la que he abierto la entrada. Como habrás supuesto su significado no es otro que “Todo debe ser Disputado”.
Posiblemente sea una máxima mucho más propia y adecuada que la primera ya que disputar algo no implica cuestionarlo. Así pues, en todo aquello que conlleve debate se debe disputar antes que cuestionar, sirve para afianzar y ganar terreno siempre además de para propiciar una evolución tanto en la propia postura como en la adversa sin necesidad de incurrir en la sucia descalificación causada por el absurdo fanatismo de la Duda Metódica llevada a su extremo más literal y absoluto. De Facto, cualquiera podrá estar más cerca de la Verdad y del Saber si disputa aquello que previamente está establecido en lugar de limitarse a ponerlo en duda, ya sea basándose en opiniones o presuntos absolutos previamente asumidos como ideales y perfectos. A fin de cuentas para disputar algo no es necesario ponerlo en duda y por ende resultará mucho más productivo, alejado del estancamiento y del vicioso circulo de la cuestión.
En resumen, puede que disputar sea mucho más efectivo que dudar pero ahora bien, tampoco hay que hacerlo con absolutamente todo, porque el fin último de eso sería el Caos. Digamos que casi todo debe ser disputado. No es que esto se un ataque frontal a ese precepto de ponerlo todo en Duda, de hecho hay grandes nombre de nuestra historia que han realizado su camino bajo el paraguas de De Omnibus Dubitandum Est. Karl Marx sin ir más lejos dijo de esta frase que era su lema allá por 1865 cuando sus hijas se lo preguntaron. Parece ser sin embargo que la mayoría de sus seguidores y autodenominados marxistas no han seguido mucho que digamos dicho lema, porque solo cuestionan aquello que es opuesto a su teoría pero nunca su propia teoría, que se ha quedado atascada en el Siglo XIX/Siglo XX (principios) y que al no verse nunca revisada debidamente por el grueso de los marxistas es una teoría anacrónica. Una de las razones del fracaso del Marxismo no es otra que su poca capacidad evolutiva como consecuencia de esto. Es el más claro ejemplo de que lo que digo es certero. Quizá no sea una mala idea disputarla y ponerla en duda para que se adapte a su momento actual. Aunque quizá sea pedirles demasiado a muchos de los que se hacen llamar marxistas. Después de todo a día de hoy eso del comunismo es un producto y un valor de mercado prostituido hasta la nausea, una mera herramienta que los Mercados usan para tener bajo control a los más jóvenes. Curioso que no se den cuenta.
Si su ídolo político levantara cabeza se llevaría seguramente las manos a ella. Por la cuenta que le trae no solo a ellos, sino a muchas más teorías, pensamientos, preceptos y leyes (científicas o jurídicas); más les vale empezar a seguir este nuevo lema. Aquello que se queda estático, a menos que vital e inalterable por fuerza o en un estado perfecto, está condenado a un trágico acabamiento. La solución es, entre otros muchos más factores, someterlo a un debate real.
(Casi) Todo debe ser Disputado.
De Omnibus Disputandum.
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