El Bueno soy Yo
Continuaremos próximamente con la serie de entradas, todavía sin catalogar, que permiten tener un mapa de qué y quién es Preliatore, de quién les habla a través de este medio, básicamente. Pero antes de eso, es importante explorar un tópico muy Poderoso, pero también muy peligroso. El Yo o el Nosotros frente a la Otredad y la identificación respectiva del Bien y del Mal con dichas partes. Y no hablo de mi en este caso, sino de la Narrativa subyacente en esta idea. Igualmente, existe una relación con lo que he estado tratando las entradas anteriores.
Esto que se presenta aquí no es ninguna tontería y de hecho es mucho más complejo de lo que puede parecer de entrada. ¿Quién es el bueno? Yo, por supuesto. ¿Quiénes son los malos? ¿Pues quienes van a ser? ¡Los otros! ¡Claro! ¡Los Malos son Ellos! No voy a ser yo, ¿No?
Definir por contraposición y antonimia es una de las formas de asociación mental más primitivas pero rígidas y sólidas que existen en la Mente humana. Siguiendo una línea de pares conceptuales contrarios, los humanos tienden a entender su Realidad en clave dual. Este Dualismo que, insisto, es rígido y muy sólido, perdura y persiste por una sola razón: Porque funciona. El Mundo se entiende en un modelo de Blanco y Negro, y solo de vez en cuando y más recientemente aparece la idea de la Escala de Grises; pero esa Escala de Grises solo existe por y para cumplir una función intermedia en un par de conceptos contrarios cualesquiera, no puede existir sin ellos y, lo que es más, existe para adherirse a uno u otro en función de la posición que se considere dentro de la escala. Es decir, que fundamentalmente lo único que importa es el par conceptual en torno al que se articule la escala.
Esto, y permítanme que empiece a dar espectáculo haciendo de las mías, no es ni Bueno ni Malo. Simplemente Es. Y es limitado, claro. Es impreciso también. Es inapropiado, tal vez. Es imperfecto, por supuesto. Está lejos de ser óptimo, ideal, absoluto... Pero es lo que hay, es lo que Es. Y siempre ha sido así. Y no parece haber algo mejor en el Horizonte de Posibilidades. Desde que el humano Piensa se ha tomado este modelo como referencia estructuradora fundamental, y no vas a venir tú ahora a cambiarlo por algo que habría que ver si funcionaría, ¿No te parece?
A la hora de elaborar un Discurso o Narrativa, sin ir más lejos, es estrictamente Necesario tener una Idea que se identifique con el Bien, con lo bueno; y otra contrapuesta que se identifique con el Mal, con lo malo. Generalmente existirá una oposición o incompatibilidad entre lo primero y lo segundo, un antagonismo o carácter antitético para establecer esa relación contrapuesta. Lo mejor de todo es que no necesitas que las Ideas sean genuina o verdaderamente contrarias, ¡Basta con identificarlas como tal! No se necesita siquiera ser coherente. Y es por esto que esa estructura dual funciona a la perfección. Fíjense, por ejemplo, en que Ideas toman los grandes pensadores y filósofos de la Historia de la Humanidad y con qué las identifican. Siempre hay una Idea que es la Buena y otra que es la Mala. El ejemplo que lleva esto al paroxismo lo tenemos precisamente en los padres de la Filosofía, que toman como base de su modelo la Idea del Bien en sí misma como Fin último en torno al que se articula todo su Ideario. Y por extensión, por supuesto, aplica a todos los que siguieron su estela.
Pensadlo por un momento. Todo discurso (Político, social, ideológico... lo que quieran, realmente) precisa de un Bien y un Mal. ¿Quiénes son los buenos? Nosotros. ¿Quiénes son los malos? Los Otros. Lo que decimos o hacemos nosotros es una pasada brutal, mientras que lo que hacen los otros es una puta mierda que no vale para nada. Y lo mejor de todo es que en caso de que hagamos lo mismo no pasa absolutamente nada, porque si lo hacemos nosotros está Bien y si lo hacen ellos está Mal. Porque nosotros somos los Buenos, y los Otros los Malos.
Mirad, construir una Identidad no es para nada fácil. Tanto es así que muchos humanos no tienen una identidad propia y personal, sino que forman parte de lo Colectivo y no pueden entenderse a sí mismos sin ello. Y eso es algo sobre lo que vamos a volver ahora, pido calma. Pero el caso es que como resulta que es muy difícil construir una Identidad, hay que empezar por algo sencillo sí o sí. ¿Y qué hay más sencillo que empezar por lo que no eres? ¡Pues nada! Obvio que es lo más fácil.
Cuando yo te pregunto quién eres -en profundidad, no tu nombre y apellidos, mongolo- lo más probable es que me respondas en base a dos cosas. La primera es con etiquetas y nomenclaturas que ayuden a identificar lo que NO eres y la segunda con exactamente lo mismo paro aplicando a Colectivos (en sentido general y más amplio de la palabra, no en lo particular) de los que formas partes. Etiquetas que esencialmente cumplen una doble función muy clave. Venga va, ¿Qué tienen en común estas dos cosas? Que es indispensable que exista una Otredad para que funcionen. Es imposible que una Identidad se sostenga en términos humanos si no existe un Otro. Les pongo un ejemplo rápido, y sin entrar en polémicas o debates.
Supóngase que tu te identificas como -me lo invento para no personalizar el ejemplo- canadiense porque por lo que sea has nacido en Canadá o vives allí desde que tienes uso de razón. Y que por lo que sea tu te identificas como mujer, no me meto, insisto. De entrada ya sabemos que eres una mujer canadiense, pero para poder atribuir una identificación o Identidad consistente a esto es necesario que exista un Otro que sostenga estas dos denominaciones. Es necesario que exista algo que no sea canadiense, es decir, el resto de nacionalidades. Y ser mujer (insisto, no entro en el debate eh, me encantaría pero no es lo que toca) nos indica que no eres hombre. Por otro lado, estas etiquetas nos dicen que perteneces a dos grupos con una serie de caracteres, cualidades y elementos comunes que son los que hacen que formes parte de dos colectivos. El cuales son esos elementos comunes ya se lo dejo a cada uno.
Nótese que, en un estado de presunta neutralidad, estos identificadores tienen otro u otros contrapuestos. Pero no existe una carga de rechazo o antagonismo real. No hay uno que esté Bien y otro que esté Mal. Lo mismo da que seas canadiense que kazajo. Y lo mismo da que seas mujer u hombre. Es así, ¿No? No, ¿Por qué no? Porque eso no es del todo factible y las cosas no son tan simples como parecen. El problema viene cuando se empieza a construir una Narrativa o Discurso en torno a cualquier forma de Identidad e identificación. Que, por cierto, es prácticamente siempre salvo que te encuentres en un estado de ignorancia o desconocimiento total sobre el concepto de turno. Porque siempre habrá cualidades, elementos o caracteres, incluso estereotipos o prejuicios, que asocies con el identificador que corresponda, y por ende la imagen o el mapa mental que tengas al respecto va a estar viciado de salida, atribuyendo cargas negativas o positivas a la Identidad de turno. Por supuesto, ¡y como no! las identificaciones e identidades que yo asocie como más próximas a la mía o a las que atribuya más cargas positivas son las que voy a entender como Buenas; y ni que decir hay que las que tengan mayores cargas negativas o sean más lejanas y ajenas van a ser las Malas.
Es que incluso concediendo que los identificadores básicos tengan una carga neutra de base (algo objetivamente inasumible, pero hagamos el ejercicio, va) pasa que en algún momento tu mismo, alguna de tus referencias ideológicas, o el mismo Colectivo con el que te identifiques según toque va a construir en torno a ellos una Narrativa que en algún momento va a atribuir una carga positiva o negativa. Y el contrapuesto va a tener, como no, la carga opuesta.
Va, vamos un paso más allá, supongamos que esto último nunca sucede -risa nasal- y te quedas en un estado neutral. Está bien, perfecto. ¿Pero qué hay de todo lo demás? En algún momento tendrás una ideología de corte político, ideológico, filosófico, social... Lo que tú veas, no importa. Aquí ya no hay otra opción, no hay alternativa. Los Buenos siempre van a ser los que tu apoyes, y los Malos los contrarios por supuesto. Siempre habrá algo que sea la caña y otra cosa que sea una mierda. Algo que es malísimo y otra cosa que es la más buena que hay.
No hay mejor forma de vender un Discurso. Suponte que yo te quiero vender mi ideario, mi ideología, sobre todo en un sentido político. Como es lógico, yo te voy a decir que yo soy el bueno, o mejor aún, que nosotros somos los buenos. Porque no hay mejor forma de manipular a alguien que hacerle sentir que forma parte de algo más grande y que no se encuentra en un estado de Soledad. Y por otro lado que los malos son Ellos. Los malos son los Otros por el mero hecho de ser los Otros. Son lo contrario, lo ajeno, lo externo. Si yo quiero venderle un Discurso a alguien no le voy a decir que yo soy el Malo, ¿No? Es que si lo hago a ver si voy a ser yo subnormal o algo. Vamos ya hay que ser gilipollas.
Puesto que a un mortal lo primero en lo que se le educa cuando nace es en un código estructurado en el que hay un Bien y un Mal que definen lo que debe y lo que no debe hacer; lo más fácil para convencer a alguien es conducirlo a identificar lo que te interesa como Bueno y lo que no te interesa como Malo. Desde niños, los humanos crecen aprendiendo a separar el Bien y el Mal en función de las referencias que les proporciona su entorno y los estímulos y la experiencia personal que les acompaña como bagaje. Por ello, es extremadamente fácil convencer y retener a una persona ideológicamente siempre que identifique una postura como Buena y otra como Mala. Curiosa la trampa del código moral y ético de las sociedades humanas.
Puesto que a un mortal lo primero en lo que se le educa cuando nace es en un código estructurado en el que hay un Bien y un Mal que definen lo que debe y lo que no debe hacer; lo más fácil para convencer a alguien es conducirlo a identificar lo que te interesa como Bueno y lo que no te interesa como Malo. Desde niños, los humanos crecen aprendiendo a separar el Bien y el Mal en función de las referencias que les proporciona su entorno y los estímulos y la experiencia personal que les acompaña como bagaje. Por ello, es extremadamente fácil convencer y retener a una persona ideológicamente siempre que identifique una postura como Buena y otra como Mala. Curiosa la trampa del código moral y ético de las sociedades humanas.
Esto que estoy diciendo aquí no es solo el más básico abecé de la Política, es el punto de partida de la estructura mental de la Humanidad y la forma en la que esta organiza sus Ideas. No hay alternativa. El Humano tiene una Naturaleza en estado base dual, y su identificación de las cosas siempre se hará en función de un Dualismo. Fuerte, dominante, rígido, sólido, pero ante todo y por encima de todas las Cosas: Funcional. Claro, esto acarrea no pocos problemas.
No hace falta decir que esta es la razón por la que tras millones de años de Evolución los mortales siguen destripándose a las primeras de cambio por sus intereses, ideales o creencias. Y es la razón por la que existen todas los principios e ideologías enfrentadas. La razón por la que existen todas las formas de odio en base a una Identidad o identificación, sin importar que esta sea de nacionalidad, raza, género, credo, clase, ideología... Siempre se encuentra el Mal en la Otredad. Pero... ¿Acaso se puede existir sin ser la Otredad de Otros? Realmente no. Tú siempre vas a ser el Otro para Otros, para los demás. Incluso en términos de Colectivo siempre seréis el Otro de vuestra o de otra Otredad.
No obstante, no hay alternativa. Pero yo tengo la Solución. ¿Cómo se relaciona esto conmigo? Bien, vamos a recapitular un poco. Si recuerdan el último episodio, les expliqué que Preliatore es Uno, y al mismo Tiempo muchos. Esto consigue una genialidad sin precedentes: Tener y reconocer la Otredad en Uno mismo. Y por si fuera poco Preliatore es el Ser y la Idea al mismo Tiempo. Y esa simultaneidad logra suplir la Necesidad de Identificar al Ser por adhesión a otras Ideas y Conceptos. Preliatore no necesita adherirse a algo o asociar ese algo al Bien o al Mal. Inclusive, y a ser posible, él es el Malo de la Película o, el clásico, el Villano de una Historia mal contada. Ah, tan brillante como siempre.
Desgraciadamente, esta solución no funciona con vosotros porque Preliatore no es humano ni se identifica o define como tal. Que sí, amigos que sí, que esto os parecerán o bien los delirios de grandeza de un loco o bien el evidente síntoma de un trastorno mental irreparable. ¿Pero a quién le importa lo que a ustedes les parezcan Las Cosas? El Bueno soy Yo y ustedes amigos son los Malos, ¿No funciona así? Perdonen, no puedo resistirme a jugar un rato con mis escritos y sus lectores. Considero que hacen que la lectura sea más amena inmersiva, ¿No les parece?
Pero no pasa absolutamente nada. Hay otro tipo de soluciones que conducen a esto sin tener que exigirles que tengan ustedes un carácter Transdual. Y es que ustedes no pueden ser Transduales porque es algo que no forma parte de vuestra Naturaleza ni de sus Posibilidades*, a menos que tengáis un punto de ruptura con ella o estéis genuinamente locos. Pero para algo estoy yo aquí que soy el que sabe. A problemas, soluciones. Anoten.
[Nota: Personalmente, sí que considero que casi todos y cada uno de ustedes tienen la Otredad en sí mismos, pero no los medios o las cualidades necesarias para reconocerla]
Primero, todo pasa por tomar conciencia y reconocer la ausencia de Neutralidad en la Mente humana. Yo siempre me presento como una entidad objetiva, imparcial, neutra y justa. Pero ustedes no son nada de eso. Pero pueden llegar a serlo reconociendo en qué, cuándo o dónde no lo son. Es extremadamente complicado porque implica hacer ciertas renuncias, pero le toca a cada quién valorar si merece la pena hacerlas o no.
Y segundo, esta escala dual, este Dualismo del que les hablo solo aplica en ausencia de la Verdad. Cuando existe una Verdad, no aplica eso de identificar algo como Bueno o Malo en función del interés o la postura. Por desgracia, la Verdad es a menudo una gran ausente en esta Realidad, E incluso en caso de estar ahí, el acceso a la misma suele estar imposibilitado en la mayoría de casos. Pero suele estarlo por la falta de medios y/o Conocimiento para acceder a ella. Dicho de otra manera, para que lo entendáis mejor, tener la Sabiduría y el Juicio necesarios para acercarse a la Verdad evitará directa e indirectamente la caída en la aparentemente ineludible escala del Bien y el Mal.
Y ya está. Qué fácil ¿no? Soy un máquina. Claro, parece fácil, pero esto que les digo es poco menos que un brindis al Sol. Casi nadie tiene los recursos, el Tiempo, los medios o las capacidades para hacer este ejercicio. Y tampoco han perdido la suficiente cordura para ello. A veces pasa. Si esto fuera tan fácil la práctica totalidad de los problemas que tiene la Humanidad y que suceden en este Mundo serían cosa de un pasado muy remoto. Es cierto que nunca es tarde, y que sin duda la Política del Presente es la Historia del Futuro, y quizá en algún momento haya que dar el paso de dejar atrás el Vosotros Buenos y el Ellos Malos. En términos más generales, el Pensar del Hoy es la Historia del Mañana, y para algo que todavía estáis a Tiempo de escribir, qué menos que tratar de hacerlo bonito.
El Entendimiento es algo a lo que se accede. Y hablo de todos los tipos de Entendimiento. Cuando los mortales no entendéis a los Dioses y sus acciones y designios es por vuestra incapacidad de Transduales. Cuando el Loco es Preliatore, es por la carga ya autogenerada, la Herencia de vuestro Prejuicio. Pero por entender a los que, llamando Otros, son como Vosotros, no perdéis nada. No podéis escribir Vosotros sin el Otros.
Vosotros hacedme caso a mi, que el Bueno soy Yo, y los Malos son ustedes. Porque si el Mal siempre está en la Otredad, entonces Todos y cada Uno de ustedes son el Mal. Pero me gusta pensar que son ustedes más que lo que reflejáis o dejáis de reflejar en los demás. Que su Identidad, en resumen, tiene un mínimo de Personalidad. Como siempre y para vuestra desgracia, hasta la próxima, mortales.
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