martes, 29 de septiembre de 2020

Cartas a Atenea: Un Nuevo Augustus

Amadísima Diosa Atenea, estoy convencido de que recuerdas a Augustus, el primero de los Emperadores Romanos. Su estancia en el Poder fue hace poco más de 2000 años. Eso es menos que un suspiro para vosotros los Dioses Inmortales, por lo que estoy completamente seguro de que recordarás de forma más vívida lo sucedido en ese entonces. ¿Cómo olvidar una época en la que te llamaban Minerva? Qué cosas tenían los antiguos romanos...

Te escribo en esta ocasión sobre él porque no puedo evitar pensar que en estos Tiempos que corren y realmente siempre -si se me permite la osadía de la subjetividad ante vuestra presencia- es necesario que emerjan figuras como la del Primero entre los Primeros de Roma. Augustus siempre ha sido muy similar al concepto de Preliatore o al menos a lo que podría decirse es la mayor parte de su pensamiento y personalidad, un hombre firme, con marcados principios, calmado, extremadamente inteligente, frío, calculador y ambicioso. Ah, que persona tan fascinante la suya y con que poca frecuencia vemos a alguien así en la Diacronía, ¿no es así, querida hermana? 

El primer Emperador mostraba una personalidad única combinada con una excelsa inteligencia, algo que seguro tú misma le legaste. A día de hoy los mortales dan diversas valoraciones sobre su figura, algunas de ellas de lo más absurdas y disparatadas, pero los que de Verdad hemos tenido la oportunidad de conocerlo como es nuestro caso sabemos que es alguien irrepetible, tanto por lo que era como por lo que hizo. 

Pero aún habiendo escrito hace un momento que es alguien irrepetible, me gustaría que al menos surgiesen personas similares. Augustus, vosotros lo tengáis en vuestra gloria, logró de forma brillante ultimar la transición de la república al imperio. Precisamente el traspaso del Poder de Caesar a Augustus es uno de los procesos más interesantes de la Antigüedad de este planeta, y del mismo modo también lo es su consolidación como Imperator sin granjearse en el proceso el antagonismo del senado y las élites. Algunos pueden hablar de frialdad, otros de mucha manipulación por su parte, pero la realidad es que Augustus Caesar logró establecer el Principado y crear un sistema estable a partir de la caótica situación que se vivía en la República Tardía, algo que fuese de la manera que fuese debe ser valorado como lo que es, una hazaña sin igual al alcance única y exclusivamente de alguien como él. 

Siguiendo además con el camino de la ambición hizo algo también acertado, equipararse a vosotros los Dioses Inmortales (salvando las enormes distancias entre un Dios y un Deificado) pues esa es la única forma que tiene todo mortal de ponerse a vuestro nivel y contactar con vuestra grandeza. Una grandeza que Augustus logró recrear en la Tierra creando el Imperio Romano, un imperio cuya extensión por la línea del Tiempo abarca unos muy respetables 1400 años, y unas décadas más. Tenía también un fuerte sentido de la Justicia y luchó en todo momento contra la degeneración y otros males similares que podríamos considerar como ''sociales''. 

La razón tras mi deseo de ver a un Nuevo Augustus sobre esta Tierra es que hace ya muchísimo Tiempo que el Reloj de la Historia se quedó atrasado, congelado en una tibia mediocridad que no tardó en degenerar a podredumbre. Augustus fue alguien que en todo momento supo qué hacer y como hacerlo, sin mucho margen para errar y bajo la presión de ser el hombre más importante de la faz de la tierra en el momento en el que vivió. Pero lo más importante es que fue el engranaje principal de ese Reloj de la Historia que este humilde Pretor a tu servicio ha prometido custodiar. El Imperator hizo que las manecillas, en ese entonces los años que cambiaron por siempre incluso el calendario, avanzasen en la dirección adecuada. Como es lógico en otros momentos posteriores ha habido figuras similares, no iguales, que han hecho algo similar, pero me siento obligado a referenciar a Augustus y no a ninguna otra pues él es la referencia más próxima a mi, pero también a ti, hermana. Allá en el Elysium tiene un lugar con vosotros y con todos aquellos que alguna vez fueron nobles en este mundo. 

Resta decir que en este presente y en este mismo momento no hay una referencia similar, ni siquiera alguien mínimamente capacitado para ejercer de Nuevo Augustus. Tal vez no sea el momento para ello, o tal vez sea el momento de asimilar que ya no lo habrá, Puede incluso que esté en vida ahora mismo, pero aún no sepa lo que le aguarda. Puede que muera sin ser alguien conocido, pues no siempre quedan en la memoria aquellos que hacen que el Tiempo siga su curso o aquellos que realizan los más grandes aportes en el gran Omniverso. Yo, desde aquí, no puedo hacer más que aguardar como un mero espectador su aparición, ya que nosotros los inmortales estamos privados del derecho a intervenir de forma directa en las cuestiones de los mortales. Solo te pido, amada hermana, que guíes al Nuevo Augustus cuando le llegue el momento. Así lo haré yo también si se da el caso.

Aunque el Reloj de la Historia está atrasado y parado, la Rueda del Destino sigue girando mientras Augustus descansa con vosotros. Estoy en realidad convencido de que alguien, similar a mi y al que fuera Imperator en los años en los que nació Cristo, será el adecuado para volver a poner en funcionamiento las manecillas del reloj. Y convencido estoy también de que de algún modo, siempre habrá alguien en algún lugar para cumplir esa función aunque no sea en todo momento o en todo lugar de forma simultánea.

Es todo cuanto quería expresarte, hermana. Como de costumbre, espero que recibas esta misiva, escrita con mucho sentimiento para ti, querida Diosa. Te imploro le des de mi parte un efusivo saludo al Primero entre los Primeros y querido amigo de Preliatore. Hazle saber si lo precisas de mis palabras en este escrito, pues seguro llenarán su antiguo corazón de alegría. Para mi señora y Diosa Atenea y, en cierta medida, para mi gran amigo Augustus Cæsar.

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