sábado, 5 de enero de 2019

La Joya de Amaterasu

Hoy es Noche de Reyes y debería estar durmiendo ya, pero mucho me temo que, como viene siendo la tónica de los últimos años, no aparecerán. Los Reyes Magos nunca se acuerdan de los pobres. Del mismo modo que tampoco lo hacen de los miserables y los necesitados. A decir verdad hace ya mucho que ellos dejaron este mundo, por lo que no puedo culparles por no hacerlo. 

Pero por el contrario, hay aún quienes se acuerdan de este viejo Maestro Preliatore, y esos son los Dioses Inmortales. Desde el Solsticio de Invierno me han venido dando su presente, que no es otro que la gloriosa luz del Sol.

Así es, ahora la Luz Solar comienza a imponerse a las Tinieblas del frío Cielo Nocturno invernal mientras yo, recibiré gustosamente su don. Poco más que eso necesita en realidad un Hombre para ser feliz y desde estos momentos le agradezco al Cosmos la presencia del Astro Rey en los cielos.

La Joya de mi señora Amaterasu, la perla resplandeciente que da la vida a nuestro mundo, es todo aquello cuanto necesito para comprender que, desde mi posición, aún hay cosas que me superan a pesar de haber superado a otras tantas en estas tierras. Es muy extraño que yo entienda esto como un presente, pero así es. A pesar del enorme ego que me acompaña sé apreciar ante todo los nuevos retos y desafíos que se presentan ante mi, así como reconocer con humildad aquello que puede superarme, siempre y cuando demuestre que puede hacerlo.

Si el Aliento de Hyperión, Señor de la Luz Celestial, ha dado un sentido y una estructura a todo nuestro sistema lo menos que puedo hacer como agradecimiento es reconocer lo meritorio de ello. ¿Qué sería de todo sin la Luz? Probablemente nada. Aún así, esto me impulsa a querer llegar más lejos, tanto como sea posible, más incluso de lo que la Inmortalidad supone.

Tal vez la Estrella de Belén no conduzca a esta puerta a los Reyes Magos pero a mi me basta con que el Ojo de Ra, la estrella que me guía a mi, siga observándome desde las alturas. Que la gran  Amaterasu-Omikama -a quién dedico todas estas palabras- y el resto de los Dioses Inmortales guarden su brillo, pues poco más necesita Preliatore para conseguir el Poder y la grandeza que precisa.

Per Aspera Ad Astra. Mil gracias, Amaterasu.

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