sábado, 7 de abril de 2018

Subir Montañas, Bajar Colinas

¿Que hubo? Aquí estoy de nuevo para comentar algún que otro pensamiento que se me ha venido a la mente. Antes de nada decir, como pequeño apunte, que me gustaría poder crear (yo no escribo, creo) artículos con más frecuencia, pero como no me gusta que mis artículos sean una avalancha masiva de diarrea sin sentido, calidad o fiabilidad prefiero publicar artículos con menor frecuencia en favor de una calidad más elevada; Calidad sobre Cantidad; debería ser Ley según el contexto. Además, como me lee poquísima gente (por ahora, que aquí la ambición no cesa y sé que algún día seré el Rubius de los Blogs) tampoco hace falta tener un horario fijo de publicaciones ni pollinadas campestres como esa. Ya cuando haya público habrá más publicaciones que, eso sí, no perderán ni un ápice de calidad.


El caso chavales es que este último mes he estado como de costumbre platineando juegos, investigando cualquier cosa que me llamase la atención y tratando de sacarme la carrera universitaria sin tener la posibilidad de ir a clase por el elevado precio del transporte. Una de estas noches de Insomnio que tanto me caracterizan pensé sobre las tres cosas que acabo de mencionar y llegué a una conclusión que puede resumirse en el título de este artículo: Subir Montañas, Bajar Colinas. 


No, aunque la inspiración se encuentre evidentemente en aquella película de los 90 titulada El inglés que subió una colina pero bajó una montaña el artículo no tiene nada que ver ni con ella, ni con su guión y ni siquiera con su mensaje, nada de nada. Si os soy sincero ni siquiera la he visto entera. Pero sería una pena desperdiciar un arrebato de inspiración, venga de donde venga. 


¿Alguna vez no habéis tenido la sensación de estar tan ensimismados con algo que todo lo demás quedaba relegado a un segundo plano, empequeñecido fuese cual fuese su magnitud? Es lo que me ha sucedido a mi con el juego que PS Plus regalaba este último mes de Marzo, el sobresaliente y magnífico Bloodborne. Este juego ha sido la principal fuente de inspiración por la que estoy escribiendo esto ahora mismo. Este juego en concreto ha logrado hacer algo que ningún juego ha hecho conmigo en mucho Tiempo, ha logrado tenerme tan entusiasmado y centrado como ningún otro durante prácticamente todo el mes. Es de esas obras de arte que, si te gustan, te hacen sentirte como un niño pequeño y que de algún modo recuerdan otra época, un Tiempo pasado que para la industria fue mejor. 


Al terminar el juego al 100% sin embargo, he tenido también una sensación que hacía bastante que no tenía de la misma forma pero que de algún modo nunca desaparece, la del vacío que sigue a la plenitud: He aquí la clave de este artículo. Ya tenemos dos Cosas para darle sentido a todo esto, pero falta lo más importante por mencionar.


¿Recuerdas aquella vez que le echaste un pulso a tu padre y te diste cuenta de que era más fuerte que tú? En ese momento te diste cuenta de que no eras aún lo suficientemente fuerte para poder ganarle, pero tú lo sigues intentando, y Tiempo después le ganas y te das cuenta de que los años no han pasado en vano. Sin embargo, no te sentiste ni emocionado ni exaltado cuando le ganaste, fue más bien todo lo contrario, un sentimiento de nostalgia, duda y vacío lo que te encontraste. Entonces te diste cuenta de que después de eso, ya no tendrías nadie a quien retar con la misma ilusión, de que él ya era mayor y tu ya no eras tan joven y de que, en definitiva, hay veces que es mejor no proponerse algunos retos. No por dificultad, sino por lo amargo de su resultado. 


Quizá los más mayores y con mayor esfuerzo en la vida recordéis aquel día en el que comenzasteis a cursar una carrera universitaria. Algunos incluso tendríais que trabajar a la par que estudiabais (discurso que seguro más de uno le ha dado a su progenie más de una y más de dos veces), por lo que tendríais unos años frenéticos, sin apenas Tiempo libre, con una constante fatiga y cansancio que a veces se veía suplida por noches de exceso un fin de semana cualquiera. ¿No recordáis aquel primer día en el que comenzasteis a cursar esa carrera que tantísimo os apasionaba? Apuesto a que sí, la ilusión y el brillo en vuestros ojos debía ser tan grande como las ojeras que luego arrastrabais en la previa a un examen. Cuando se empieza no se tiene más preocupación que la de terminar el grado y, si se trabaja a la par, conseguir el salario para subsistir. ¿Pero que pasa cuando terminas el grado? Sí, a eso me refiero, la ilusión con la que llegaste el primer día ha sido sustituida vilmente por la incertidumbre del ¿y ahora qué? 


Supongo que ya entendéis de que va esto, ¿no es así, queridos lectores?. Sí, si eres esa persona que terminó el grado que tanto le gustaba y ya no tenía que preocuparse ni de sacar su próximo examen ni de ese cochambroso trabajo a media jornada o tiempo parcial que apenas daba para costearse el estudio o la habitación alquilada estoy completamente seguro de que entenderás el vacío que uno se encuentra al pasar por esta situación. Seguramente durante estos años conociste a la pareja con la que te has casado o casarás, ahora tu principal preocupación es encontrar un trabajo de verdad, de esos con contrato de fijo y un salario considerable. Tras lograrlo, todo vuelve a ser un círculo vicioso, ese trabajo que tanto te ha costado conseguir se convierte en una rutina que es insoportable o que acaba, en el mejor de los casos, siendo aburrida y cargante. 


Si prestáis atención, muchos os pasáis toda la vida subiendo montañas y bajando colinas. Y no, esta vez no diré que sea cosa de mortales, también nosotros los Inmortales tropezamos con esa piedra. Pero pensadlo con detenimiento: Os ponéis una meta, lucháis por superarla y tras muchísimo esfuerzo y dedicación lográis cumplir la ambición que teníais en mente, pero por alguna razón que escapa a vuestra comprensión no os sentís realizados con ella, es más, os sentís de todo menos eso. Hay quien se siente perdido, hay quien buscar rellenar el hueco con nuevas metas, hay quien acaba en un mar de dudas y lo más común, hay quien siente como el vacío llama a su puerta. Todo el esfuerzo que se invierte en subir la montaña, no se ve recompensado por la bajada, que resulta ser un levísimo descenso por una colina. 





“El Caminante sobre el Mar de Nubes”, por Caspar David Friedrich. Probablemente uno de los cuadros más representativos del Romanticismo. La Obra está cargada de un Simbolismo y un mensaje que se pueden interpretar de distinta manera. En este caso he escogido la obra para este artículo por fines interpretativos, encaja a la perfección con lo que quiero decir. Creo que está bastante claro, pero me gustaría que la observaseis con detenimiento por la interpretación y lectura que le podáis dar. Es simplemente sorprendente, y eso que ni siquiera está entre mis favoritas, pero debo reconocer su magnitud y calidad. Mis respetos, Caspar.

A mi parecer, las metas son una peligrosa arma de doble filo, y por esta razón no tengo por costumbre imponerme ninguna (imponerme, no ponerme). Antes de establecer una se debe estar completamente seguro de que es eso lo que se ambiciona conseguir, y de que no es más que un preludio al desesperante hastío del no saber que hacer después. Además, las metas son también una posibilidad de fracaso, que no es más que una valoración autoimpuesta o directamente impuesta socialmente. No existe tal cosa como el fracaso si uno no contempla la posibilidad de fracasar en primera instancia. 


Me explico. Imaginad que yo pretendo conseguir un papel en una gran película, pero por cualquier cosa no tengo esa posibilidad. De ser un insignificante mortal pensaría que he fracasado, pero no es el caso. De todos modos aunque yo sepa que no he fracasado tenéis que pensar no como Preliatore, sino como un cualquiera que se propone algo y no lo logra. Esa hipotética persona pensará que ha fracasado y eso le llevará a abandonar en muchos casos todo atisbo de esperanza, sueño o ilusión que quedase en ella. Si por algún casual eres de los míos y consideras que no has fracasado, sino que simplemente las cosas no han salido como pensabas pero no por ello debes venirte abajo entonces enhorabuena, eres un máquina. Pero no termina aquí, en caso de que seas lo suficientemente sabio como para salvar ese obstáculo autoimpuesto te quedará una barrera más, la Social. 


Puede que aunque hayas fallado en tu objetivo sepas que al final tampoco es para tanto y que aunque hayas fracasado de la peor forma posible en tu cometido tienes que reponerte, ya sea para cambiar de miras o para volver a intentarlo. Pero hay un grave problema, siempre habrá alguien o algo para decirte que has fracasado. No, no hablo necesariamente de algo físico. Es más, en la mayoría de culturas de nuestro Tiempo, la gente nace y desde una temprana edad entienden que deben ser alguien importante en el mundo. Es una de las muchas obligaciones indirectas que este mundo te da desde el segundo en el que sales del vientre. Otras que quizá suenen por ahí sean la de dejar un legado, tener una familia o la que aquí nos atiende mismamente: Triunfar y, de alguna forma, lograr Reconocimiento por ello. 


Tanto el Triunfo como el Fracaso y el Reconocimiento son entelequias, por sí solos son conceptos que no pueden existir. Por este motivo no debe uno darles más importancia de la que ya tienen. Por haber fallado no hay que venirse abajo y por haber triunfado no hay que hacer que sea algo que se suba a la cabeza. ¿No han pensado alguna vez en lo ridículo que es fracasar por algo que uno mismo no se ha propuesto, sino que le han impuesto? ¿Y que me decís de triunfar en algo que no queríais?... pensad en ello, no os lo pienso dejar más mascado.



Sí, este largo paréntesis para hablar de éxitos y fracasos era vital y necesario para el tema principal. Como os decía al principio, mis propósitos para el mes de marzo fueron platinear Bloodborne, continuar con mis estudios y por supuesto investigar todo aquello que me resultase llamativo. Pues bien, esto que os estoy redactando ha sido uno de los temas en los que he pensado y sobre los que he reflexionado. Sí, eso de proponerte algo y superarlo, lo que podría decirse que es tener éxito en dicha propuesta. Puede que disfrute con las propuestas y anhele conseguir en ellas el éxito, pero una vez que lo hago, tras haber subido la montaña, acabo bajando una colina. Creo que estoy en lo cierto después de esto si digo que el vacío posterior al éxito es igual de trágico que el presunto fracaso en una meta. Ahora mismo, De Facto, estoy alcanzando una meta: plasmar de forma sólida mis pensamientos sobre todo esto, pero sé que luego necesitaré algo para sustituir la emoción, el interés y la pasión que se invierte en esto. 




La Plenitud precede al Vacío en muchos casos, aunque no necesariamente ha de ser así ni mucho menos. Hay mil y una formas con las que esto puede terminar, y una de ellas es haber alcanzado la Realización Personal, aunque sea de forma temporal. Todo no va a ser malo respecto a las metas, los retos y los desafíos que uno se plantea, ni tiene porque serlo. Lo único que hace falta es proponerse las cosas con cabeza. 




Puede sonar contradictorio, pero no lo es para nada. No pretendo con este escrito engañar de forma cruel a los lectores y convertirlos en víctimas de mi cinismo. Veréis como ahora coge forma todo lo que he dicho. La Realización Personal, ese algo que todo el mundo quiere pero nadie sabe darle nombre, es lo que creo más importante para todo mortal en la Tierra. Cada uno la encuentra en algo distinto, al fin y al cabo por eso es personal, no me meteré en ello de momento. 


La cuestión es que, sabiendo eso, establecerse un objetivo no tiene que ser malo. Cuando se lleva a cabo sin ningún tipo de ofuscación puede ser incluso algo bastante bueno, sobre todo cuando el aburrimiento invade tu vida. Aunque solo sirva para alcanzar un estado de felicidad momentánea, ya es algo. En otra ocasión habrá otras formas de alcanzarla de nuevo y en alguna de estas, será de forma permanente.


Para evitar no extenderme demasiado como pasó en el pasado artículo creo que me limitaré a poner uno de los mejores ejemplos de lo que puede llegar a ser subir montañas y bajar colinas antes de dar una reflexión final.


Si me conoces o eres un tipo bastante intuitivo puede que sepas que una de mis pasiones es el Cómic de Superheroes y que en concreto el personaje de Thanos es uno de mis favoritos. Si eres conocedor del mundo del Cómic y la Novela Gráfica de temática Cósmica o Mística sabrás que el contenido y el mensaje que transmiten estos géneros es bastante profundo, denso e interesante (muy recomendables siempre estos géneros y sus obras en mi opinión). En The Thanos Quest, la mítica serie de dos números de principios de los 90 creada por el siempre interesante Jim Starlin y protagonizada por el Titán Loco que precedería a The Infinity Gauntlet, nos encontramos con el ejemplo más extremo de lo que vengo a decir con este artículo. En la obra Thanos se enfrenta a los Ancianos del Universo para conseguir las Gemas del Infinito y así poder lograr la Omnipotencia al acoplarlas en el Guantelete del Infinito; todo esto con el fin de impresionar y satisfacer a la Muerte. Naturalmente logra su objetivo y tras haberlo hecho se convierte no en un igual de la Muerte, sino en un superior. Debido a esto sus pretensiones de conseguir el amor de la Muerte se ven frustradas porque -siendo ahora su inferior- ésta no tiene más opción que rechazarlo al tener un Poder Superior. Todo el esfuerzo y el empeño dedicados en su misión habían sido en definitiva en vano; lo había logrado todo, pero no había conseguido nada en realidad. 

“No hay ser que pueda soñar o esperar más de lo que yo he logrado. ¿Quién habría podido suponer que convertirse en Dios acabaría siendo una victoria tan vacía?” Probablemente una de las mejores citas de toda la obra. Sí, ha logrado convertirse en Dios, pero aún así no siente la felicidad que anhela ni obtiene el amor de la Señora Muerte. Es la prueba más clara y exagerada del vacío que sigue a la plenitud en muchos casos.    

La Omnipotencia debe ser una cualidad capaz de enloquecer a cualquiera, pero no así asuntos más mundanos y cotidianos. No hace falta recurrir a la narrativa cósmica para encontrar la crudeza que supone el completar objetivos y ver que al final el vacío persiste tarde o temprano. Antes ya mencionaba la cuestión de terminar el grado que te gustaba o el trabajo que querías que se acaba convirtiendo en rutina, pero hay mil y un casos más del mismo estilo. Estoy a punto de terminar este artículo, por ejemplo, y a sabiendas de que no lo leerá mucha gente me sentiré realizado con él y por ello seré algo más feliz aunque sea durante un Tiempo limitado. Puede que luego, al cabo de un Tiempo, la sensación de aburrimiento, vacío e incertidumbre vuelvan, pero seré consciente de que he logrado uno de mis objetivos y lo he hecho de la manera que quería, de modo que no hay razón alguna por la que deba estar triste a pesar de lo mencionado hace un momento. Cuando saqué el platino de muchos juegos (ya van 33, llamativo número) sentí que más que un logro también era una muestra de respeto y admiración hacia una obra de arte, por lo que, no solo la había disfrutado, sino que también había mostrado por ella el respeto que merecía. Es una doble realización personal. aunque ya sepa que luego vendrá el persistente vacío, no podrá sustituir la plenitud de ninguna manera, la Perspectiva siempre es importante. Cuando cada cuatro meses llega el periodo de examen, las noches sin dormir en el frío enero y el caluroso julio, no siento la presión o los nervios, sino más bien la emoción de tener ante mi un reto a superar fracase en ello o no. Tras superarlos, llegan unos meses rutinarios, pero al menos conservo la sensación de haber cumplido con lo que me propuse. Esas veces en las que tras haberlo sudado consigues algo, ya sea dinero en un trabajo o resultados en un proyecto, no hay nada que pueda o deba eclipsar el Hecho Consumado de haber tenido el logro. 


Habré conquistado las cumbres más altas y descendido las más bajas laderas, pero por siempre habrá más altas montañas que de ninguna manera deben suprimir el gran esfuerzo y valor que tiene el haber escalado todas las anteriores. Tal vez sea el descender una colina después de subir una montaña lo que suponga el mazazo más grande, pero aunque lo que se descienda una mísera colina nunca tienes que olvidar que lo que subiste fue una respetable montaña. No hay verdadera razón para perder el ánimo, porque has logrado algo y siempre habrá algo más que lograr. Puede que el mensaje que transmito sea demasiado ascético y desapegado de los dictados del mundo de nuestra era pero es el que más se ciñe a la verdadera causa que una persona debe tener. No existirá fracaso que pueda detener la voluntad, ni sombra que pueda eclipsar la sensación de realización. De hecho, ya he mencionado que no existirá fracaso si uno no contempla esa Posibilidad, por mucho que el Mundo se empeñe en demostrar lo contrario. Es importante enfatizar que cuanto más material sea el deseo que uno tiene, más vacío se sentirá después de haberlo logrado, es por esto que hago ese énfasis en que cualquiera que desee algo debe hacerlo pensando en sentirse realizado, no por ejemplo en conseguir sucio y despreciable dinero o tentaciones del mismo corte. Y es que aunque el deseo se encuentre en algo pretencioso o ambicioso como es en mi caso el entrar en la Historia, no deja de ser una Voluntad que no está viciada, por lo que no hay que pensar que uno no puede tener ambición, puede y de hecho recomiendo encarecidamente que la tenga o que, sino la tiene, la encuentre. Siempre y cuando sea sana, claro.


El momento en el que un insignificante mortal logre superar toda tentación y logre su cometido, su misión, su -en definitiva- Voluntad, será el momento en el que más cerca estará de la Felicidad. Es el momento en el que más cerca estará, en resumen, de liberarse de las Ataduras de su Humanidad. 


Sin más, me despido. Hasta la próxima ocasión, mortales. Que Los Dioses guíen vuestro camino.

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