sábado, 22 de agosto de 2020

El Derbi de la M23

 La importancia de saber escoger a tus rivales.

Brighton & Hove Albion y Crystal Palace, equipos que actualmente forman parte de la Premier League, tienen entre sí una llamativa pero interesante rivalidad en la que me fijé hace relativamente poco y que realmente solo conocía de oídas hasta que me puse a investigarla. 

En Inglaterra existen todo tipo de rivalidades deportivas en general y futbolísticas en particular, pero es la que da nombre a esta entrada la que me servirá para exponer una breve reflexión. El Derbi de la M23, llamado así por la M23 Motorway, autopista que conecta la ciudad de Brighton con Croydon, al sur de Londres (donde está afincado el Crystal Palace), es sin lugar a dudas una rivalidad que muchos pueden pasar por alto o desconocer por completo. Y que de hecho puede parecer tan cutre como su propio nombre parece indicar, a fin de cuentas una rivalidad que debe su nombre una autopista no puede ser muy apasionante, ¿no?

Eso es lo que pensaría un aficionado neutral o que simplemente esté desconectado de ambos equipos, pero lo cierto es que a mi me resulta un derbi muy bien planteado, compensado y justo. Si bien no es una rivalidad archiconocida, que resulte atractiva desde fuera o que pueda por nombre llamar la atención, sí que es una con una historia detrás (no muy remota, pero sí con sentido) y un interesante desarrollo. 

Partiendo de una base es importante recalcar que aunque es considerado un derbi, los equipos, como he mencionado, no son de la misma ciudad. El Crystal Palace es el enésimo equipo londinense de la Premier, mientras que el Brighton es uno de los pocos equipos de su zona, por lo que siempre estuvo hasta los cruces con el Palace sin rival definido. La rivalidad nació de una forma bastante artificial si nos ceñimos solo al sentido geográfico, pero en lo relativo a la masa social y la historia tiene unos cimientos muy sólidos. 

En la década de los 70 fue cuando surgió de la nada la rivalidad entre ambos, muy potenciada en todo momento por sus entrenadores. Ambos equipos se encontraban en Tercera División en aquel entonces, y ya a mediados de la década las declaraciones del siempre controvertido Malcolm Allison (en ese momento técnico del Palace) criticando el estilo de juego del Brighton tras una derrota contra ellos hicieron por alimentar la animadversión entre las aficiones de ambos equipos. A partir de entonces los partidos entre ambos equipos demostraron ser mucho más intensos y conflictivos. De hecho es en estos momentos cuando los aficionados del Brighton & Hove Albion pasan a denominarse Seagulls (Gaviotas) porque usaron unos cánticos invocando el nombre de dicho animal para responder a los cánticos del Palace referentes al Águila. Pocos años más tarde el escudo del Brighton se cambiaría para representar esto, demostrando la intensidad e importancia que tenía en esos momentos la rivalidad entre ambos. 

Sin embargo, la explosión de la rivalidad comenzó poco después de eso, cuando en 1976 llegaron Terry Venables y Alan Mullery al Crystal Palace y al Brighton respectivamente. La importancia que estos hombres tuvieron no solo para forjar la rivalidad sino para también la historia en general de sus clubes fue inmensa. Ambos fueron en su juventud jugadores de nuestro querido Tottenham Hotspur, siendo Mullery el capitán del equipo y Venables un jugador que desde el primer momento tuvo un complicado paso por los Spurs, desde pegar un puñetazo en un entrenamiento a su compañero Dave Mackay hasta apostar dinero por el Chelsea en la final de copa de finales de los 60 que los Blues jugaron contra los Spurs. Básicamente apostó contra el equipo en el que él mismo jugaba para apoyar a un rival en el que por cierto también jugó previamente. Una actitud muy cuestionable si me preguntan, aunque finalmente acabaron ganando el partido.

La cuestión es que cuando coincidieron en el Tottenham, Venables no se sentía querido por los fans (aunque tampoco es que diese motivos para ello) y tuvo varios percances con el entrenador, Bill Nicholson. Mientras que con Mullery pasaba justo lo contrario, pues era un jugador querido por la afición y muy respaldado por el técnico. Esto, como puede parecer lógico, hizo que la relación entre ambos no fuese la mejor. Y es algo que ambos se llevarían a los banquillos. 

Terry Venables (primero por la izquierda) y Alan Mullery (primero por la derecha) celebran el título de FA Cup antes mencionado.


Cuando fueron contratados por sus nuevos equipos ambos tenían asignada la misma tarea, que naturalmente no era otra que conseguir la promoción a toda costa. Lo más curioso es que ambos la consiguieron, pero en el camino los enfrentamientos entre Aguilas y Gaviotas fueron feroces y de un altísimo riesgo. En ambos casos la asistencia a los estadios se duplicaba cuando jugaban entre sí respecto al resto de la temporada y no era lo único que se duplicaba, porque la presencia policial también acababa siendo necesaria debido a los constantes enfrentamientos entre las hinchadas. El colmo llegó en unos cruces entre ambos en la FA Cup. En una época en la que los partidos que terminaban en empate se tenían que rejugar hasta que alguien los ganase, ambos equipos se cruzaron hasta en tres ocasiones, siendo la tercera en el neutral Stamford Bridge la que decidió el cruce a favor del Palace tras un partido tácticamente debatible por decirlo de alguna forma. En los previos enfrentamientos Mullery ya criticó al Palace por no jugar para ganar, pero en este tercer encuentro, en el que el Palace se puso con ventaja, los eagles optaron por mantener el resultado. 

Tras el partido, Mullery estalló y se enfrentó a la hinchada del Palace. Se esperaba que la policía lo sacase del estadio, pero antes de eso el técnico del Brighton se acercó al vestuario del Palace para encontrarse con Venables y los jugadores de los eagles. En ese momento se vació los bolsillos, tiró al suelo la calderilla que tenía en ellos y sentenció "El Palace ni siquiera vale esto" 

El resto ya es historia. Pasarían ciertas cosas en el futuro. Venables por ejemplo volvería al Tottenham en el que tan odiado era tras su conocido paso por el Barcelona con aquella final de Champions perdida en el Pizjuán trayendo consigo a Lineker y descubriendo al mejor Gascoigne. Mullery por el contrario acabaría a principios de los 80 curiosamente en el Crystal Palace, donde por supuesto fue recibido con una considerable frialdad por parte de la afición, que trató, durante un poco Tiempo, boicotearlo como señal de descontento con el club por su contratación. De todos modos su paso por el club no sería muy prolongado y saldría en 1984 para volver dos años después una vez más al Brighton. Años movidos para el hombre. 

La rivalidad entre ambos perduraría con cierta intensidad durante los 80, en los cuales el Brighton ganó la mayoría de duelos, pero con el paso de los años y las décadas perdería la característica fuerza que la definió en sus orígenes en los 70. Ya en los 90, con ambos equipos en distintas divisiones y pocos cruces entre sí, la rivalidad era más un recuerdo que una realidad. 

En la actualidad y durante la última década los cruces entre ambos han vuelto a aumentado y se puede percibir que la rivalidad aún existe y tiene cierta intensidad. No obstante, han pasado 50 años de aquello y la mayoría de fans de ambos clubes ya no recuerdan siquiera por qué son rivales, algunos de hecho consideran la rivalidad hereditaria más que otra cosa, pues desde la era de Mullery y Venables ha llovido mucho, muchísimo. Lo importante es que pese a no tener la misma fuerza que tuvo en su día, ambos equipos siguen siendo rivales, quizá por falta de otro contendiente para sustituir el puesto del otro o quizá por pura historia. Lo que está claro es que, con todo, es una rivalidad justa y que beneficia a ambos equipos, dando emoción a sus aficiones y partidos. 

Quizá si Venables y Mullery no hubieran coincidido primero en el Tottenham y luego en los banquillos de ambos equipos cuando los dos estaban en tercera división y con posibilidades de ascender la rivalidad nunca habría existido, pero se dio la situación, puede que por mano del Destino o por pura casualidad de que ambos se encontrarían en el lugar apropiado en el momento adecuado con las condiciones necesarias. Una tormenta perfecta para condimentar la historia de dos equipos que, sin poder considerarse grandes de Inglaterra, merecen una importante mención en las páginas de su historial deportivo. 

Entrando ya en terreno puramente estadístico y dejando de lado la Historia, me gustaría justificar este tipo de rivalidades improvisadas centrándome en los Datos y usando como referencia este ejemplo. A día de hoy, al momento de redactarse esta entrada, de los 105 encuentros disputados entre ambos el Brighton ha ganado 40 y el Crystal Palace ha ganado 39, se han repartido puntos en 26 ocasiones. Como se puede ver, la igualdad es máxima y prácticamente perfecta. La rivalidad está justificada histórica, estadística y deportivamente. 

Es a esto a lo que quiero llegar como seguro ya han intuido con el título del artículo que encabeza todo este texto. Y es que entiendo que en el deporte, en todos ellos, la justificación principal para una rivalidad es la geografía, pues todos los grandes derbis se dan entre equipos de una misma ciudad. Sin embargo, hay muchas ocasiones en las que creo que eso no es una buena idea, y abro paraguas por ello. Muchos entienden que una rivalidad es eso, la Historia y la geografía, pero yo considero por el contrario que una rivalidad debe tener un mínimo de interés, cierto equilibrio, una compensación entre ambas partes y no un desequilibrio total y absoluto. Todo lo que no sea una rivalidad igualada es considerado por mi como poco menos que un principio de masoquismo. No merece la pena esperar todo el año dos partidos (en el caso del fútbol, que es el que ponemos de ejemplo) para que luego, si apoyas al equipo más débil, solo sufras la derrota y la consecuente humillación constantemente. Si apoyas al equipo que probablemente va a ganar entonces todavía puedo llegar a entenderlo, aunque tampoco llego a verlo del todo bien. Poco menos que dar las condolencias puedo al que apoya al Fulham cuando éste tiene que jugar contra el Chelsea que, por geografía es su rival. Pero de igual manera me resulta algo ridículo que, siguiendo por ahí, un aficionado del Chelsea se alegre de haberle ganado un partido al todopoderoso Fulham. Normalmente en cualquier caso lo normal no es esto último, ya que el Chelsea considera que su mayor rival es el Arsenal, seguido de los Spurs y el Manchester United, 

Por supuesto siempre hablando desde el respeto al Fulham. Es solo que se ha equivocado de rival. Y como ese caso hay muchos. Por nombrar unos pocos el Valencia - Levante y el Betis - Sevilla en España, o el Bayern - 1860 en Alemania. 

Claro, uno dice esto y, como mínimo debe argumentar por qué no son elecciones sensatas. Sencillo, su principal base es eso, la geografía, aunque por supuesto están también respaldados por una gran Historia detrás. Aun así, si nos metemos en números, el balance no es tan positivo o justo y en todos los casos anteriores hay una tendencia clara hacia uno de los dos equipos. Esto es lo que a mi me parece más importante a la hora de establecer un feudo ya no solo con un equipo en un deporte de equipo o con un deportista en uno de carácter individual sino con todo en la vida en general. Es una forma más fría de verlo pero considero que si las posibilidades del rival son bajas o mínimas lo mejor es no hacer que se convierta en tu rival. Ya sea en un partido de fútbol, en uno de tenis o en un proyecto de negocio sin ir más lejos. A ninguna tienda se le ocurriría competir en un mercado específico contra la gran superficie que se dedica a eso mismo. O incluso siendo más claro, una tienda de alimentación por ejemplo no es rival para una gran cadena de distribución. En su lugar debe hacer la competencia con otras tiendas de sus mismas características o condiciones. 

Si yo fuese, para que lo entiendan, jugador de ajedrez iniciado a mi no se me ocurriría buscarme una rivalidad como Magnus Carlsen. Me rentaría mucho más crearme un feudo con alguien con un nivel de ELO similar al mío. Igual con todo. Si soy tenista no me interesa provocar a Novak, Rafa o Roger. Si soy jugador de baloncesto no voy a cruzar declaraciones con la leyenda viva Lebron o el ahora flamante Antetokoumpo. Esto por supuesto es para que lo entiendan en situación hipotética, porque en la realidad ya saben ustedes que yo a todos esos les gano en su deporte correspondiente y en lo que ellos quieran. 

Dejando eso a un lado, hay otra parte de mi que añoraría las rivalidades desequilibradas. Esos David contra Goliath de nuestro Tiempo en los que, de cuando en cuando, hay sitio para la épica y lo mismo el equipo más débil sorprende al más fuerte o incluso lo destroza por completo, porque en el deporte nunca hay nada escrito excepto cuando detrás hay amaños del tamaño de una casa. En ese sentido tengo que dar la razón a los fanáticos de las rivalidades descompensadas, porque la alegría en estos casos es incluso mayor. Imagínense que son ustedes aficionados del 1860 Múnich y éste equipo le endosa un 4-0 al Bayern. Lo más seguro es que estarían muy felices si sienten los colores. 

Otro puno a favor de las rivalidades que no están tan equilibradas es que a veces vienen cargadas de un clima y un ambiente bastante fuerte. Poniendo como ejemplo más claro de esto al Betis - Sevilla. Pese a haber una diferencia de nivel considerable entre ambos, el ambiente es único. Así con muchos casos. Y hay que añadir también que estas diferencias de nivel entre unos y otros no siempre son constantes y a veces se dan la vuelta, lo cual también es otro punto a favor de mantener las tradiciones. 

Haciendo balance quizá no necesariamente se deban reemplazar las rivalidades descompensadas por otras distintas, pero sí compensarlas con unas más igualadas. Insisto, para el deporte y para la vida en general. Nunca está de más ver la superación y el salir adelante contra todo pronóstico, lo cual además potencia y mucho la alegría. Pero también es clave que exista un mínimo de Justicia, un equilibrio de fuerzas que devuelva un poco de emoción a las gradas y mueva las pasiones con más vehemencia. 

Recuerden entonces que son ustedes libres de escoger. Y la libertad de elección deben usarla sabiamente. Tal vez para escoger en vuestro camino a los más difíciles e inalcanzables rivales o tal vez para saber a quién os podéis o debéis medir en vuestras vidas. Mi recomendación dicho y lo dicho y a pesar de todo esto es que, si tienen la posibilidad, hagan ambas cosas.

Hasta la próxima, mortales. 

Les dejo aquí, por si les da curiosidad, a un fan del Palace explicando con detalles por qué el Brighton es su rival, porque como dije, ya apenas se acuerda nadie.

lunes, 17 de agosto de 2020

Encomendados a la Probabilidad

 Fenómenos Aislados


Hace relativamente poco en una de las 40 pestañas habituales que tengo abiertas en el navegador del teléfono encontré una, probablemente abierta hace ya meses, que comentaba las justificaciones de Dios de Anselmo de Canterbury. Entrañable sujeto sin duda. Movido por el interés y en una tarde de sumidero por la red, de Anselmo pasé a un artículo de Wikipedia sobre una entidad generada de forma espontánea y con consciencia y recuerdos propios formada a partir del Caos. Mi Síndrome de Diógenes digital me hizo de nuevo al tener 40 pestañas abiertas llegar a una idea bastante interesante: El Cerebro de Boltzmann.

En lo que se refiere a cuestiones científicas al menos, los artículos de Wikipedia no suelen tener sobre el papel sesgos o grandes errores, pero sí una presentación algo densa y molesta así que antes de que tú, persona que está leyendo esta entrada, vaya a consultarlo, trataré de explicarlo de forma clara y sin entrar demasiado en materia. 

El Cerebro de Boltzmann es literalmente eso, un Cerebro. Presumo y asumo que más grande que uno humano, pero un cerebro a fin de cuentas. Posee una consciencia propia y su generación se ha dado a partir de unas fluctuaciones cuánticas aleatorias. Las memorias de este Cerebro serían las de una vida humana completa y del mismo modo podría ser consciente de la misma forma que lo es un humano pese a ser solo un cerebro. Por esto último uno mismo podría ser uno de ellos. Incluso tú, que lees esto, podrías serlo. 

Sí, un Cerebro. En el Espacio. Espectacular.


¿Cómo? Presten atención a lo siguiente. Ludwig Boltzmann (el cual da nombre a la presunta entidad) propuso que en algún punto sería posible que las fluctuaciones cuánticas diesen a luz un sistema simple y no uno complejo. El sistema complejo ya lo conocemos, es nuestro universo. El sistema simple es el cerebro, que podría nacer en un Vacío tras una fluctuación que lo definiría como entidad consciente de sí misma que cree ser un sujeto en un sistema en el que se relaciona con otros semejantes para conformar una historia, un mundo. Visto de esta forma o explicado así puede parecer que el sistema simple de simple tiene poco, pero realmente no es más que un cerebro creador (solo existe el propio cerebro, el resto es definido y falso), nada comparado con el sistema complejo que es el Universo.

Si les suena extraño lo que les digo, sepan ustedes que no es muy distante de algo que quizá estudiaron en el instituto. Puede que recuerden la teoría del Cerebro en la Cubeta, ese experimento hecho a partir de la teoría del Genio Maligno de Descartes. Pues bien, hay ciertas similitudes entre la propuesta de Boltzmann y la de Descartes. Una aborda la cuestión desde el punto de vista científico y astrofísico, la otra desde la filosofía; pero el elemento principal sigue siendo un Cerebro que cree formar parte de un sistema mayor pero que sin embargo ya está predefinido y es en realidad falso. Y si no les suena lo de la cubeta, seguramente hayan visto Matrix o alguna de esas películas de ciencia ficción que proponen la Realidad como Simulación. Teniendo esa referencia seguro que ahora lo ven todo más claro. 

Hace un momento dije que incluso tú podrías ser un Cerebro de Boltzmann y seguro que ahora ya no tienes tan claro si lo eres o no. Serlo implicaría que todo el pasado es una Conspiración y que todo el mundo y sus componentes están falseados. No necesariamente por unas malévolas intenciones (punto de vista filosófico), sino por la misma fluctuación que te ha creado (punto de vista astrofísico). Lo más curioso de todo es que la generación "espontánea" de estos cerebros es perfectamente posible dentro de una increíblemente grande cantidad de Tiempo, pero no infinita. 

La razón por la que esta entidad es posible se encuentra en las aguas que hace la Termodinámica en algunos aspectos. Aunque sería injusto culpar solo a la Termodinámica de ello pero comentaré eso en breve. La raíz de la propuesta se encuentra en la Segunda de las Leyes de la Termodinámica y el concepto de Entropía o, más bien, de la tendencia a la misma. Se dice que si la tendencia es a la Entropía entonces el desorden y la alta entropía deberían ser lo más frecuente del Universo, pero según lo que se puede observar esto no termina de cumplirse. El físico austriaco propuso entonces viendo esto que unas fluctuaciones hacia un sistema menos entrópico y más ordenado eran posibles. 

Desde entonces se ha intentado desechar la posibilidad, pero ha resultado sorprendentemente difícil conseguirlo. En cuanto la Ciencia se adentra en los limites del pensamiento y la comprensión se encuentra con numerosas dificultades para salir adelante. Hay vida más allá del debate sobre la existencia o no de Dios. En casos como este la ciencia no se enfrenta a la religión o la filosofía, se enfrenta a sí misma y no consigue solucionar el problema que se ha generado para sí. Así llegué entre lectura y lectura a la conclusión de que el método científico, al estar ligado irremediablemente al empirismo, tiene muchas carencias desde que aparecieron las mecánicas cuánticas y la ciencia contemporánea dio un salto hacia lo anteriormente desconocido. No es que esté obsoleto como tal, pero sí que resulta directamente incompatible con los problemas relativos al cosmos y al Universo, porque ni siquiera es un sistema que se pueda observar en su totalidad y con el que mucho menos se pueda experimentar de forma general. Dicho de otra manera sobre el papel todo lo que consideramos como Ley universal es en realidad local y desde las innovaciones y revoluciones científicas todo está mucho más abierto que antaño. A menudo no disponer de método eficaz implica encomendarse a la probabilidad y la reflexión. Poco menos que el Azar en resumen. Lo cual no es necesariamente malo, pues más antiguo que el método científico es el Ensayo y Error, que tarde o temprano siempre acaba funcionando. 

A estas alturas de entrada sigue habiendo un elefante en la habitación, algo de lo que no se ha hablado y que he estado obviando hasta ahora para ver si ustedes se percataban. Probablemente no, pero quizá alguien se haya fijado en que durante todo este rato he usado numerosas veces las expresiones Punto de vista Observación. Y otras tantas en esa misma semántica. Pues bien, el último punto importante dentro del concepto de Cerebro de Boltzmann es el de la observación. Mencioné antes con respecto a las Leyes de la Termodinámica que no toda la culpa era de éstas y efectivamente no lo es. Uno de los grandes problemas que tienen las leyes científicas es que desde la perspectiva humana y en este momento de la Historia no se puede observar el Universo en su totalidad, sino que más bien se puede apreciar una parte de éste que no es posible saber si es grande o pequeña o si sirve como referencia para intuir como es el resto. ¿Recuerdan lo de la Entropía? La tendencia es a la Entropía, pero en realidad al no saber cual es la magnitud real del Universo no es posible saber si lo que impera es realmente el orden o el desorden. En lo observable es sabido que abunda el Orden, ¿pero como se puede asegurar que lo observable es la mayoría? No hay ninguna garantía de ello y de nuevo toca encomendarse a la probabilidad. 

No solo eso, también hay problemas conceptuales a partir de la misma observación. El Cerebro de Boltzmann es ante todo una entidad observadora, pero esta simple afirmación ya lleva una carga muy compleja. En primer lugar con la cuestión del Ser y en segundo lugar con la de sujeto observador. Si Ser es Ser en su caso un cerebro entonces se trataría de un Cerebro Observador. Los humanos también son sujetos observadores, de hecho constituyen la mayoría de los sujetos observadores. He ahí el problema, no es la mayoría realmente, no hay garantías de ello y no deja de ser, aun si fueran la mayoría, una perspectiva que podría ser perfectamente errónea. Tan errónea o más que la del presunto cerebro que cree formar parte de un mundo falseado. Al final tanto el Cerebro como el Ser Humano son Observadores sometidos a la probabilidad. O más bien a la Improbabilidad. ¿No les parece que la existencia de la raza humana como única autoconsciente en un único planeta habitable por ella en este único universo posible en el que eso sea algo factible es tan improbable como la de la generación espontánea de un cerebro autoconsciente con los recuerdos de toda una vida humana generado de forma espontánea a partir de un sistema caótico mayor?

Puede que esta última pregunta haya quedado demasiado larga y dé pie a algún malentendido, pero resume muy bien el Reductio Ad Absurdum que existe detrás de todo esto en cierto modo. O al menos eso se decía al principio. Ya nada es absurdo. Igual que nada es del todo certero o lógico. El mero hecho de plantear todo esto ya ofrece un abanico potencialmente ilimitado de probabilidades en cuanto a generación de sistemas. 

Con todo esto no les quiero decir que se entreguen al Solipsismo, porque al fin y al cabo todo lo que yo digo es Verdad contrastadísima, de modo que más allá de ustedes mismos también pueden estar seguros de lo que les diga Yo. Pero quizá sí que deberían. Entiendan todo como un fenómeno aislado, entiéndanse a ustedes mismos como fenómenos aislados de hecho. El Cerebro de Boltzmann no deja de serlo, al igual que este Universo y tantos como haya en este clúster llamado Multiverso también son fenómenos aislados e improbables. O no, porque tampoco es que pueda observarse tal cosa desde aquí. Las dudas son lo único que queda al final. He tratado de explicarlo desde un punto de vista que pueda entenderse todo a la perfección, pero al final meterse en terrenos que unen ciencia y filosofía, razón y empirismo o probabilidad y estadística solo da lugar a eso, dudas, interpretación... Probabilidades. 

Insisto, no les digo que se entreguen al Solipsismo, pero quizá deberían. 

Hasta el próximo artículo, mortales. O Cerebros...