Epístola a los Débiles
Seguro que alguna vez te has preguntado de donde vienen tus problemas. Cual es el origen de aquello que te perturba, te entristece o incluso te puede llagar a quitar el sueño. Donde está la raíz de todo. Como es de esperar yo tengo la respuesta, o mejor dicho las respuestas. Sígueme por estas líneas. No prometo ayudarte, ni pretendo hacerlo. Tampoco quiero ser el héroe que necesitas o tal vez creas necesitar. Y no sirvo para el papel de salvador que tantos otros desean ocupar. Pero siempre es interesante aprender, y nada mejor que aprender cual es el principio de todos tus males, ¿No es así?
Para no andarme con rodeos te voy a dar las respuesta que buscas de inmediato. Como bien apuntó hace años el gran Luis Carlos Campos tus problemas, absolutamente todos, nacen a partir de tres raíces: el cuerpo, el Ego y el mundo externo. Visto así esto puede parece una información inútil, pero reflexionando un poco sobre ello no es complicado ver que no lo es tanto. Para empezar, eres libre de hacer un ejercicio mental y tratar de buscar uno de tus problemas que no venga de ninguno de estos tres orígenes. Quizá creas que tus problemas provienen de tu mala suerte, pero lo cierto es que esto es una mera percepción producida por el Ego. Reformulo; no es que no exista la mala suerte, es que es el Ego el que se encarga de hacer su particular interpretación de la misma, haciendo que sea devastadora anímicamente hablando. Yo soy un tipo muy desafortunado, e incido mucho en ello, pero no dejo que me afecte, lo cual demuestra que hacer un problema de ello es una cuestión de Ego.
Desgraciadamente la solución a todo esto no es algo que se pueda encontrar solo con saber su origen. Saber que tus problemas parten de esos tres motivos no te ayudará mucho a resolverlos, pero sí puede llegar a suponer el primer paso. Quizá ya lo supieses, pero necesitas empezar a construir a partir de ahí, pero eso ya es una cuestión de personalización para cada caso.
Es posible que algunos de estos problemas no tengan remedio alguno, y es por ello que la mejor opción que se puede adoptar en este caso no es otra que olvidarse de ellos o aprender a vivir sin soluciones a los mismos. Deben estar pensando ustedes ahora, con una visible frustración e incluso rabia en el rostro, que es fácil decirlo. Y lo es, pero lo crean o no más fácil es hacerlo incluso. Lo que voy a decir a continuación es algo que siempre y desde siempre he mantenido, y es que si uno o varios de tus problemas escapan a tu control entonces no merece la pena preocuparse por ello, y lo que es más, si escapan a tu control incluso podría decirse que no son tus problemas, ya que tus acciones no tienen ninguna repercusión o efecto en ellos. Ni en su aparición, ni en su desarrollo, ni en su disolución.
Puede que el final de la mayoría de los problemas, partiendo de las tres causas anteriores, sea el Ego. Puede que no se den cuenta, pero piensen, ¿Cuántos de vuestros problemas tienen su punto de partida en vuestros propios deseos? Para muchos a menudo los deseos se convierten en necesidades, momento en el que la falta de recursos para saciarlas se convierte en un problema. Problema que, dicho sea de paso, no existiría en primer lugar si no se hubiese transformado el deseo en necesidad. Esto es mucho más denso de lo que aparenta ser. Se lo demostraré.
Verán, ustedes seguro que tienen algún vicio como todo el mundo, cualquier tontería puede valer, un mísero chicle mismamente. Como ya saben, en el momento en el que un gusto se transforma en vicio, la falta de aquello a lo que dedicas el vicio se transforma en un grave problema. Inquieta, incomoda, molesta, frustra... Saben de lo que hablo, ¿no? Pues esto sería un ejemplo, pero realmente la cuestión trasciende esta simplificación; porque desde esa misma base cualquier necesidad puede terminar en esa situación. Y hay quienes, por ponerles en un ejemplo, dedican su existencia al éxito o al reconocimiento hasta el punto de necesitarlo para su bienestar bajo cualquier circunstancia. Hay quienes dedican su existencia a amar y ser amados, a dar y recibir cariño y atención, razón por la cual necesitan de otra persona en su vida para cubrir sus carencias. Hay quienes, por otro lado, temen el fracaso, necesitando de aprobación para justificar su existencia. Y hay quienes, por temor a la Soledad, no contemplan una vida sin compañía.
En el momento en que los primeros no reciben el reconocimiento que anhelan o el éxito que ansían se quiebran, colapsan o se derrumban en la frustración más absoluta, generándoles envidia y desmontando su orgullo, elemento extremadamente marcado y frecuente en la gente de este perfil. Estos sujetos creen ser fuertes, creen ser los mejores, quieren -necesitan- ser los mejores. Cuando ven que no lo son, se encuentran superados o no se reconocen sus méritos no dudan en rabiar, explotar y en última instancia lamentarse al darse cuenta de que no tienen lo que hace falta o simplemente nunca será suficiente. Hay quienes nunca se dan cuenta de ello per se, pero internamente lo saben y nunca tendrán una vida plena. Quizá sean los débiles más trágicos, porque son conscientes de su debilidad pero nunca la aceptarán. Creen ser fuertes, los más fuertes. Y puede que en su cabeza lo sean, pero solo allí. Lástima.
Los segundos, por su parte, son algo más habituales. El típico sujeto que necesita desarrollar todo su potencial gregario. Todo un animal social que no acepta ni aceptará la Soledad como parte de su vida. Lastimosamente, en ocasiones la Soledad es ineludible o directamente inherente a la vida en según que momentos, por lo que quienes sienten esta necesidad social no dejan de ser eternas víctimas de su propia mente de una forma similar a los primeros, pero con una tolerancia menor a su miedo correspondiente. Ahí donde unos temen el fracaso, otros temen la Soledad.
Como esos ejemplos hay miles. Todo esto son, en realidad, necesidades artificiales creadas por una distorsión del mundo y de la propia vida que hace la mente de quien las padece. Y estimando esto, no se puede justificar un problema nacido de los pensamientos internos como si fuese una producción del exterior. Pero me imagino que eso ya lo sabrían, ¿no?
Lejos ya del Ego, pero sin salir de lo propio, los problemas generados por el cuerpo son generalmente y por desgracia irremediables, ya que por lo general su solución se haya en el paso del Tiempo y la medicación pertinente en los mejores de los casos. Y la capacidad de aceptación y resiliencia en los peores. Para estos no existe una panacea más allá de saber sobreponerse. Pero descarto estos problemas de la Epístola ya que quienes se sobreponen a ellos o los aceptan no pueden ser considerados débiles.
Si pueden ser considerados como tal quienes hacen propios los males que produce el mundo externo. La mayoría de dificultades, tribulaciones, molestias y miserias que se atraviesan en la vida son de hecho obra del mundo externo. La relación con el Ego en este caso es ineludible. Ego y Materia convergen para hacer de la vida en este punto algo insoportable a ratos. En esta categoría entran las tribulaciones laborales, sentimentales, sociales e incluso fisiológicas. La realidad es que a diferencia de lo que sucede con los problemas del cuerpo -que no son remediables sin alguna ayuda y solo se pueden prevenir a duras penas con una rutina saludable- estos problemas tienen una solución siempre. Me dirijo pues a aquel que lea esto con las siguientes palabras.
Verán, ustedes pueden intentar solucionar todos sus problemas de mil maneras, pero de alguna manera siempre serán chapuzas. Y tapar un agujero no es lo mismo que repararlo. Tal vez puedan distraer su atención con algún divertimento temporal, lo cual solo servirá para olvidarse momentáneamente de la existencia de lo que consideras como problema. Tal vez puedan huir de ellos, a cuenta y riesgo de que seas perseguido por ellos ya sea literalmente o en un sentido figurado a modo de cargo de conciencia. Es posible que se escondan en vicios y otros males, que harán las veces de analgésicos de decepciones a pesar de ser venenos para el cuerpo, ese mismo cuerpo que para evitar problemas más severos convendría cuidar, recordemos. Siempre quedan las opciones más tradicionales también, que pasan por acudir a profesionales. Unos te escucharán un rato proponiendo una serie de herramientas que puede que o puede que no lleguen a funcionar y otros te mandarán unas cuantas pastillas para que tus químicos funcionen y así hacerte pensar que está todo resuelto mientras duren su efecto. Esto último no es muy distinto a ser un drogadicto que, en su miseria, acuden a los vicios antes mencionados para paliar el dolor causado por sus males. Indirectamente, sin embargo, esa adicción es la que es y se termina convirtiendo en el peor de los males.
El mundo externo es un generador de problemas inagotable. De aquí vienen todas las dificultades de tipo económico, laboral, escolar, familiar, social, doméstico... Se mencionó antes que el Ego era causante de muchas cuestiones que, por una cosa u otra, son producidas desde dentro, el Ego crea unas necesidades y dependencias; unos deseos y anhelos a menudo intensos... Pero es una media Verdad, pues el mundo externo es el que se encarga de atraer a tu ego a esos puntos. Es el mundo en el que establece una serie de patrones y normas a los que se debe adscribir si no quiere usted ser rechazado por el mismo. ¿Temes a la Soledad? Respeta estas normas, códigos de conducta y patrones para evitarla. ¿Quieres ser amado o tener siquiera la posibilidad de amar? No temas, respeta estas normas, códigos de conducta y patrones para ello. ¿Deseas ser reconocido, alcanzar el éxito o ser admirado por el mundo? Sí, lo han adivinado, respeta estas normas, códigos de conducta y patrones para ello, pero de hecho, hazlo en una medida incluso mayor que en los casos anteriores, ya que para tener el foco en este teatro, tienes que ser una parte importante de él.
Esto que acabo de comentar debería ser considerado como una suerte de exención de culpa, un justificante que ustedes amigos deben guardar siempre en vuestra alma. Porque ¿Qué hay de la culpa? La culpa existe, pesa y carga aun más la ya maltrecha conciencia de quien pasa por un mal momento. Sin embargo, ¿Podemos estar seguros de que somos nosotros quienes la tenemos? ¿No es acaso la rigidez del mundo externo y sus códigos la que fuerza a uno mismo a actuar y responder de determinada manera? Siempre se bombardea, desde la cuna hasta la tumba, con que hay que ser de una determinada forma, tener unos determinados deseos y aspirar a una determinada vida. En el momento en que esto sucede, si fracasas, que es un escenario extremadamente probable dadas las normas del juego, ¿Es entonces culpa tuya? ¿Eres el responsable de tu presunto fracaso? ¿No eres lo suficientemente bueno? ¿No has cumplido bien con las normas? Desde mi punto de vista, no se trata de eso. La culpa recae sobre dichas normas.
Respalda mi posición el hecho de que seguir las normas al pie de la letra no te garantiza absolutamente nada. A menudo el juego te premiará con pequeñas migajas que debes estimar como el resultado ideal de tu esfuerzo y compromiso. El juego te hará pensar que eso es a lo que debes aspirar, lo máximo a lo que puedes llegar; cuando en un principio su narrativa era completamente distinta y consistía en tener las más altas intenciones de éxito, fama, dinero, reconocimiento, amor, gloria... Y sin embargo, pasan y pasan los años, estudias, trabajas, quieres, te esfuerzas, sufres... y por lo que sea no termina de llegar la promesa inicial que tanto se te ha metido en la cabeza. Probablemente no llegue nunca. Y cuando te das cuenta la culpa es tuya para más INRI. Entiendo que, tras machacar tu Ego como si fuera un saco de boxeo, los estímulos y propuestas del Mundo Externo acaben siendo los tuyos propios, pero la opción óptima una vez que te das cuenta de esto es no comprarle al mundo todo este montón de mierda y promesas que nunca serán cumplidas.
Como si de un libro de autoayuda se tratase (aunque gracias a Dios de forma gratuita y sin estafar), lo que estoy comentando aquí es algo que pasa siempre por debajo del radar y de lo que casi nadie se da cuenta, y cuando digo que no se da cuenta me refiero a que no lo hace a Tiempo. Es mucho mejor prevenir una herida que tener que curarla, porque a veces una vez que se abre puede que nunca se vuelva a cerrar o que te deje para siempre una inolvidable cicatriz.
Verán, si el Ego es el final de sus problemas, el mundo externo es el verdadero principio de los mismos. Obviando los problemas del cuerpo -que como dije escapan a toda solución en muchos casos bien por ser enfermedades como la del cangrejo o bien por la falta de sentidos o extremidades- la relación que se establece entre vuestro Ego y el Mundo Externo es la más dañina que puede existir. Incluso haciendo un breve inciso en el cuerpo de nuevo, hay un problema aparentemente ocasionado por el cuerpo que en realidad es culpa del mundo externo también, y no es otro que el del aspecto. El aspecto, si bien unido al cuerpo como uña y carne, es algo que no se puede controlar en gran medida, pues tu no eliges con qué genes naces o como te desarrollas. En la búsqueda de la popularidad y el éxito aparece con frecuencia también la de la belleza, una belleza que, por supuesto, es impuesta mediante cánones por el mundo externo y la sociedad. Para lograr esa belleza tienes que tener el rostro y la piel más cuidada posibles, y por supuesto el tipo o físico más próximo al canon. Puedes pagar para ello. Pagar operaciones, gimnasios, cosméticos, tratamientos... O puedes tenerlo de base y tener que dedicarle menos recursos... pero sí o sí se te fuerza a tenerlo. Se te fuerza a tenerlo para tener más ropa disponible para tu armario, se te fuerza a tenerlo para tener más oportunidades laborales, se te fuerza a tenerlo para tener por supuesto más oportunidades en el amor (porque, no nos engañemos, el físico es lo primero para todos) y se te fuerza a tenerlo para poder acceder a la mayoría de posiciones sociales relevantes. Si no se posee pues desgraciadamente estás infringiendo las reglas del juego, y por tanto no vas a conseguir lo que quieres. Puesto que entiendes que las reglas son las que son, te culpas a ti mismo, culpas a tu cuerpo y culpas a tu existencia por ello. Pobre de ti, entonces, señalando al inocente.
El Mundo Externo es un concepto bastante amplio, pese a todo, y lo crean o no ustedes son parte de él para con los demás. Yo mismo lo soy para con quienes me conocen. Sí, a todos nos afecta por igual, pero todos formamos parte de él para otro. Y puede que seamos, a menudo de forma inconsciente, parte de los problemas de otra persona. Alguien que puede sentirse dolido por nosotros, nuestra actitud, nuestros gestos o nuestra simple presencia en ocasiones (siempre se puede caer mal directamente). Es aquí cuando cabe preguntarse hasta qué punto puedes tú cambiar ese mundo externo o como puedes afectarle. Quizá sientas que tienes el derecho de exigirle que cambien a aquellas partes del mundo externo a las que tienes acceso, o quizá pienses que mereces una distinción por la otra parte. A la inversa, si tu sientes que el mundo externo es el que te pide -persona conocida mediante- un cambio en algún aspecto, entonces la situación se retroalimenta.
Los alquimistas, insistiendo mucho en lo cíclico de las cosas, no estaban mal encaminados en su idea de correspondencia, una correspondencia que, con mucha frecuencia, no es necesariamente buena. No obstante, lo cierto es que por una cosa o por otra, el juego te exigirá cambios y no quieras dárselos, y puede que tu se los exijas a él y no te los dé tampoco, por supuesto. Si no lo haces con un conocido, o te lo hace un conocido, no temas, te sucederá en tu trabajo, en tu familia o con cualquier persona en la calle en algún momento. Es Ley de Vida. Y esto irremediablemente empuja a una conclusión ineludible, inevitable e insalvable: Siempre vamos a tener problemas con el mundo externo o por el mundo externo.
Este juego al que podemos considerar la vida, porque no es más que eso, un juego, tienes unas normas definidas que en todo momento deben ser respetadas gusten o no. Para progresar debes tratar de ser lo más afín a ellas. Si no lo eres ya hemos visto que tus "parámetros" se estancarán y tus recursos se extinguirán hasta ser inexistentes. No tendrás dinero, pareja o amigos. No tendrás casa propia, o vehículo propio, o no tendrás donde refugiarte de los insistentes agravios con los que el mismo juego te está cargando. Esta situación puede ser incluso mucho peor fuera de la burbuja que es la medianía del primer mundo. Y digo medianía porque incluso en el Primer Mundo existe el Cuarto Mundo como contención de muchos de los defectos del primero. Ya se habló aquí de ello en su día. Ya conocéis el Ghetto. El juego es más crudo en los bajos fondos, tus problemas pasan a ser más duros e insistentes, en lugar de preocuparte por lo que en comparación son trivialidades como el éxito, lo social, el amor o el aspecto empieza a preocuparte qué llevarte a la boca o como salir de dónde estás. Y eso es a todas luces varios órdenes de magnitud peor que las dificultades que se establecen en la burbuja de la medianía. Sin embargo, hay destinos peores que el Cuarto Mundo, y ahí están el segundo y el tercero para demostrarlo. En el Segundo Mundo, uno que se ha quedado permanentemente en vías de desarrollo, apenas hay vidas que no se vean salpicadas por la delincuencia y la corrupción, los ambientes violentos y las duras jornadas de sol a sol. En el Tercero tu única preocupación es como sobrevivir, como ver un nuevo amanecer, y si por algún casual tienes una familia, tienes que multiplicar eso por el número de componentes de la misma. En alguna ocasión, sumado a la escasez de recursos para subsistir, debes añadir la opción de que estalle una guerra y vivir en un caos en el que todo lo que rige tu existencia y la de tu familia, comunidad o incluso mundo está en entredicho. Tu vida, tu papel en el juego está en constante duda, como si de la Espada de Damócles se tratase, en cualquier momento puede precipitarse hacia un abrupto desenlace. Qué loco mundo este, ¿Verdad?
Los más fanáticos de la música recordarán la canción de Chris Isaak que da nombre a esta entrada. Wicked Game, que se llama. Es una canción que, como la inmensa mayoría de canciones, hablan de amor. En este caso uno persistente y persistentemente no correspondido. Sí, algo tristona, como muchas de las que en aquel momento copaban las listas de éxitos. Antaño ya saben que la música tenía una idea distinta a la de nuestro presente, al igual que la de aquel entonces tenía una idea distinta a la de su pasado. La cuestión es que, en esta canción, hay un pasaje interesante que se refiere al amor pero que en realidad es perfectamente extrapolable a la vida misma. Cita, como el título de la canción, What a wicked game. Qué juego tan perverso. Una línea que resume todo lo que pienso al respecto de vuestro mundo, y de lo que es la vida como idea siempre y cuando esté unida al mundo. Porque sí, efectivamente, no tiene por qué ser así.
Habiendo dicho que la vida misma es el juego, es raro que ahora os diga que no tiene por qué ser así, pero como de costumbre yo tengo más salidas que un ministro, y por supuesto tengo mi propia forma de verlo. Os aseguro que, ni es única, ni es exclusiva. Yo simplemente me limitaré a comentarla.
La idea central de esta perspectiva es que no tienes por qué jugar a este juego. Y no, esto no es una incitación al suicidio. Debo puntualizar de nuevo, no tienes por qué jugar a este juego con estas normas. Creo que he probado a lo largo de toda esta entrada que el juego tiene unas normas, unas mecánicas, si usamos un término más lúdico, que son una mierda. Es un juego aburrido, en el que rara vez se puede ganar, y en el que no paras de simular tu derrota una y otra vez. Eres un ser débil, miserable o infeliz. Quizá las tres cosas a la vez. ¿Pero quién dice que ha de ser así? Sí, obviamente el Mundo Externo, pero no todo está sumido en la Oscuridad y hay un Oasis en el Desierto. Tienes la posibilidad, vía tu misma mente, de jugar con otras normas, de vivir otra vida. Ya que vas a jugar, que la experiencia al menos sea gratificante, dinámica, entretenida y proporcione el objetivo principal de la mayoría de existencias: felicidad (supongo, ¿no? yo por ejemplo busco otras cosas pero eso siempre se suele buscar por lo general). En cualquier caso es por esto que les presento La Vida 2, el juego en el que sí tienes opción de ganar o al menos de que no sea un experiencia jugable de mierda. Es una secuela completamente gratuita que se desbloquea de varias maneras.
La primera opción es también la más antigua, pero excesivamente exigente. Ascetismo puro y duro, Cinismo tal vez, Ataraxia seguro. Consiste en la desconexión del resto del mundo, de la sociedad, de sus estímulos y de sus cargas constantes. Hoy en día ser asceta es algo terriblemente más difícil que en la Antigüedad, y esto responde a las diferencias en el entorno entre una época y otra. Verán, yo soy el primero que añora mis años más jóvenes en la Antigüedad Clásica y tal, pero estamos hablando de un mundo que era mucho más duro que el presente en apariencia, la vida -el juego- era mucho más exigente pero paradójicamente otorgaba muchas más opciones porque no estaba todo inventado. Sin embargo no había tantas distracciones y entretenimiento como en la actualidad (lo cual podía ser bueno, ya se hablará de eso), en según que sitios no tenías ni agua potable, cagabas en cubos o agujeros, el ambiente bélico era mucho más constante, la esperanza de vida mucho más baja, la mortalidad mucho más frecuente y por supuesto no habían llegado aún la mayoría de descubrimientos que han acomodado a las masas en el presente. Había ventajas y desventajas, pero desde luego se estaba más exigido, y por este motivo dedicarse al ascetismo, olvidarse de todo y desconectarse del mundo era mucho más frecuente y sencillo. También había quien directamente se mataba, pero no les echéis cuenta, esos son unos mataos, literalmente. Eso nunca fue ni es una opción.
A día de hoy las cosas han cambiado, todo está repleto de falsas comodidades (falsas porque todo hay que pagarlo a fin de cuentas) y se ha ablandado mucho a las personas, la sociedad funciona como una máquina que no se detiene y simplemente desecha aquellas partes que no le sirven. Pero estas partes no contemplan la opción de retirarse por sí mismas para alejarse del mundo externo. A día de hoy aún existen los retiros espirituales y algunos ascetas, pero son mucho menos habituales que hace unos milenios ya que, ablandado por la ilusión de comodidad y seguridad que produce el mundo, uno se muestra reticente a perderlo todo por nada. No se puede criticar, ¿Quién haría tal cosa en su sano juicio? Probablemente esta opción sería la más probable para aquellos que no tienen nada que perder, pues si no tienes nada que perder solo puedes ganar. Quienes se mueven, y digo mueven en el sentido más grande y amplio de la palabra solo lo hacen por dos cosas: hambre o miedo, puede que ambas. Sufriendo de alguna de estas es normal que no se tema la pérdida, pues ya no hay nada que perder.
Viendo que esta opción es la más exigente y complicada, siempre hay otras posibilidades. Hay otra ruta por la que puedes jugar a La Vida 2, el juego en el que tú pones las normas. No es otra que desarrollar la aceptación y la asimilación. Esto pasa por no desligarse del mundo externo y sus reglas, pero sí por hacer que lo que éste te propone no repercuta en tu Ego. Dicho de otra manera vivir con el mundo externo, y no en el mundo externo. Hacer que tus propias ideas sean las que establezcan un camino, y no las que se imponen desde el exterior. Que tu Ego rechace esos estímulos externos que tratan de imponerse en tu conducta. Puede sonar ingenuo o estúpido, pero no lo es. Y es que naturalmente es algo que va a generar problemas, pues supone romper con unos códigos de conveniencia con el resto del mundo sin llegar a separarse de él, llevando a un enfrentamiento directo o indirecto con el mismo, pero ahí es donde entra la parte de la aceptación, en aceptar que no vas a ser lo que se espera de ti y que probablemente tengas que vivir con muchos roces con el exterior, pero mejor eso que caer en la desesperación del fracaso impuesto.
Existe un refugio más para la tormenta que ni siquiera requiere oponerse a la idea misma de lo externo. Se trata ni más ni menos que de hacer lo que te gusta, o incluso tratar de desarrollarlo. Potenciar talentos, artes, aficiones... siempre es muy útil para sobrellevar todo problema. Desconectar de aquello que perturba para conectar con aquello que potencia siempre es una buena solución. Incluso si no puedes vivir de ello, que es lo normal, no tienes por qué dejar de hacerlo. Nada te puede obligar a ello.
Supongo que a estas alturas de la película ya estarán ustedes familiarizados con la Trampa de Nostalgia y con aquello de que cualquier Tiempo Pasado... Es algo que todo el mundo piensa alguna vez. Yo siempre pienso que es algo que no termina de estar lejos de la idea de que cuando se es niño o adolescente las cosas son mucho más simples y el mundo es mucho más sencillo. Particularmente cuando se es un niño se tienen sueños y aspiraciones mucho más elevadas, se vive con mayor curiosidad y tranquilidad, se mira el mundo con otros ojos y el mundo te mira con otros ojos a ti. Pero luego creces y la situación da un vuelco. La gente ya no te trata igual, empieza a surgir la duda dentro de ti, pierdes las aspiraciones, pierdes la ilusión, pierdes el brillo en los ojos como me pasó a mi en El Color del Verano. Pasas a querer cosas más mundanas y te crean dependencias de todo tipo. Cuando quieres darte cuenta tus mejores años han pasado y estás trabajando para vivir, o en el peor de los casos viviendo para trabajar, y sin ninguna motivación real más allá de la de llegar a fin de mes. Es bastante triste, y al mismo Tiempo real.
Por eso les digo que retomar alguna que otra práctica de la niñez como es la de tener alguna pasión puede ser siempre una posibilidad, pues cuando se es niño puede decirse que se está jugando una Fase Beta de La Vida 2, pero luego se te acaba el periodo de pruebas y ves que te han timado y en realidad el disco es el de La Vida 1, ese perverso juego en el que es casi imposible ganar. Esto es, claro, pensándolo desde la perspectiva acomodada primermundista, porque fuera de ahí esa fase beta ni siquiera existe y empiezas directamente con La Vida 1. No obstante, siempre que se tenga la posibilidad uno debe aprender a vivir de otra manera.
Les comentaré algo. Esta epístola, esta carta abierta, es mucho más que eso. Es un canto, un himno a todos los seres, a todos los que pueblan no solo este mundo sino el mismo Universo. Nombrada con los débiles como destinatario, cabe pensar que estoy siendo prepotente, insultantemente arrogante incluso, con todos los seres del Universo. Lo cual es, de hecho, mucho más prepotente que hacerlo con un grupo de lectores de esta entrada o con toda la población de este planeta. Pero lo cierto es que... ¿Quién decide lo que es débil y lo que no? O mejor expuesto, ¿Cómo se define quién es débil y quién no? Hablando, como siempre, desde el mando de objetividad hiriente y descarada que me envuelve, todos y cuando digo todos es absolutamente todos los seres del Universo, del Multiverso y del Omniverso pueden ser considerados débiles. Todos aquellos a los que es aplicable dicho concepto, por lo que excluyo a mis señores los Dioses, a los extradimensionales y a unas particulares razas alienígenas entre otros.
Pero bueno, volviendo al tema, me explico. Para considerar algo como débil debe haber, para empezar, algo que lo establezca como tal. Ese algo puede ser un baremo, una nota de corte, un punto que no puede alcanzar, una meta que no puede lograr. Pero esto, a veces impuesto como hemos dicho, no es motivo para despreciar a nadie. Aquí, por otra parte, se está hablando desde la objetividad, por lo que vamos a considerar dicha postura. Si nos medimos por esta línea, entonces la inmensa mayoría de los bichos vivientes son débiles, con pocas excepciones. Una segunda posibilidad es que alguien sea débil por su incapacidad de responder ante un problema, algo que también le pasa a la mayoría de los seres vivos en algún momento, al fin y al cabo todos tenemos problemas, y no siempre se sabe como responder ante ellos. Por último y no menos importante, quizá más, está la opción tremendamente frecuente de no ser débil, pero sentirse débil. Esto es muy típico, ha aparecido numerosas veces como recurso en la ficción para desarrollar a ciertos personajes. Lo vemos con muchísimas figuras mediáticas y deportistas. E incluso es visible en la gente de a pie que quizá conozcas y veas que, por algún motivo, se siente débil. El problema de sentirse como tal es que, irremediablemente, te convierte en alguien débil porque tu propia forma de interpretar a tu ser te hace entender que lo eres. Tal vez esta sea, de entre todas las opciones, la más difícil de superar.
Si algo se puede extraer del párrafo anterior es que, por una cosa o por otra, todos podemos ser débiles según quién lo mire. Yo mismo me considero a mi mismo el sujeto más fuerte y Poderoso que conozco en esta Tierra. Pero aquí no hablamos de lo que considere yo, y si salimos de esto, puede que haya quienes me consideren débil a pesar de mi evidente fortaleza. ¿Por qué? Muy sencillo, les he hablado de La Vida 2, que es la que yo estoy viviendo. Pasa que la Vida 2 surge como respuesta a la Vida 1 debido a la incapacidad inherente que tiene el jugador de la Vida 1 de coexistir con el mundo que propone el juego. Abandonar dicho juego es visto desde dentro del mismo como un acto de debilidad, por lo que yo sería débil, y de igual manera todos esos sabios, ascetas, maestros, genios, filósofos y demás que optaron por un modelo distinto pues también serían tal cosa. Por supuesto yo no lo considero así, pero como erudito que soy he calculado todas las posibilidades existentes y una de ellas es por supuesto la de considerar a todo elemento rechazado del juego como débil o inservible. Es por esto que, sí o sí, todos, incluso el más fuerte entre los fuertes, puede ser considerado débil o sentirse como tal. ¿Pero saben qué? No pasa nada.
Puedes ser débil por tu forma de ser, por tu forma de actuar, por no ser capaz, por no sentirte capaz... Puede que incluso tu fortaleza sea tu debilidad. Pero da exactamente lo mismo, es igual. Débil no es más que una palabra que según de donde provenga puede estar completamente vacía, y si no lo está siempre puedes ser capaz de vaciarla. A lo largo de la Diacronía todos (Mentor lo ha visto) tenemos momentos bajos y momentos altos, a pesar de que cuando se está en los segundos se ignoran los primeros. Todo el Cosmos tiene derecho a sentirse e incluso ser débil... siempre y cuando sea por un Tiempo determinado.
¿Qué? ¿Pensabais de Verdad que os iba a eximir de responsabilidades? No amigos, les dije que esto no es un libro de autoayuda, esto es Preliatore hablando en nombre de su Ser Superior e Hipermejorado Praetor Mentor, así pues, lo que viene a continuación es probablemente lo más contundente de todo este montón de texto. Recordad que se os exime de culpa, pero no de responsabilidad. ¿Qué Realidad sería esta si no fueseis vosotros los responsables de vosotros mismos? ¿Sois acaso robots sin ningún tipo de inteligencia artificial? Dudo que sea el caso. Ah, es genial tener un alterego para que haga de poli malo.
Chicos, chicas, hombres, mujeres, enbys, aliens, IAs, androides, animales, elementos discordantes varios... Como decía, que se os exima de culpa no quita que tengáis responsabilidades. Y la más básica de estas responsabilidades es la de seguir adelante. Vosotros decidís, como se ha dicho antes, si por el camino que vosotros mismos hayáis diseñado o por el que se os haya marcado. Porque sí, si saben ustedes leer es posible incluso ganar en este juego siguiendo sus propias normas. Que sea muy difícil no quiere decir que sea imposible. Prueba de ello son quienes jugando con las condiciones más adversas y en las dificultades más extremas logran completar su partida. Así que...
Para ti, que estás solo en tu camino. Para ti, que quieres y no eres querido. Para ti, que dejas de querer o ser querido. Para ti, que vives tras la ruptura. Para ti, que visitas estrellas que se apagan. Para ti, que tratas de superar la pérdida. Para ti, que no logras cumplir tu sueño. Para ti, que ni siquiera sabes cual es ese sueño. Para ti, que te sientes débil, incapaz, incompetente, inútil. Para ti, que no logras lo que te propones. Para ti, que eres presionado, insultado, despreciado. Para ti, que estás frustrado, furioso, triste, amargado. Para ti, que no encuentras ni la manera ni el motivo de vivir. Para ti, que no logras lo que deseas. Para ti, que no puede seguir viviendo en tu entorno. Para ti, cuyo mundo se desmorona a su alrededor. Para ti, que no despiertas tu Voluntad.
Para todos vosotros y para incontables casos más, débiles e insignificantes plebeyos, tengo un mensaje, un consejo, unas palabras. Solamente tres. Tres palabras que, parafraseando a un místico que hubo otrora en estos lares, deben ser siempre ley en esta y todas las vidas. Así, a todos vosotros os digo, y a ti en particular: Levántate y anda.
Vaya, qué contundente es siempre este sujeto. No me extraña que se deje leer poco por aquí. Si lo consideráis esquizofrenia estáis en vuestro derecho, pero eso no le quita la razón. O si lo consideráis un recurso literario también tenéis libertad para ello, pero eso no le quita razón. Al final, si quienes están en lo más bajo, en la miseria y la guerra, en el hambre y la muerte, pueden salir adelante, ¿Por qué no ibais a poder vosotros? Vosotros que tenéis techo, tenéis entretenimiento, tenéis manos amigas, tenéis familia, tenéis el increíble lujo de no tener hambre. Tenéis todo cuanto se podría pedir y más. Algunos puede que no tengáis muchas de esas cosas, pero aun así si estáis leyendo esto seguro que tenéis al menos la última de ellas, que es sin duda alguna la más importante de todas.
No me cabe duda de que seguro que muchos de ustedes al leer todo esto están furiosos, vertiendo bilis sobre la pantalla y deseando descargarla contra servidor (Qué desconsiderado por vuestra parte, ¡Esto es cosa del Destino no mía!). Pero hasta esa sensación, esa rabia, esa frustración, es algo que se puede aprovechar para bien. Dejen que las malas emociones se transformen buenas. Canalicen esos sentimientos en aquello que os guste, transfórmenlos en energía para comenzar a moverse hacia delante. Si has llegado hasta este punto del texto es porque los Dioses lo han puesto ante ti por algo chico. El Nihilismo Perezoso es para cobardes, amigos. Creed en algo, aunque se lleve el 100% de vuestro ser. Y una vez que creáis en algo, dad más de vosotros mismos para lograrlo. Forjad una Voluntad que supere todas las barreras que encontréis en el camino. Y al final llegará el fin, por fin el fin. Eres libre de tomarte tu Tiempo para superar los bajos momentos, por largos que se hagan, pero tarde o temprano hay que salir de ellos para recibir a los buenos. Lo malo es que no llegarán por sí solos. Tendrás que poner de tu parte. En tu contra siempre habrá algo o alguien, tal vez ambas cosas y una importante dosis de Suerte, que es el mayor aliado y el peor enemigo de todo jugador, pero si estás jugando, ya sea a la primera o la segunda entrega de este juego, tienes que ir a por el final. Si no te ves capaz, si te ves débil, miserable, inútil, sin ganas... Piénsatelo dos veces, piensa, sueña, vuelve a pensar -nunca dejes de hacerlo- y finalmente, levántate y anda.
Todos tendremos siempre problemas, dificultades y miserias. Ricos, pobres, guapos, feos, mortales, inmortales, vivos, muertos... Al final cada persona es un mundo y como siempre digo todo el mundo tiene sus cosas. Cosas que no sirven de gusto, cosas que molestan, irritan, agotan... Pero con las que hay que vivir, que hay que superar o que hay que saber olvidar, porque no siempre habrá un arreglo para ellas. A pesar de todo, hay algo mucho más Poderoso que las reglas del juego, algo mucho más Poderoso que la misma Suerte incluso -que es la fuerza que controla el Universo- y ese algo es la Voluntad, el Poder más grande que existe. Tan grande como su poseedor quiera que sea. ¿No la tienes? Piénsatelo dos veces, piensa, sueña, vuelve a pensar, exígete, da más. ¿No es tan grande como piensas? Piénsatelo dos veces, piensa, sueña, vuelve a pensar y por último, levántate y anda para ganar en este juego, este ingrato, insolente, insultante, irritante e ilógico juego, en este juego tan perverso...
Levántate y anda, amigo, levántate y anda...
Hasta la próxima, mortales.