Estimada Diosa, mi mayor y más querida confidente, te escribo este breve texto para expresarte como siempre uno de mis muchos pensamientos. Necesito, hermana mía, de nuevo tus palabras para saber cual es el camino a seguir.
Llevo más Tiempo del que puedo calcular y recordar buscando la Verdad, Atenea. Sé que la empresa se antoja prácticamente imposible, pero nunca he renunciado o renunciaré a ello por complicado que pueda ser. Es innegable que tu guía es de inmenso valor en esta tarea para servidor, pero comprendo que haya muchísimos datos que aún no puedas revelarme. Vosotros los Dioses, como inmediatos superiores míos, conocéis mucho más que yo acerca de la Verdad. Pero yo, como ávido Buscador de la Verdad, debo superar mis limitaciones y equiparar mi nivel al vuestro para conseguir aquello que anhelo. ¿Qué meta más digna que esta puede alguien imponerse a sí mismo?
Ya conoces de sobra mi fijación por el Poder, pero esa es solo una de las muchas que tengo. La Verdad, y como alcanzarla, es otra de ellas. De nada sirve el Poder si al conseguirlo persiste la sensación de vacío que acompaña al desconocimiento y la ignorancia. ¿Cuál es la utilidad del Poder en manos de un ignorante? ¿Sabrá acaso usar el Poder que tanto le ha costado conseguir? Para ser Poderoso no basta con tener el Poder, también hay que ser Sabio, y para alcanzar la Sabiduría es necesario conocer la Verdad o, al menos, tener la intención de hacerlo. Aquello que tú mejor comprendes, Diosa de la Sabiduría, es la llave para alcanzar el verdadero Poder. El Conocimiento es Poder, y por ello es algo que no está al alcance de cualquiera.
Ser un Buscador de la Verdad implica una perseverancia, una paciencia y una Voluntad casi ilimitadas. Implica también ser objetivo e imparcial, superar la Barrera de la Perspectiva y en muchas ocasiones tener visión holística. También implica evitar todo influjo del entorno y de los demás. Pero puede que lo más difícil de entre todos los impedimentos y trabas que existen en el camino sea superar las propias emociones e ideales, que influyen en la forma de asimilar, tomarse o entender los hechos. Para alcanzar ya no la Verdad que es quizá el último paso del camino, sino la Objetividad -que es uno de los primeros- debe renunciarse en muchos casos a los propios ideales y emociones, se debe superar el influjo de los pensamientos y sentimientos propios para así poder comprender de manera imparcial los hechos.
Además de la Verdad, también busco a los pocos elegidos que son dignos de ella y ansían encontrarla. Pero por lo que acabo de decir me resulta en exceso complicado. Pedirle a los humanos que sean objetivos es, de alguna forma, lo mismo que pedirles que renuncien a parte de su humanidad, pues eso conllevaría renunciar a sus pasiones y sentimientos en cierto modo. Sin embargo, el Poder y el Saber requieren sacrificios que comprendo que muchos no estén dispuestos a realizar. Por ello te imploro, mi señora, que me ayudes a encontrar al menos a algunos de los pocos que se atrevan a intentarlo.
Puede que buscando la Verdad haya sacrificado ya mucho, sin embargo considero sin dudarlo que merece la pena. El cuándo o cómo la encontraré es algo que solo vosotros sabéis, pero puedes dar por hecho que no desistiré en ello. Porque, ¿Qué es lo que tiene alguien que no acepta la Verdad o no quiere reconocerla y encontrarla? ¿No vive quién rechaza la Verdad en un engaño aceptado como realidad? Todos mis años como Buscador de la Verdad han servido para convencerme de algo, y es que vivir en el autoengaño solo genera sufrimiento y buscar la Verdad aunque sea doloroso y trágico en ocasiones, resulta algo que, a largo plazo, hace a uno mucho más feliz. Felicidad, Poder, Saber... Son simples conceptos, pero con un enorme significado y buscar la Virtud de la Verdad es una de las muchas llaves que pueden existir para ellos.
Atenea, te ruego que me des la Sabiduría y el criterio necesarios para discernir lo real de lo incierto en un mundo cada vez más saturado de información y desinformación, cargado de mentiras, omisiones y preguntas sin resolver. Cada minuto que pasa es más complicado encontrar cualquier certeza y por ende resulta más complejo alcanzar la virtud. Es por esto que debo acudir a ti, mi Diosa, y pedirte que en las Tinieblas de nuestro Tiempo vuelva a hacerse la Luz que tan oculta está. Cualquier destello será motivo de esperanza cuando se habita en las sombras del engaño.
No me extenderé más, mi Diosa. Volveré a comunicarte mis dudas y pensamientos sobre la Verdad cuando progrese en mi búsqueda y necesite tu valioso consejo; pues solo tú, Atenea, sabes como indicarme dónde mora la Verdad. Te agradezco, como siempre, tu inestimable compañía.
Sin más, querida hermana, se despide tu leal servidor Preliatore.